CapÃtulo 408Â
-¡No tienen pruebas! –gritó Sira.Â
Su fachada de comprensión y amabilidad dentro del equipo habÃa sido completamente destruida en esteÂ
momento.Â
-Todos en el grupo A sabÃamos que ese informe ya estaba invalidado. Solo el Grupo B no lo sabÃa. Celia sonrió con calma. Entonces, la persona del grupo B más alterada en este momento serÃa quien precisamente contactó con el grupo Nolan.Â
Sira quedó estupefacta, mirando con incredulidad a los miembros del Grupo A, cuyas expresiones no mostraban sorpresa, sino que parecÃan ya estar preparados. Ella lo entendió de inmediato. Se rio con amargura: le habÃan tendido una trampa.Â
-¡Celia Sánchez, eres tan astuta!Â
-En comparación contigo, mis tretas son solo pequeñas maniobras —respondió Celia sin inmutarse—. Yo nunca te he provocado, pero tú has conspirado y tendido trampas contra mà una y otra vez. Si esta vez no me hubiera preparado, habrÃa caÃdo de nuevo en tu juego.Â
Los altos cargos llamaron a seguridad para llevar a Sira a la comisarÃa. Cuando los guardias se acercaron a sujetarla, ella forcejeó.Â
-¡Soy estudiante del doctor Adler! ¡No me toquen!Â
-Dios mÃo, ¿qué está pasando aquÃ?Â
Izan llegó justo en ese momento. Al entrar en la sala de conferencias, se encontró con esta escena.Â
Sira empujó a los guardias y corrió hacia él.Â
-¡Maestro! ¡Sálveme!Â
Antes de que Izan pudiera reaccionar, Antonio le explicó todo con calma:Â
-Los resultados que publicó el grupo Nolan se los dio ella.Â
Izan miró a Sira, sorprendido, pero ella lo negó.Â
-¡No es asÃ!Â
-Antonio, ¿estás seguro de todo esto? -preguntó Izan aún incrédulo.Â
-Cuando el grupo Nolan se dé cuenta del problema con los resultados de la investigación, contactará a esa persona, ¿cierto?Â
Sira palideció instantáneamente. Y justo en ese momento, su celular sonó. Un silencio repentino se apoderó de la sala de conferencias. El timbre sonó como una campana que anunciaba su condena.Â
Celia alzó ligeramente una ceja.Â
-¿Por qué no contestas?Â
Capitulo 408Â
+25 BONUSÂ
Es que…Â
Bajo la mirada de todos los presentes, Sira no tenÃa escapatoria. En ese momento, ni siquiera tenÃa oportunidad de inventar una excusa.Â
Izan estaba profundamente decepcionado.Â
-¿Realmente fuiste tú? Con tu talento y capacidad, ¿por qué hiciste algo que arruinarÃa tu propio futuro?Â
-Doctor Adler, creo que usted se dejó engañar por ella desde el principio.Â
-¡Celia! ¡Basta, déjame en paz! –Sira gritó, fuera de control.Â
-Si yo te dejo en paz, ¿quién me dejará a mà en paz? -Celia miró al profesor Ander sin inmutarse, ignorando la mirada asesina de Sira-. Esa tesis de hace diez años nunca fue suya. Si ella realmente tuviera esa capacidad, ¿ cómo es que ni siquiera pudo detectar los problemas en los datos?Â
Al oÃr esto, Antonio arrugó la frente.Â
-¿Qué tesis de hace diez años?Â
-La tesis sobre trasplante de células madre cerebrales. Usted la revisó antes.Â
¿Antonio la habÃa revisado? Izan se sorprendió.Â
-¿Entonces… usted leyó esa tesis? -preguntó.Â
Antonio pareció comprender algo. Se masajeó la cabeza adolorida…Â
-Esa tesis fue el trabajo de graduación de Celia. Yo lo leÃ. Pero, no entiendo por qué terminó siendo la obra de otra persona.Â
Izan miró a Celia, con una chispa de admiración brillando en sus ojos. Cuando Sira admitió que la tesis era suya, él nunca mostró esa mirada de sorpresa.Â
Sira se quedó en su lugar, incrédula. ¿¡Cómo podÃa ser que esa tesis fuera de Celia Sánchez!?Â
Entonces, cuando ella habÃa insinuado que la tesis era suya, ¡Celia ya estaba esperando para verla hacer el ridÃculo! No podÃa creer que, ese dÃa, ella también hubiera sido manipulada sin siquiera darse cuenta…Â