Capítulo 67
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Capítulo 67
Sira esperaba con ansias ver cómo le daba la cachetada, pero un hombre, quien agarró la muñeca de Rocío y la empujó con fuerza.
-Si te atreves a golpear a mi hermana, ¡verás lo que te pasa! -le gritó Carlos.
Ella retrocedió varios pasos desequilibrada por el empujón. Sira, temiendo verse lastimada, no la protegió y solo pudo ver cómo chocaba contra el mostrador de enfermería.
En la vida de Rocío, nunca había alguien que se atrevió a tratarla así. Aguantando el dolor en la cintura, lanzó una mirada llena de odio a los dos.
-¡Se atreven a golpearme! ¡Les juro que haré que César expulse a toda su familia de la capital!
En ese momento, Sira se apresuró a acercarse a ella.
-Rocío, ¿estás bien? -le preguntó con falsa preocupación, y luego miró a Celia acusándola.
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— Celia, te has pasado la raya. ¿Cómo permitiste que su hermano la empujara?
—¿Acaso estás ciega? —él le señaló, con su rostro distorsionado por la ira—. ¡Ella estaba a punto de golpear a mi
hermana!
Sira palideció. La ira descontrolada de Carlos le recordó el miedo que ese hombre le había causado en el pasado.
Celia jaló a Carlos hacia atrás para detenerlo.
-Basta ya. No vale la pena discutir con ellas.
Carlos, enrojecido, ya no podía contener su furia.
-¿Que no vale la pena? ¡Si no hubiera llegado a tiempo, te habría lastimado! ¿Y qué si ella es la estimada señorita Herrera? ¡Tú eres su…!
-¡Carlos! -Su hermana lo interrumpió antes de que pudiera terminar.
Carlos apretó los puños, tragándose las palabras que quería decir. Celia puso sus manos sobre sus hombros y lo obligó a mirarla.
-Sé que lo hiciste porque te preocupas por mí, pero me prometiste que no serías tan impulsivo, ¿cierto?
Él miró hacía otro lado, indignado.
-Eres demasiado amable con ellas.
-No es así.-Celia sonrió impotente-, Si una perra me ladra, ¿acaso debo ladrarle de vuelta?
Rocío reaccionó enfadada tras segundos.
-¿¡Me estás comparando con una perra!? -exclamó.
-¿No la eres?-le replicó. Puedo permitir que alguien te traiga aquí para que me ladres y me molestes, pero
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Capítulo 67
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en vez de eso quisiste atacarme. No olvides que, si intentas usar la influencia de los Herrera para intimidarme, primero tendrás que convencer a tu abuela.
-¡Maldita sea! -escupió Rocío. La mera mención de su abuela ya la silenció.
Valeria todavía estaba enojada con ella por lo ocurrido aquel día. Si la anciana se enteraba de que había venido a la clínica con Sira para causarle problemas a Celia… ¡la echaría de la casona!
Furiosa, se dio la vuelta y se marchó sin decir nada más. Sira, al verla alejarse, se puso pálida. Giró y miró a los hermanos Sánchez, apretando con fuerza los puños. ¿Cómo era posible que Celia pudiera callar a Rocío usando a su abuela? Y lo peor… ¡había funcionado! ¿Acaso esa maldita tenía alguna conexión con la bruja Herrera?
***
Celia llevó a Carlos a su oficina. Al verlo todavía molesto, sacó el regalo de su cajón.
-Vamos, mañana es tu cumpleaños. No te sientas enojado hoy. -Le dijo, entregándole la caja-. Esto es para ti.
Carlos la abrió y encontró el reloj de edición limitada que tanto había deseado.
-¡Vaya! ¿Cuándo lo compraste? -rio con alegría.
-Esta mañana, de camino a la clínica, fui al centro comercial. -le respondió ella—. Recuerdo que una vez dijiste que querías este reloj.
Antes de casarse con César, ella nunca olvidaba los cumpleaños de Carlos. No importaba qué le regalara, él siempre estaba muy feliz.
Pero después de su matrimonio, todo cambió. Se dio cuenta de que ella ya no le prestaba tanta atención a su propio hermano como antes. A veces, debido a los comentarios negativos de los Herrera, también creía que él tenía un carácter inestable e impulsivo, que siempre le daba vergüenza como a sus padres.
Pensando en eso, se le llenaron los ojos de lágrimas.
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