CapÃtulo 401Â
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SÃ, ella odiaba a César. Lo odiaba por su despreciable deslealtad. No obstante, detestaba aún más a Celia, porque su existencia habÃa arruinado todos sus planes. Si Celia no existiera, ella se habrÃa convertido en la esposa de César y habrÃa escapado del control de ese demonio frente a ella hacÃa mucho tiempo.Â
Sergio meció suavemente la copa en su mano, y al ver el intenso rencor en sus ojos, se rio.Â
-Ahora demuéstrame tu sinceridad.Â
Sira se tensó. Al instante, entendió su insinuación y palideció.Â
***Â
Por la tarde, Celia entró apresuradamente en el ascensor. Al ver a Nicolás dentro, se detuvo bruscamente por la sorpresa. Al encontrar su mirada, desvió la vista y lo saludó con una sonrisa:Â
-Pues… Qué coincidencia.Â
Dicho esto, se paró a un lado. Nicolás observó confundido la nuca de Celia y entrecerró los ojos.Â
-Hoy pareces un poco rara.Â
Ella mantenÃa una sonrisa forzada.Â
-¿Rara? ¿Por qué?Â
-Porque ni siquiera me miras.Â
Celia se detuvo en seco. Tras varios segundos, volvió la cabeza lentamente hacia él.Â
-¿Y eso… qué tiene de extraño?Â
¿Él habÃa descubierto que ella oyó su conversación? Celia se sintió de inmediato nerviosa y un poco avergonzada. Nicolás se tocó la mejilla, bajo la mirada y se quedó pensativo.Â
-¿Tengo algo en la cara?Â
-Pues… no, nada.Â
-Entonces, ¿no quieres verme?Â
Fue una pregunta tan directa que Celia se quedó sin palabras por un momento…Â
-Ups… -dijo ella con una risita incómoda-. Que observador eres…Â
En ese momento, el ascensor llegó a la planta baja. Nicolás salió primero, y Celia lo siguió, preocupada por si habÃa sido demasiado distante, y se apresuró a alcanzarlo.Â
-¡Doctor Gómez!Â
No era que no quisiera verlo, solo que aún necesitaba tiempo para procesar la información. Justo ahora, no sabÃa cómo enfrentarse a él. De la nada, Nicolás se detuvo bruscamente y se volvió. Ella no frenó a tiempo y chocóÂ
Capitulo 401Â
contra su espalda. Instintivamente, él extendió las manos para sostenerla.Â
-¡¿Qué están haciendo?!Â
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Justo en ese preciso y desafortunado momento, César fue testigo de este pequeño accidente.Â
César se acercó, con cada paso su mirada se ensombrecÃa, impregnada de hostilidad. Celia retrocedió un poco, distanciándose de Nicolás. En ese instante, César tomó su muñeca, la llevó a su lado y rodeó sus hombros con elÂ
brazo.Â
Nicolás retiró su mirada y miró a César.Â
-Señor Herrera, me temo que ha malinterpretado la situación.Â
-Malentendido o no… Creo que solo usted lo sabe -le refutó César.Â
Nicolás arrugó el entrecejo, mientras Celia tomaba del brazo de César, persuadiéndolo.Â
-César, solo fue un accidente.Â
Al oÃrla defendiéndolo, la expresión de César se oscureció aún más y su tono se volvió implacable.Â
-Si fue un accidente o no, lo determinaré yo.Â
Antes de que Celia pudiera decir algo más, él se la llevó. Nicolás se quedó en su lugar, mientras su mirada se endurecÃa.Â
***Â
César la llevó al auto. Se quitó la corbata y le indicó al conductor que bajara. Como ella forcejeaba, César la inmovilizó contra su pecho y reclinó el asiento. Ella cayó en el asiento. Sin darle tiempo para reaccionar, César le sujetó la mandÃbula y selló sus labios con los suyos.Â
Cuando sintió que él estaba a punto de perder el control, Celia mordió su labio hasta hacerlo sangrar y le dio una cachetada.Â
El sonido rompió la agitación en silencio dentro del auto. César quedó petrificado en su asiento. Bajo su camisa abierta y desordenada, se veÃan con claridad sus clavÃculas enrojecidas por el deseo.Â
Celia permaneció pasmada por unos segundos antes de que su mirada se aclarara y se clavara en él.Â
-Escucha, no me importa si me crees o no, fue un accidente. No tienes por qué reaccionar asÃ.Â
El pecho de César se elevaba y se hundÃa con cada respiración.Â
-¿Acaso no puedo sentirme triste? —dijo con voz ronca.Â
Al comprender su silencio, él se rio con amargura. Sus ojos estaban enrojecidos.Â
-Eres tan despiada conmigo…Â
Capitulo 402Â
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CapÃtulo 402Â