Por que 83

 

Capítulo 83 

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Capítulo 83 

-¡Dios mío! ¡Qué fuerte es eso! 

-¿No la vieron hace unos días viviendo en Villa Serenidad? ¿Cómo va a ser mentira? 

-Todos en neurocirugía saben que el señor Herrera reconoció públicamente a Sira como su novia. Ahora Celia… ¿ Es la amante queriendo convertirse en la esposa? 11 

Las voces de las dos enfermeras resonaban por el pasillo. Eran tan altas que incluso Celia, dentro de la habitación, las escuchó claramente. Obviamente, lo decían a propósito. 

Celia no dejó escapar una risita burlona. ¿Amante? ¿Quién era realmente la amante en esta relación? De todos modos, los rumores ya no le importaban. 

Pero… Carlos se sintió completamente diferente. 

*** 

Carlos estaba sentado dentro de un auto estacionado en el estacionamiento de la clínica. Su mirada sombría se fijó en Sira, quien se bajó de otro auto a lo lejos. Con una llave inglesa escondida en la manga, él salió del vehículo. 1 

Sira se acercó al ascensor cuando recibió una llamada. 

—¿Qué dices? —su expresión se alteró de golpe—. ¿César intervino en el asunto del enfermo mental? 

Al otro lado de la línea estaba la esposa de Felipe, desesperada. 

-¡Sí! No sé cómo, pero el señor Herrera intervino. Si ese idiota me delata, ¡mi hermana y su esposo me matarán! 

El ascenso de Felipe en la clínica fue gracias a los contactos de su cuñado, jefe del Departamento de Impuestos. Si esto salía a la luz, no solo arruinaría la carrera de Felipe, ¡sino que ella también caería en pantano con él! 

Sira mordió la uña de su pulgar, maldiciendo llena de odio. 

-Maldito sea… Debí dejar que le tirara ácido. Si esa zorra quedara desfigurada, César jamás… 

De repente, sintió una presencia detrás. Al volverse, vio a un hombre levantar una llave inglesa, ja punto de golpearla! 

Su celular cayó en un rincón cerca de la basura, donde la voz de la señora Fernández seguía saliendo del altavoz. 

-¿Señorita Núñez? ¿Está escuchando? 

*** 

En el pabellón, Celía quemó su lengua con el caldo. Un inexplicable mal presentimiento la invadió. 

Margarita la míró, preocupada. 

-Señorita, ¿qué le pasa? 

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Capítulo 83 

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Ella negó distraída. 

-No es nada. 

En ese momento, sonó su celular. Era una llamada de Carlos. 

-Carlos, ¿qué…? 

-Celia, lo siento. Esta vez no podré hacer lo que quieres que yo haga. 

De fondo, se escuchó el grito desgarrador de Sira. 

-¡Celia! ¡Tu hermano es un loco! ¡Quiere matarme! ¡Si me pasa algo, César los destruirá a ustedes! ¡Umm! 

Al oír la voz de Sira, Celia lo entendió todo. Su mano tembló, dejando caer la cuchara. 

-¡Carlos, no! ¡No hagas locuras! ¡Dime en dónde estás! 

La voz de Carlos sonó tranquila, casi dulce, mientras sellaba la boca de Sira con cinta. 

—Celia, mi querida hermana, todo lo que te pasó fue obra de esta mujer. ¡Ella ordenó el ataque con gas pimienta y difundió esos rumores sobre ti! 

Sira dio un sobresalto, aterrorizada. ¡Él lo sabía todo! 

Celia, pálida, se esforzó por calmarse y salió tambaleándose de la habitación. 

-¡Lo sé, ya lo sé! ¡Pero no puedes hacer tonterías por esto! 

-¡Señorita! —Margarita corrió a sostenerla—. ¡No debería salir del pabellón! 

El cuerpo de Celia temblaba como si tuviera hielo por dentro. Agarró con fuerza el brazo de Margarita y le rogó con voz entrecortada 

-Por favor… busca a… César… 

-Celia, también me enteré de lo de la infidelidad de César -resonó la voz de Carlos de nuevo. 

Ella se paralizó. 

-No te preocupes. Asumiré todas las responsabilidades. Aunque vaya a prisión, te protegeré. 1 

Después de estas palabras, la llamada se cortó. 

Celia intentó llamarlo de nuevo, pero el dispositivo ya estaba apagado. Su cara perdió todo color. 

Si Carlos lastimaba a Síra, no solo él, sino toda la familia Sánchez, estaría acabada. ¡No podía permitir que su hermano arruinara su vida! 

Con dedos temblorosos, marcó el número de César. 

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