Capitulo 74
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Capítulo 74
Para ser honesta, Celia no pudo ocultar su sorpresa cuando vio al hombre que llegó con retraso.
Él se detuvo frente a ellos. Su mirada pasó por encima de Celia y se posó en Carlos.
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-No traje regalo, pero esto es para compensar mi ausencia. le dijo, entregándole un sobre.
Aunque parecía delgado, Celia sabía que contenía algo más valioso que dinero en efectivo.
-No necesito compensaciones. La fiesta ya terminó. -lo rechazó Carlos.
Celia lo miró asombrada. ¿Cuándo Carlos se había vuelto tan serio? El Carlos de antes jamás habría rechazado los regalos de él.
Al ver su negativa, César no insistió.
-Como quieras. Cuando cambies de opinión, avísame.
Dicho esto, tomó la muñeca de Celia y la llevó hacia el auto antes de que ella pudiera reaccionar.
Carlos los observó marcharse con expresión sombría. En su mente seguían pensando en la foto y los mensajes de esa mujer llamada Sira.
Su esposo la engañó… Ahora entendía por qué Celia quería divorciarse…
Para protegerla, había borrado aquella conversación. Pero esa mujer sinvergüenza que se metía en su matrimonio… ¡Nunca permitiría que saliera impune!
***
El auto avanzaba de regreso a casa.
Desde que subieron, Celia no había dicho ni una palabra, ni siquiera le preguntó por qué no había cumplido a su promesa. Parecía que ya no le importaba saber la razón.
César atendió una llamada de trabajo. Luego, se volvió hacia ella y le explicó.
-Tuve un imprevisto hoy.
Ella parpadeó, sorprendida. ¿Le estaba dando una explicación? Qué raro. Pero, su explicación ya no le importaba.
-Entiendo. -asintió.
César entrecerró los ojos, estudiándola por un buen rato.
-¿Nada más que preguntarme?
-Nada. Siempre estás ocupado, lo comprendo. -le respondió con una sonrisa cortés antes de mirar afuera por
la ventana.
Su actitud era distante, casi indiferente.
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Capítulo 74
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César apretó los puños, guardando silencio. Pero notó la mancha seca de vino en sus pantalones.
De vuelta al apartamento, ella fue a ducharse sin intercambiar palabras con él. César, sentado en el sofá, encendió un cigarrillo antes de marcar el número de Nicole.
-Envía la tarjeta VIP del Club Cielo Adorado a la familia Sánchez. Diles que es mi regalo para Carlos.
-Entendido, jefe.
***
Al día siguiente, ella despertó pasadas las diez. Rara vez dormía hasta tan tarde. Recordó su cita con Alfredo, se alistó para a salir.
Margarita la llamó en la cocina.
-¡Señorita!
-¿Qué ocurre? -Celia le preguntó parada en la entrada.
Ella se acercó a la estantería de vino y tomó una tarjeta, luego se la entregó con respeto.
-El señor le dejó esto.
Era una tarjeta ilimitada con las iniciales de César. Menos de cinco personas en el país tenían acceso a ella. Aunque sabía que él era uno de estos cinco privilegiados, nunca imaginó que la pondría en sus manos.
Ella volvió en sí, pero no la aceptó.
-¿Por qué me la dio? -le preguntó.
-Dijo que la use para lo que necesite. -le respondió Margarita con una sonrisa.
Celia guardó silencio, mirando la tarjeta aturdida. En seis años de matrimonio, jamás había usado su dinero. No quería darle motivos para pensar que se había casado por el dinero. Aun así, él siempre la vio como una cazafortunas. Entonces, ¿por qué le dio esta tarjeta? ¿Era esto otra prueba? Pensando en eso, no pudo evitar burlarse de sí misma. 1
-No la necesito. Tengo mi propio dinero. -la rechazó.
Margarita pareció sorprendida y confundida.
–Pero señorita… el dinero de su esposo también es suyo. Es normal que use el dinero de su esposo.
Celia sonrió con amargura.
-No, en este matrimonio, lo que es de él solo le pertenece a él.
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