CapÃtulo 392Â
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Celia y César regresaron a esperar. Se sentaron frente a frente sin que entre ellos dos mediara palabra alguna. Después de un largo silencio, él recostó su cuerpo en el respaldo de la silla y aflojó el cuello de su camisa:Â
-¿No tienes nada que decirme?Â
Celia lo miró.Â
-¿Qué quieres escuchar acaso?Â
El pareció querer hablar, pero se contuvo. Quizás sabÃa que lo que ella dijera no serÃa nada bueno, asà que no preguntó más.Â
VÃctor regresó con algo de aturdimiento aún en su semblante, como si todavÃa estuviera sumido en la nostalgia del reencuentro con una vieja conocida.Â
-¿Tuvieron una conversación agradable? -dijo César de repente.Â
Sonaba un tanto burlón. VÃctor malhumorado le contestó:Â
-Solo fueron unas palabras porque hace mucho que no nos veÃamos, no pienses cosas raras y no le digas nada a tu madre.Â
-¿Acaso necesita que yo vaya con el chisme? -César acomodó los cubiertos-. Con el carácter de ella, usted lo sabe bien cómo se va a comportar.Â
Celia apretó los labios en ese momento.Â
VÃctor de repente la miró y luego cambió de tema:Â
-Ordenemos mejor primero, terminemos de cenar temprano para volver a descansar.Â
Durante la cena, padre e hijo no conversaron mucho y Celia también se concentró en comer. El sonido repentino de un celular la sobresaltó, luego se dio cuenta de que era el suyo. César levantó los párpados en ese momento y la observó sin decir palabra. Al ver que era una llamada de Ben, ella se volvió hacia VÃctor:Â
-Padre, voy a contestar una llamada.Â
VÃctor asintió.Â
-Claro.Â
Celia salió al pasillo para atender la llamada:Â
-Ben.Â
-¿Regresaste a Rivale con los Herrera padre e hijo?Â
-Carlos tuvo un problema y tuve que volver. -Celia bajó la mirada—. Ben, él solo me tiene a mà como hermana ahora, no puedo abandonarlo, pero si lo dejo quedarse en Rivale temo que vuelva a pasarle algo…Â
-¿Necesitas que envÃe a alguien a buscarlo? -Ben comprendió de inmediato su intención.Â
Capitulo 392Â
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Celia sonrió:Â
-Ya se despertó, primero hablaré con él. Cuando lleguemos a un acuerdo, te contactaré.Â
-Bien, estaré esperando tu llamada. -Ben, después de hablar, añadió-: Ten mucho cuidado en Rivale.Â
-ConfÃa que lo tendré.Â
Después de terminar la llamada, Celia sintió que se liberaba de un peso gigante.Â
Estaba a punto de regresar al salón privado cuando una mesera pasó a su lado con una bandeja de frutas. Al entrar a otra parte del restaurante, escuchó una voz familiar que venÃa del interior:Â
-¡Por qué tengo que seguir sus arreglos!Â
Celia se detuvo y miró a través de la puerta entreabierta.Â
¡Era Estrella!Â
Después de que la mesera salió y vio a Celia parada afuera, estaba a punto de preguntar algo cuando ella hizo un gesto de silencio. Dentro del salón privado, la señora Ruiz vio la resistencia de su hija, y trató de persuadirla con buenas palabras:Â
-Sé que no quieres un matrimonio arreglado, pero después de que tu hermana se fue, ahora eres la única hija de los Ruiz. El matrimonio arreglado es inevitable.Â
-¿¡Entonces qué!? ¿Tengo que sacrificar mi vida personal para complacerlos a ustedes?Â
Jorge exclamó furioso:Â
-¡Llevas el apellido Ruiz, sacrificar algunas cosas por los Ruiz es lo que debes hacer!Â
Celia se quedó atónita.Â
¿Los Ruiz? No serÃan los Ruiz que ella estaba pensando, ¿cierto?Â
Mientras se distraÃa un momento, no notó que alguien se acercaba por detrás. Él inclinó ligeramente su cuerpo,Â
acercándose a ella:Â
-¿Qué estás mirando?Â
La voz repentina en su oÃdo la hizo estremecerse. Se volvió bruscamente y César estaba a solo unos centÃmetros de distancia, tan cerca que casi se tocaban.Â
Volvió en sà y rápidamente se alejó de él.Â
Casi fuera de lo que ella esperaba, él empujó la puerta. Ella ni siquiera tuvo tiempo de detenerlo.Â
Las personas dentro del salón también se quedaron atónitas. Estrella se apresuró a secarse las lágrimas.Â
Jorge, al ver quién estaba parado en la puerta, dejó su taza y se levantó:Â
-¿Señor Herrera?Â