CapÃtulo 433Â
El alto funcionario del ministerio judicial vaciló. ParecÃa tener dudas.Â
–Â
Pero…Â
-El caso de Sira Núñez es un asunto penal. Candela no fue contratada formalmente, pero solicitó una evaluación psiquiátrica para la sospechosa por iniciativa propia. Creo que eso ya viola la ética profesional, ¿ cierto?Â
La insinuación era evidente. Mientras hablaba, César acariciaba distraÃdamente el borde de la taza y continuó:Â
-En muchos casos, cuando el asesino busca una reducción de condena, suele fingir tener problemas psiquiátricos.Â
El funcionario lo meditó con mucha cautela, luego alzó su copa y brindó con César.Â
-Ya entiendo lo que quiere decir. Haré que supervisen el resultado.Â
Una vez terminada la cena, César salió del restaurante. Apenas llegó a su auto, apoyó una mano en la puerta y empezó a toser violentamente. Nicole se apresuró a salir del auto y le tendió un pañuelo de seda.Â
-Jefe, ¿está bien?Â
Él retiró la mano que cubrÃa su boca y, con la otra, tomó el pañuelo. Subió al auto antes de responder:Â
-Estoy bien. Vámonos.Â
Nicole apretó los labios. Sin más remedio, volvió al asiento del conductor. César limpió las manchas de sangre en su palma con el pañuelo. Estaba débil, pero aún mantenÃa una serenidad imperturbable.Â
***Â
Dos dÃas después, Candela le entregó el informe de Sira al personal de custodia. Cuando este vio el diagnóstico de trastorno psiquiátrico en el informe, le preguntó:Â
-¿Lo saben sus familiares?Â
-Ya lo he notificado.Â
El personal de custodia echó un vistazo a la habitación.Â
-Entonces, ¿usted va a ser su abogada defensora?Â
Candela sonrió suavemente.Â
-Si la paciente padecÃa una enfermedad mental preexistente, entonces el caso de maltrato infantil bien pudo ocurrir cuando carecÃa de autocontrol o consciencia. He llevado varios casos de madres solteras con trastorno bipolar o esquizofrenia que maltrataron a sus hijos durante esos episodios. Si realmente fue por causa de la enfermedad, el castigo de la ley no será tan severo. Después de todo, ninguna madre odia a su propio hijo.Â
-Pero, debe entender que la identidad de Sira Núñez es especial-dijo el otro con voz bajita-. Involucrarse tan imprudentemente en su caso probablemente le costará su carrera.Â
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Candela no esperaba esa advertencia, pero tampoco le dio importancia.Â
-Solo busco revelar la verdad al público. No he hecho nada malo mintió.Â
El personal de custodia negó con la cabeza.Â
-Si insiste tanto, no puedo hacer nada más. Se lo he advertido.Â
Poco después, personal de la comisarÃa llegó para completar los trámites de alta de Sira y se la llevaron de vuelta a la comisarÃa para que siguiera bajo custodia continua.Â
Cuando sacaron a Sira del edificio del hospital, Candela se acercó a ella y le susurró:Â
-Con los resultados de la evaluación, buscaré una manera para que te declaren inocente.Â
Sira no respondió, pero el leve arqueo de su ceja fue respuesta suficiente.Â
Después de la breve conversación, Sira fue llevada de vuelta a la comisarÃa, donde permaneció detenida a la espera de sentencia.Â
El agente a cargo del caso revisó el informe de la evaluación psiquiátrica forense de Sira y guardó silencio durante un largo rato. El agente más joven se le acercó y también lo vio.Â
-¿En serio tiene una enfermedad mental? Si es asÃ, la sentencia será más leve. -Suspiró el joven.Â
El agente veterano dejó de lado el informe con calma. De hecho, él ya lo habÃa esperado. Tomó su taza y bebió un sorbo de café.Â
-Lo veremos cuando llegue el dÃa del juicio.Â
***Â
Celia y Ana estaban en un concesionario. De repente, Celia recibió una llamada de la señora Sanz y se apartó paraÂ
atenderla.Â
-Celia, lo siento mucho. Acaban de informarme que alguien intervino en los resultados de la evaluación de Sira Núñez. La otra parte es una figura poderosa y mi viejo amigo no pudo ayudarme esta vez.Â
Ese resultado fue, sin duda, decepcionante. Conteniendo la desilusión en su interior, Celia le respondió:Â
-Ya veo… -Forzó una sonrisa-. No se preocupe. El hecho de que estuviera dispuesta a ayudarme ya es un honor para mÃ.Â
-Lo lamento mucho, de verdad. La próxima vez que necesites ayuda, dÃmelo. Haré todo lo posible por ayudarte.Â
-Le estoy muy agradecida, señora Sanz.Â
Después de intercambiar unas palabras más con la señora, Celia colgó. Ana, que estaba probando un auto, notó su decepción. Le dijo algo al vendedor y se acercó a Celia.Â
-Celia, ¿qué pasó?Â

 
	 
						
					 
		 
		 
		 
		