Capítulo 70
Capítulo 70
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En la clínica, Celia solicitó medio día libre a Samuel en lugar de hacerlo a Sira. El le concedió el permiso sin dudarlo. Al salir de la oficina, envió un mensaje al grupo de trabajo informando sobre su cambio de turno, mencionando a Sira. Ya no le importaba si ella estaba de acuerdo o no.
Mientras tanto, cuando Fabio se enteró de que César asistiría a la fiesta de cumpleaños de Carlos, inmediatamente avisó a todos los familiares, lleno de orgullo.
Aunque Celia llevaba años casada con César, este casi nunca visitaba a la familia Sánchez; mucho menos a los parientes lejanos. Debido al matrimonio secreto, muchos dudaban que César fuera su yerno, pensando que eran puras mentiras.
Al ver el entusiasmo de su esposo, Rosa sintió preocupación.
-Fabio, parece que has invitado a demasiado parientes… César pidió que ocultáramos el matrimonio, ¿no es así?
-¿Tú también vas a ser tan inútil como Celia? -replicó, molesto-. No importa a qué mujer prefiera, Celia es su esposa. No soy tonto para permitir que se divorcien.
-Pero…
-Rosa, piensa por el bien de Carlos. Si Celia se divorcia ahora, ¿qué beneficio traería para él?
Ella bajó la mirada, dudando.
-Entiendo lo que dices. Pero, temo que esto lo moleste…
-Son solo familiares, no es para tanto. Deja de preocuparte demasiado.
Celia permanecía en la entrada con expresión impasible. Había escuchado toda la conversación sin interrumpirlos. Fue Carlos quien la descubrió al bajar las escaleras.
-¡Celia!
Fabio y Rosa notaron su presencia. Al no saber cuándo había llegado, no podían evitar preguntarse cuánto había escuchado.
-Celía, llegaste temprano. ¿Por qué no me avisaste? -Rosa forzó una sonrisa para ocultar la vergüenza.
-Da igual a qué hora llegue. -le respondió sin mostrar otras emociones.
La sonrisa de ella se desvaneció y desvió la mirada, sintiéndose culpable,
-¿Dónde está César? ¿Por qué no llegó contigo? Tu abuela y tus tíos también asistirán a la fiesta. Asegúrate de que él venga.
En comparación, Fabio se preocupaba más por su propia imagen después de haber presumido ante todos.
–Papá, no me importa si César asista a la fiesta o no. Solo quiero pasar el día con la familia.
A él no le importaban estas cosas. Pero, su actitud enfureció a Fabio.
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Capítulo 70
-¡Estúpido! ¿No piensas antes de hablar?
-Aprendí de ti, papá. —replicó Carlos.
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-¡Maldito! -Su padre palideció de ira, sintiendo que la presión arterial se le disparaba. Pensaba que, tarde o temprano, moriría del coraje que le daba su hijo.
En un restaurante, Sira almorzaba con Óscar y César. Era una comida que César había prometido como compensación por no acompañarlos durante la hospitalización del niño.
-Tío César, quiero comer esto. -pidió Óscar, señalando la langosta australiana.
-Claro. -asintió él con ternura, pidiendo al sirviente que la preparara.
Cuando el mesero le sirvió la langosta en el plato, él acercó el plato al niño.
-Así lo malcriarás. -comentó Sira, con una sonrisa satisfecha.
-No importa, mientras sea feliz. —le respondió acariciando el cabello de Óscar con ternura
Al intentar comer, el niño volcó una copa de vino sobre el pantalón de César.
-¡Osqui! —Sira casi lo regañó en ese momento, pero se contuvo para evitar revelar su verdadera cara ante César. Suavizó el tono. -Ten más cuidado. ¿Qué pasa si el vidrio lastima a tu tío César?
El niño, asustado, murmuró con los ojos enrojecidos:
-Tío César, perdón…
Temía que él lo odiara por eso. Pero César primero lo revisó para asegurarse de que no estuviera herido.
-Pues, ten más cuidado. Si vuelves a hacer algo así, no podrás ver a Tío César en el futuro.
Óscar mantenía cabizbajo, sin atreverse a hablar.
En ese momento, vibró su celular sobre la mesa.
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