Capítulo 97
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Capítulo 97
La sonrisa de Celia se desvaneció, mirándola.
-Si lo consideras una traición, fue él quien me traicionó primero.
Rocío sonrió burlona, llena de desprecio.
-Deja de actuar como si fueras la víctima. Todos sabemos por qué te casaste con él. ¿A quién pretendes engañar con esa cara de inocente? Tú misma decidiste aferrarte a él como una perra en celo. Nadie te obligó a hacerlo. ¿ Ahora lloras porque él no te ama? ¡Qué graciosa!
Tras una pausa, se le acercó más y continuó:
-Si quieres involucrarte con otros hombres, al menos, divórciate de él primero. No le contagies las enfermedades asquerosas de tus amantes baratos.
La cara de Celia se tornó sombría por la humillación. Antes de que Rocío terminara, le lanzó una cachetada.
Rocío se tambaleó por el impacto. Tardó tres segundos en reaccionar y la miró con incredulidad, cubriéndose la mejilla adolorida.
-¿¡Cómo… te atreves a pegarme!?
Nadie, excepto Valeria, había osado hacerle eso.
-Ya lo hice. ¿Crees que debo aguantar tus insultos? -Celia liberó el resentimiento que había aguantado durante años-. Puedes odiarme, pero no insultar a mis amigos. El mundo no gira alrededor de ti. En tu casa puedes hacer todo lo que quieras, pero en público, cuida con tus palabras.
-¡Celia, maldita se…!
-Y aunque le pusiera los cuernos a tu hermano… solo le estaría devolviendo el favor – la interrumpió sin piedad, tomando la muñeca de Alfredo para alejarse.
Al girar, se encontró con los ojos profundos de César y la sonrisa triunfante de Sira frente al ascensor: habían escuchado todo.
-¡Finalmente han llegado!
Rocío corrió hacia ellos, mostrándoles su mejilla enrojecida.
-César, ¿viste cómo ella me golpeó para defender a ese hombre bastardo?
Sira ocultó una sonrisa de triunfo. No esperaba ver ese espectáculo interesante al almorzar con Rocío. Tomó el brazo de César y le respondió a Rocío fingiendo preocupación.
-Creo que debes haber malinterpretado la relación entre ellos….
Rocío ignoró el intento de paz. No creía que fuera su error; en su lugar, creía que Celia tenía la culpa.
-Esta mujer se cree demasiado importante. ¡Cree que con salir con cualquier hombre podrá enfadar a César! ¡ Peor a él jamás le importará una basura como ella!
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Capítulo 97
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Sira observó de reojo a César y su silencio la complació.
Celia rio, sin rastro de enfado.
-Qué coincidencia. Tampoco me interesan las basuras como ustedes.
Dicho esto, se volvió hacia Alfredo y le dijo:
-Vámonos.
Alfredo le sonrió y la siguió. Al pasar junto a César, ella ni siquiera lo miró.
Él permaneció impasible, aparentando estar despreocupado, pero ya apretaba los puños con fuerza sin darse
cuenta.
Rocío quedó confundida por un momento. Cuando volvió en sí, se dirigió a César.
-César, ¿por qué ella…? Antes ella nunca…
-¿Aún no terminas tu show? -César habló con una voz que la hizo sentir miedo.
Rocío se sintió incómoda, había sido regañada por Celia y César.
-¡Eso no es justo! ¡Sira está aquí, pero tú…!
Antes de que pudiera terminar de hablar, la mirada afilada de César la hizo tragar lo que quería decir.
Sira percibió el cambio de humor de César. Tomó su brazo con cautela para calmarlo.
-César, no la regañes. No fue su intención…
Él se liberó bruscamente y se marchó hacia el ascensor, sin más ganas de quedarse a comer.
-¡César!
Rocío y Sira lo llamaron casi al unísono. Cuando las puertas se cerraron, las dos mujeres quedaron inmóviles en su lugar. Rocío todavía se sentía confundida, mientras que Sira ya no podía ocultar el rencor escondido en sus ojos. 1
Celia se despidió de Alfredo en el estacionamiento. Después de que él se fuera, ella caminó hacia su propio auto. Al abrir la puerta, una mano masculina la detuvo y luego un brazo rodeó su cintura, girándola violentamente para obligarla a mirarlo.
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