CapÃtulo 398Â
Cuando Celia usó la tarjeta de repuesto para entrar a la habitación, las luces de la sala estaban apagadas. Cerró la puerta silenciosamente, queriendo regresar a su propia habitación, pero la luz detrás del gabinete de licores de la barra se encendió de repente.Â
Ella se quedó atónita y miró a César, quien salÃa vistiendo una bata y sosteniendo una copa de vino:Â
-¿No dormiste?Â
-No puedo dormir. -El dejó la copa sobre la encimera de mármol gris y miró a Celia-. ¿Regresas tan tarde?Â
-Trabajé hasta tarde. -Su mirada pasó por la copa en su mano e inconscientemente dijo-: Con tu condición de salud tan mala, deberÃas beber menos alcohol.Â
Él se detuvo. Un destello apareció en sus ojos sombrÃos, pero desapareció de inmediato, quedando impasible:Â
-Tranquila, no moriré. Por un tiempo no podrás convertirte en viuda, lamento decepcionarte.Â
Esas palabras tenÃan un tono realmente sarcástico.Â
Celia no quiso discutir con él y estaba a punto de entrar a su habitación cuando él la detuvo:Â
-Celia.Â
Ella se volvió:Â
-¿Ahora qué?Â
Él fijó su mirada, como queriendo decir algo. Las palabras llegaron a su boca, pero se detuvieron, finalmente solo salió:Â
-Descansa mejor temprano.Â
Celia no dijo nada más y entró a su habitación.Â
César observó su figura alejarse. La mano que sostenÃa la copa se tensó, con sus venas notoriamente marcadas. En su mente resonaban las palabras de la llamada que RocÃo le habÃa hecho ese dÃa.Â
“¿Crees que Celia realmente está a tu lado de corazón? Escuché personalmente al señor Rojas decir que ella aceptó quedarse a tu lado porque la tÃa le prometió que cuando te recuperaras los dejarÃa divorciarse, ¡no es por ti!”Â
Se sentó frente a la barra, cubriendo su cara. El dolor en su corazón era tal que apenas podÃa respirar.Â
***Â
Al dÃa siguiente, en la capital.Â
—¡Abuela, no quiero ir al extranjero!Â
En la sala de la casona, RocÃo le suplicaba a Valeria:Â
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Capitulo 398Â
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-¿Por qué César tiene que tratarme asÃ? ¿Solo por Celia? ¡Al principio fue él quien ignoró a Celia, no puedo ser culpada por eso!Â
—Yahora, qué bien, dice que estoy causando problemas entre ellos. ¡De inmediato quiere enviarme al extranjero, por qué! Después de todo también soy una señorita de los Herrera, ¡también soy su nieta!Â
—Mi mamá tenÃa razón. Si hubiera sabido que César serÃa tan desagradecido y no tendrÃa lugar para mÃ, ¡hubiera sido mejor escuchar a mi mamá y competir con César por la herencia…!Â
Valeria se frotaba las sienes, tenÃa dolor de cabeza por sus gritos, pero justo escuchó esa última frase:Â
-¿Competir por qué?Â
RocÃo se quedó rÃgida. Solo tenÃa resentimiento en el corazón, pero no esperaba que en su prisa lo dijera en voz alta.Â
-No, no dije nada.Â
—¿Macarena te dijo acaso que compitas con César por la herencia? -Valeria la miró incrédula.Â
Ella se asustó y trató de explicar:Â
-¡Abuela, no quise decir eso!Â
-No me sorprende que Macarena tenga esa idea, pero no esperaba que tú también tuvieras ese pensamiento. – Valeria respiró profundamente, sintiendo cierta aversión hacia RocÃo-. César tiene sus razones para enviarte al extranjero a estudiar. Si sigues asà junto a tu madre, ¡quién sabe en qué te convertirás!Â
-Abuela…Â
-¡Basta! -Valeria fue tajante y llamó a Marina-. Da la orden, en estos dÃas RocÃo debe ser enviada al extranjero sin falta.Â
Marina preguntó:Â
-¿Y cómo lo explicaremos con su padre…?Â
-Yo hablaré personalmente con David.Â
Nicole estaba afuera de la puerta sin entrar, solo escuchó lo que sucedÃa adentro.Â
Se dio la vuelta para irse, salió del patio y no olvidó llamar a César para informarle que Valeria habÃa aceptado enviar a RocÃo al extranjero.Â
César hojeaba una revista sin mucho interés y respondió con un simple:Â
-¿Hay algo más?Â
-SÃ, el hijo de Mario Quiroga regresó al paÃs.Â
César detuvo el movimiento de pasar la página, pensativo.Â
Al mismo tiempo, en el centro de investigación, Sira fue al laboratorio a revisar los resultados. Cuando nadieÂ
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prestaba atención, estaba a punto de fotografiarlos con su celular, pero desafortunadamente, alguien la llamó.Â
-Celia, llegaste.Â
Sira guardó apresuradamente su celular y se volvió.Â
Celia también la miró.Â