Capítulo 68
Capítulo 68
Al ver sus lágrimas, Carlos se sintió un poco nervioso, sin saber cómo consolarla.
-Eh… ¿por qué lloras?
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Él no sabía cómo consolar a una mujer, mucho menos a su hermana mayor. Pero al verla llorar, su corazón se ablandó.
-No llores más. Ya no estoy enojado… De ahora en adelante escucharé tus palabras. Te prometo que controlaré mi temperamento.
Ella secó sus lágrimas y sonrió. Tomó su mano para ponerle el reloj.
-Son lágrimas de felicidad. Mi hermanito consentido ha madurado.
-¡Voy a cumplir veintiún años y ya no soy un niño! -protestó él.
Ella lo miró con una sonrisa tranquila, sin decir nada más.
Mientras tanto, Rocío fue a la oficina de César. Sin esperar a que Nicole se lo informara, ya había irrumpido en el despacho.
-¡César…!
Él estaba conversando con varios empresarios extranjeros. Todas las miradas se posaron en ella. La expresión de César se puso sombría. Al verlo así, comprendió su error.
Nicole entró, disculpándose.
-Lo siento, jefe. La llevaré de aquí ahora mismo.
Después de ser llevada fuera de la oficina, ella esperó en la sala de recepción durante media hora, hasta que César apareció.
Ella se levantó y se le acercó, con los ojos enrojecidos.
-¡César! ¡Tienes que hacerme justicia! Hoy fui a la clínica y me encontré con Celia. Tras un par de palabras, ¡su hermano maleducado me empujó! ¡Y ella tuvo el descaro de amenazarme con la abuela!
Él la míró con indiferencia y se sentó en el sofá.
-¿Has terminado?
Rocío no esperó esa actitud suya, insistió acercándose.
-¡Ellos me intimidaron!
César tomó la taza de café sobre la mesa.
-¿Ya olvidas lo que te dije? Sea como sea, Celia es tu cuñada. Fuiste a causarle problemas en donde trabaja, ¿te parece correcto? – preguntó él.
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Rocío parpadeó, sorprendida.
-¡Nunca antes la habías defendido!
-Sé que fuiste tú quien me drogó en la comida de cumpleaños de la abuela.
Mientras hablaba, clavó su mirada afilada en ella. Rocío de inmediato palideció, evitando su mirada.
-No… no sé de qué estás hablando.
-¿Necesito darte más detalle sobre cómo me drogaste? -César no cedió.
En la familia, Rocío se había atrevido a hacerle algo así. Si Celia hubiera querido usar esa artimaña, lo habría hecho hacía años.
Las piernas de ella flaquearon por el miedo. Se agachó frente a él, con lágrimas falsas, intentando explicarle:
-Perdón, no fue intencional… Es que la odio. Quería que la echaras de la familia…
Él se reclinó en el sillón, negándose a mirarla.
-No te metas en mi relación con ella. Deja de hacer estas cosas aburridas.
Rocío estaba atónita por la actitud de César. Antes, cuando humillaba a Celia frente a él, ¿nunca la había defendido?
Ahora que Sira había regresado del extranjero, él debería estar feliz y ansioso por deshacerse de ella. ¿Por qué la defendía?
César hizo un gesto a Nicole, quien se acercó y ayudó a Rocío a levantarse. Luego la llevó fuera de la oficina. Durante todo el proceso, Rocío no logró entender el cambio de la actitud de César…
***
Al anochecer, Celia regresó a casa. Llevó a Carlos a un restaurante francés para cenar.
-Antes decías que este tipo de lugares eran un desperdicio de dinero, ¿no? -comentó Carlos, sorprendido de que Celia había elegido un restaurante muy costoso. Después de que se casó con César, ella nunca había comido en lugares como este.
Celia jugueteó con su pasta y le respondió con calma:
-Algunos gastos valen la pena. Además, mañana es tu cumpleaños.
Durante estos seis años de matrimonio, ella siempre usaba dinero con prudencia, temiendo que su esposo la considerara derrochadora. Por eso, había ahorrado una suma considerable, que era suficiente para comprar una casa en Rivale.
-Celía, has cambiado. -dijo su hermano, observándola. Aliora Celia le daba una sensación diferente a la de
antes.
Ella sonrió, tomando un sorbo de jugo.
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Capítulo 68
-Dicen que la mujer cambia como la luna. Yo tengo mis fases.
Carlos también rio.
-Pues, tienes razón.
Luego, una voz familiar los interrumpió.
-¿Celi?
Ella levantó la vista y vio a Alfredo, acercándose a su mesa.
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