Capítulo 79
Cuando Margarita llegó al hospital y vio los ojos inflamados de Celia, casi gritó del susto y la preocupación.
-¡Señorita! ¿¡Qué le pasó!?
Celia podía entreabrir los párpados con dificultad, pero aún sentía un ardor punzante en los ojos.
-Me lanzaron gas pimienta a los ojos. Con reposo me mejoraré.
-Pero ¿cómo ocurrió eso? -Margarita se sentó en la silla de visitas-. ¿Lo sabe el señor? Le llamaré ahora
mismo…
-¡No! -Celia extendió la mano para detenerla—. Está ocupado. No quiero molestarlo. Ahora solo confío en tí, Margarita.
Las palabras conmovieron a Margarita, quien aceptó cuidarla.
Ella estuvo hospitalizada dos días. Para el tercero, aunque seguía con leve hinchazón, ya abría los ojos con normalidad. Margarita le traía las tres comidas del día, atendiéndola con esmero.
Ese mediodía, cuando Margarita salió, Sira apareció en la puerta de la habitación.
-Celia, supe que estabas hospitalizada. Vine a verte.
Recostada en la cama, la miró con indiferencia.
-¿De verdad viniste a visitarme? ¿O a burlarte de mí?
—No seas tan agresiva. —se sentó, mostrándole un bolso LV de edición limitada sobre sus piernas —. ¿César no vino a verte?
Al notar su silencio, sonrió.
-Ah, claro. Ayer me llevó a hacer compras. Este bolso de más de 5 mil dólares lo pagó él. Después de tantos años a su lado… ¿Nunca tuvo tiempo para acompañarte a hacer compras? —se burló.
Celia ocultó muy bien las emociones, pero estas palabras le causaron un poco de dolor en el pecho. Sabía que ella venía a hacer alarde. Podía fingir indiferencia, pero también sería una mentira a sí misma. Relajó los puños que tenía apretados y por primera vez habló con ella con sinceridad.
-Sira, ya ganaste la batalla hace mucho tiempo. Tienes el corazón de César y pueden ser una pareja. ¿Por qué no me dejes en paz?
La calma en su voz la enfureció. Ella también se preguntaba por qué. Si César despreciaba tanto su presencia, haciéndola sufrir por las malinterpretaciones, ¿por qué dormía en la cama de esa mujer? El podía engañar a otros, ¡pero no a ella! Pensando, su mirada se volvió feroz.
-Si desaparecieras del hospital y de la vida de César desde el principio, no sufrirías esto. -habló con voz cargada de rencor.
Celia parpadeó. Finalmente, entendió lo que Sira quería. Tras una pausa, le dijo:
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Capítulo 79
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-En un mes me iré. Nadie más te amenazará.
-¿Y cómo sé si es verdad?
-Créelo o no, eso depende solo de ti.
Celia apartó la cabeza, mirando hacia afuera de la ventana. Si Sira no creía, no perdería tiempo explicando.
Sira evaluó sus palabras. Pronto, se fue del pabellón.
La mirada de Celia se posó en las cortinas mecidas por el viento, con los puños aun apretados.
En ese momento, un hombre con gorra presenció la escena desde el pasillo. Se dio cuenta de todas las preocupaciones y angustias que Celia había ocultado en sus ojos. Era Carlos. Él no se atrevió a molestarla. Ya llevaba días siguiendo a Sira y descubrió que el ataque a Celia fue obra de esa malvada.
Celia fue hospitalizada, quedándose en el pabellón vulnerable en soledad, pero ella le había ocultado todo y prefirió a aguantar todo sola…
Ajustó la gorra para ocultar sus ojos húmedos. Esta vez… él protegería a su hermana.
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