CapÃtulo 412Â
Celia se dirigió al balcón con el celular.Â
-¿Qué demonios?Â
+25 BONUSÂ
Sira fue traÃda a la sala de emergencia para reanimación. Dijeron que sufrió una ruptura del bazo con hemorragia masiva y conmoción cerebral. Acaban de estabilizarla y la ingresaron en la UCI–explicó Ana, escondida en un rincón y hablando en voz bajita para evitar hacer ruido. Ahora la policÃa está vigilando su habitación. Cuando entré, la observé. Está muy malherida, hasta perdió el control de la vejiga. Pero lo extraño es que estaba detenida, ¿por qué…?Â
Celia entrecerró los ojos, ni ella misma entendÃa esa situación. HabÃa considerado la posibilidad de que fuera una treta de Sira, una estrategia para ganar simpatÃa y obtener la libertad bajo fianza. Pero habÃa terminado en la sala de reanimación…Â
-¿Será que está recibiendo su merecido? -Ana recordó algo y resopló-. ¡Ella antes le hizo lo mismo a tu hermano! Ahora le toca a ella. ¡Es lo que se merece!Â
Celia se sorprendió. ¿SerÃa un castigo para Sira? Pero no creÃa que fuera solo un accidente. Y mucho menos, en ese momento tan oportuno…Â
-¿Celia? -Ana la llamó al notar su silencio prolongado.Â
Celia volvió en sÃ.Â
-Bien, ya lo sé. Gracias por avisarme.Â
-Tontita, no tienes por qué darme gracias por eso. -Rio Ana.Â
Después de colgar, la señora Juárez salió envuelta en un chal.Â
-¿Ya te vas?Â
Ella asintió.Â
-SÃ, señora. Estoy muy agradecida por su invitación de hoy.Â
La señora Juárez tomó su mano y sonrió.Â
-No fue nada. Siempre que quieras, eres bienvenida.Â
***Â
Cuando Sira despertó, no podÃa mover ni un dedo. Su oÃdo izquierdo parecÃa obstruido por algo, porque no podÃa oÃr nada.Â
-¿Qué le pasa a mi oÃdo…? -murmuró.Â
Ignorando el dolor, forcejeó por incorporarse. En ese momento, una enfermera se acercó y la sujetóÂ
-¡Señorita! ¡Aún no puede levantarse!Â
-i¿Por qué no oigo por un oÃdo?!–Sira agarró a la enfermera y gritó histéricamente. Ya estaba fuera de control.Â
La policÃa, al oÃr el alboroto, acudió y la separó de la enfermera.Â
-¡No oigo por un ofdo! ¡Fue culpa de ellas! ¡Lo hicieron a propósito!Â
Mientras gritaba, las venas del cuello de Sira sobresalÃan, y su cara estaba enrojecida por la ira.Â
–Oficial, ¡fue premeditado! ¡Alguien las mandó a hacerlo! ¡Fue Celia Sánchez! ¡Si, seguro fue ella!Â
-Investigaremos este asunto a fondo. No dejaremos escapar a ningún sospechoso. Ahora, cálmese. El agente intentóÂ
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Coptulo 412Â
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calmarla primero, luego le preguntóÂ
Famihares…Â
¿Tiene otros familiares? Ahora permitimos que un familiar venga a acompañarlaÂ
Un destello de rencor pasó por los ojos de Sira, pero entonces recordó a una persona.Â
-Si–respondió con firmezaÂ
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Mientras tanto, Celia regresó al hotel. Al pasar frente a la habitación de César, se detuvo y se quedó pensativa. Aunque le costat creer que fuera él, pero…Â
En ese momento, la puerta se abrió de repente. Era Jaime.Â
-¿Señora?-la saludó.Â
Celia inclinó ligeramente la cabeza en señal de saludo, luego miró hacia el interior de la habitación: César estaba sentado en el sofá, con su saco sobre los hombros. Sobre sus piernas cruzadas descansaba una carpeta. No llevaba abrochado el cuello de la camisa. La luz que se filtraba tras las cortinas blancas, iluminando su cara con una palidez llamativa.Â
Jaime se hizo a un lado para dejarla entrar. César cerró la carpeta que sostenÃa y alzó la vista.Â
-¿Necesitas algo? -Su voz sonó ronca.Â
Celia apretó los labios y habló lentamente:Â
-Lo de Sira… ¿fuiste tú?Â
El bajó la mirada después de un silencio.Â
-¿Esperas que haya sido yo?Â
Ella guardó silencio.Â
Él se recostó en el sillón y sonrió levemente.Â
-No fui yo.Â
Celia lo miró, sin detectar nada extraño en su expresión. Iba a irse cuando él la detuvoÂ
-Si hubiera sido yo, ¿qué habrÃas hecho?Â
CelÃa se detuvo en seco y volvió la cabeza.Â
-Nada.Â
César asintió y no dijo nada más.Â
***Â
Al dÃa siguiente, Sira esperaba ansiosa la llamada de Beatriz. La policÃa vigilaba la UCI por turnos. En su estado actual, ni siquiera tenÃa oportunidad de escapar. Solo podÃa depositar sus esperanzas en Beatriz.Â
Mientras, otro agente se acercó rápidamente. Por un instante, los ojos de Sira se llenaron de expectativa.Â
-¿¡Ya vino!?Â
-Señorita Núñez, ¿está segura de que es su familiar? Enviamos a alguien a preguntar, y ella dijo que no tiene ningún tipo de parentesco con usted.Â
Capitulo 412Â
Esas palabras extinguieron por completo la esperanza de Sira.Â
-¿Cómo es posible…?Â
murmuró. Ella dijo que me ayudarÃa….Â