Capítulo 62
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Capítulo 62
Le dejó a César esas palabras indiferentes y entró al ascensor sin volver a mirarlo, sin importarle la reacción que él tuviera. Al llegar al primer piso, usó el teléfono de recepción para hacer una denuncia anónima a la fiscalía. Originalmente, planeaba hacer la denuncia cuando se fuera de la ciudad, pero ahora ya no quería seguir tolerando esas humillaciones.
***
Dos días después, los rumores sobre Celia como amante de Felipe desaparecieron cuando la policía se lo llevó para interrogarlo.
En su consultorio, Celia explicaba los detalles y las recomendaciones de una cirugía de tumor cerebral a un paciente y su familia. Al verlos salir del consultorio, la señora Fernández irrumpió, enfurecida.
Ana no logró detenerla y gritó, preocupada.
-Señora Herrera, ¡está en la clínica! Si sigue así, ¡llamaremos a la policía!
-¡Lárgate!
La mujer apartó a Ana con un empujón antes de acercarse a Celia.
—¡Maldita sea! ¿Fuiste tú quien denunció a Felipe? —la insultó histéricamente.
Celia mantuvo una sonrisa serena.
-¿Qué tiene que ver conmigo?
-¡Sé que fuiste tú! -le gritó la señora, dispuesta a golpearla, pero dos guardias la sujetaron a tiempo.
Sira llegó en ese momento. Calmó a la mujer y luego miró a Celia.
-Celia, lo que hiciste fue demasiado lejos. Al fin y al cabo, el doctor Fernández es tu colega. ¿Por qué fuiste tan cruel?
Sira no esperaba que Celia fuera tan vengativa y que de verdad hubiera llamado a la policía.
Celia sonrió con sarcasmo.
-Pues, cuando me difamaban, nadie pensó que éramos colegas.
-Aunque quiera negar su relación con el señor Fernández…
-Sira, cuidado con tus palabras. La difamación es un delito -la interrumpió Celia.
Síra apretó los puños y las palabras saltaron entre sus dientes.
-Celia, de todos modos, fuiste cruel.
Celía la míró y se burló, sonriendo.
-Ah, pero te equívocas. El doctor Fernández fue arrestado por aceptar sobornos. Ya lo están investigando.
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Capítulo 62
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Doctora Núñez, ¿tal vez también lo sobornó?
La señora Fernández palideció. Sabía de las malas acciones de su esposo. Sin embargo, como ella también se había beneficiado de los sobornos, tuvo que defender a Felipe.
-¡Son todas mentiras! ¡Felipe nunca haría algo así! -su voz perdió fuerza debido a la culpabilidad.
La expresión de Sira también se tornó sombría. No esperaba que Celia supiera sobre los sobornos de Felipe.
-En lugar de molestarme aquí, mejor busquen una solución para evitar ser involucradas. Los cómplices también son penalizados -les dijo Celia, intentando hacer que salieran de su consultorio.
Sira apretó los puños y salió sin decir otra palabra. La señora Fernández ya no se atrevió a quedarse, siguió a Sira de inmediato, preocupada por el futuro de su esposo.
-¡Señorita Núñez! -agarró la muñeca de Sira y le rogó-: Tiene que ayudar a Felipe… ¡No se puede dar el lujo de perder el trabajo! Además, sufrió todo esto por usted…
-¡Cállate! -Sira la interrumpió, temiendo que la estúpida revelara el plan secreto entre ellos.
Al notar las miradas de los demás, Sira se obligó a calmarse para enfrentar a la situación.
-No te preocupes. Por supuesto que ayudaré a Felipe.
La otra finalmente se alivió.
-Muchas gracias… Esperaré sus buenas noticias.
Al quedarse sola, Sira dejó salir su rabia. Apretó con fuerza los puños, emanando un aura aterradora. Creía que podría expulsar a Celia de la clínica con su plan, pero ahora, no solo su plan había fracasado, ¡sino que también la puso en un dilema!
Y, aunque César había “reconocido” su relación públicamente, después de acompañarla a su oficina ese día, se había marchado con excusas, ¡ni siquiera se quedó a tomar un café y charló un poco con ella! Además, ya llevaba semanas sin visitarla, ni siquiera después de que Osqui saliera del hospital. 1
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