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Por que 384

Por que 384

Capítulo 384 

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El corazón de Celia se agitó, invadida por una inquietud creciente. Y con manos algo temblorosas, marcó el número de Ana. Poco después, alguien contestó la llamada. 

-¿Celia? 

Era la voz de AnaSu expresión tensa se relajó ligeramente. 

-¿No estás en casa? 

-Sí que estoy… 

En ese momento, Ana asomó la cabeza por la puerta de la casa de Nicolás. Al verla, Ana bajó el celular. 

-¿Has regresado a Rivale? -preguntó con sorpresa. 

Celia se sorprendió. En ese momento, Dylan también asomó la cabeza. 

—¿Celia? ¿Has de veras regresado? -también se sorprendió. 

Al ver que ambos estaban en el apartamento de Nicolás, Celia finalmente pudo suspirar aliviada. Dirigió su mirada a Ana y le explicó: 

-Pensé que te había pasado algo. 

Ana se le acercó y miró a Dylan. 

-Hace momentos, vinieron dos hombres sospechosos. No me fui con ellos. Por suerte, el doctor Gómez y el doctor Romero salieron de su habitación. El doctor Romero me invitó al apartamento del doctor Gómez para evitar posibles peligros. 

Dylan, apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados, asintió ligeramente con la cabeza. 

-Así es. Si no hubiéramos aparecido, ella probablemente ya estaría en un buen lío. 

Celia sospechaba que los hombres habían sido enviados por Sira o Beatriz. No esperaba que incluso hubieran llegado hasta Jardín Rosal. Sin la ayuda de Nicolás y Dylan, Ana probablemente habría sido secuestrada. Al volver en sí, le dijo a Dylan: 

-Muchas gracias. 

-No hay de qué. Mejor que se las des a Nicolás. Yo me retiro -dijo Dylan sonriendo. Agitó la mano y se marchó. 

Después de verlo entrar en el ascensor, Celia se volvió hacia Ana. 

-Ya descubrieron que vivías en mi apartamento. Este lugar ya no es seguro por ahora. 

Ana estaba de acuerdo. 

-Tal vez pueda quedarme en casa de Estrella. Ella dijo que vive sola. Como nuestros horarios de trabajo son similares, quizás sea mejor que no me quede sola. 

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Capitulo 384 

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Celia bajó la mirada. Las palabras de Ana le parecían razonables. Si Ana podía vivir con Estrella, sería una mejor opción. 

-Hagámoslo como lo que digas. 

Ana contactó a Estrella. Luego, regresó al apartamento de Celia a empacar sus cosas. Celia, al volverse, se encontró inesperadamente con la mirada de Nicolás. Él estaba parado en la puerta, sin que ella supiera desde cuándo. 

-¿Al fin te dignaste a volver? -preguntó él. 

-Por cómo lo dices, parece que preferirías que no volviera -sonrió Celia con amargura. 

Nicolás desvió la vista. 

-Eso es lo que tú piensas. 

-Otra vez te debo un favor. Parece que ni con tres cenas podré saldarlo. 

-No me falta dinero para comer. 

Ella ladeó la cabeza. 

-¿Entonces qué te falta? 

Nicolás abrió la boca para decir algo, pero luego tragó las palabras. Tras un momento, miró a otro lado con indiferencia. 

-Olvídalo. Quería decir que no tendrías por qué pagarme el favor, pero sé que no lo aceptarías. Entonces, haz lo que quieras. Lo aceptaré. 

Después de sus palabras, Celia se puso a pensar seriamente en cómo saldar su deuda. Finalmente, creía que un regalo sería la mejor opción. Sin embargo, no sabía qué le gustabaPensando en eso, le envió un mensaje a Dylan. 

*** 

Cuando Celia regresó al hotel, ya era de noche. La cena sobre la mesa estaba intacta y ya estaba fría. César estaba sentado en el sofá, con una mano sosteniendo su sien. Sus rasgos faciales, marcados y profundos, parecían aún más pálidos bajo la luz. 

No se sabía cuánto tiempo había estado esperando, pero se veía una leve irritación que asomaba entre sus cejas: él había perdido un poco de su paciencia. Uno de los guardaespaldas se acercó a Celia, con expresión de alivio. 

-Señora, por fin regresó. Es que el jefe… 

-Creí que no volverías -la voz de César lo interrumpió. 

La mirada de Celia se posó en la mesa y entrecerró los ojos. 

-Si no vuelvo, ¿no comerás? 

Él guardó silencio. 

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Capitulo 384 

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-¿Y cuánto has esperado? -Celia se acercó a él, se apoyó en el borde de la mesa con los brazos cruzados y soltó una risa sarcástica-. Antes, cuando tú rara vez volvías a casa, yo también te esperaba así, pero yo no me quejé 

de nada. ¿Y tú ya pierdes la paciencia después de una espera tan corta? 

El guardaespaldas pareció incómodo. 

-Señora, el jefe está un pocoenfadado. ¿Aun así lo regaña..? 

Por que

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