Capítulo 52
Capítulo 52
+25 BONUS
Felipe palideció, sin esperar que ella no solo presentara excusas, sino que además encontrara sus fallas en los detalles.
Con las palabras de Celia, los directivos comprendieron lo ocurrido. Sin embargo, este tipo de “acoso laboral” les parecía trivial. Mientras no afectara sus intereses, preferían hacerse de la vista gorda.
Sira apretó los puños con fuerza y se mordió sus labios antes de ceder.
-Fue un descuido de mi parte. Lo siento, Celia. Después de la reunión, haré que te incluyan al grupo.
Celia asintió, aceptando muy naturalmente la solución.
-Mil gracias.
Sira dejó de sonreír, desvió la mirada y sus ojos se tornaron fríos.
Una hora después, terminada la reunión, Celia regresó a su oficina. Pronto recibió la notificación de invitación al grupo enviada por Sira. Echó un vistazo a la pantalla pero lo ignoró, continuando con la organización de documentos para su traslado.
En ese momento sonó su celular. Era una llamada de Rosa. Dudó un largo rato antes de responder:
-Hola, dime.
—Celia, ¿estás libre esta tarde? Quiero hablar contigo.
Tras varios segundos de silencio, Celia accedió.
-Está bien.
***
Por la tarde, Celia llegó al restaurante donde habían quedado. Rosa la miró con una sonrisa.
-Celia, ¿qué quieres comer? Te ayudo a pedir los platos.
Celia estuvo a punto de rechazarla, pero finalmente le dijo:
-Me da igual.
Si Rosa realmente se preocupara por ella, sabría sus gustos sin necesidad de preguntar.
Rosa guardó silencio por un momento, sintiendo remordimiento.
-Dime directamente lo que necesita le dijo Celia, sabiendo que Rosa quería pedirle algo.
Rosa bajó la mirada y le propuso con vacilación:
-Celía, sé que has sufrido mucho en este matrimonio, pero… ¿podrías esperar a que Carlos logre un puesto en el sistema del servicio público antes de divorciarte?
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Capítulo 52
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Ya era la solución que había encontrado para complacer a ambas partes. Celia ya había anticipado los dos motivos de esta charla: el futuro de Carlos y otro sacrificio suyo. Por eso, al oír esas palabras, no sintió nada.
Rosa la miró con expectativas, temiendo su rechazo.
-Te lo prometo. Cuando Carlos tenga trabajo estable, no te molestaremos más…
-Me dijo lo mismo la última vez -Celia la interrumpió con calma.
Este distanciamiento aumentó la culpa de Rosa.
-Celia, somos una familia. No seas así.
—¿Familia? — murmuró Celia, buscando en vano el cariño que siempre anhelaba, pero no encontró nada.
-El interés que me han mostrado nunca se comparó al de Carlos. ¿Familia? Me he sentido como una extraña. Si solo querían a su hijo, ¿por qué no me ahogaron al nacer?
—¡Son diferentes! -Rosa perdió el control y le gritó en voz alta, atrayendo las miradas de otros comensales en el restaurante.
Al darse cuenta de su arrebato, Rosa palideció ligeramente.
-Total, tú y Carlos son distintos.
Celia rio amargamente, con los ojos llenos de lágrimas.
-Soy también su hija. ¿En qué somos distintos?
Rosa desvió la mirada, sin responderle.
Al no obtener respuesta, Celia dejó de insistir. La actitud de Rosa lo decía todo. Quizá así, en dos meses, podría irse sin remordimientos. 1
Con sonrisa resignada, bebió su agua y se levantó sin probar la comida
-Solo tienen dos meses. Si Carlos no aprueba el examen en dos meses, todo lo relacionado con la familia Sánchez dejará de importarme. Después de eso, busquen a César o a quien sea, pero no a mí, porque ya no me encontrarán.
Dicho esto, tomó su bolso y se marchó con amarga sonrisa.
Rosa se quedó sentada, confundida por sus últimas palabras, pero sin profundizar en ellas.
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