CapÃtulo 382Â
Victor, que se arreglaba la solapa, se detuvo en seco, y luego su cara mostró descontento.Â
-¡Deja de soltar estas bobadas aburridas!Â
Las emociones que Marta habÃa reprimido durante más de diez años estallaron de su pecho en ese momento.Â
-¿Bobadas? ¿No sabes si estoy soltando bobadas? Desde que nació César, ¡nunca me has mostrado el respeto que yo merezco como tu esposa! Si no fuera por mi familia, ¡ya me habrÃas echado a la calle!Â
El pecho de VÃctor se agitó violentamente y, en sus ojos, se veÃa un atisbo de ira. Se soltó de su agarre.Â
-¿Qué edad tienes ya? ¿TodavÃa vas a hacer berrinches sin sentido?Â
¿Qué edad tenÃa ella…? Al oÃr esto, los ojos de Marta se enrojecieron al instante. Se rio con amargura, entrecortada por los sollozos.Â
-SÃ, tienes razón. Me casé contigo a los veintiséis, di a luz a César a los veintiocho, ¡y ahora ya tengo cincuenta y ocho! He pasado la mitad de mi vida atrapada en la familia Herrera siendo tu esposa, cuidando a mi esposo y criando al hijo. ¡Mi hermosura también se va marchitando con los años! Pero tú… tú sà que no has cambiado mucho. SÃ… es normal que te canses de mÃ.Â
Tras un silencio de varios segundos, ella habló de nuevo:Â
-Después de todo, no soy tan hermosa como Adela Chávez, ni tan suave como ella, ¡ni sé cómo congraciarme contigo! Por eso, no puedes olvidar a tu primer amor, ¿cierto?Â
La expresión de VÃctor se ensombreció. Decidió ignorar su arrebato.Â
-Mi relación con ella ya es cosa del pasado. Aunque me guardes rencor, deja de atacarla.Â
Dicho esto, la rodeó y se marchó. Marta alzó la cabeza, se secó las lágrimas con la mano y sonrió con una profunda amargura.Â
***Â
Celia nunca imaginó que el padre e hijo de los Herrera partieran para Rivale juntos con ella… Como ellos tendrÃan que viajar con un equipo médico privado, VÃctor alquiló un avión privado. Celia no tuvo más remedio que cancelar el boleto que habÃa reservado.Â
El vuelo, que salió a las diez por la mañana, aterrizó a las doce y media del mediodÃa. Ellos se alojaron en un hotel de lujo con gran pompa junto con el equipo. La familia Herrera asumirÃa todos los gastos de alojamiento del personal médico.Â
Se hospedaron en la suite presidencial del último piso, con seis dormitorios. Además de los tres, también estaban el médico responsable de César y Jaime Pérez, subordinado de VÃctor desde hacÃa más de diez años, que era su colaborador más confiable.Â
Una vez instalados, el médico responsable le tomó muestras de sangre a César y las envió con un asistente a una clÃnica donde tenÃa contactos para realizar análisis. Después de que César tomara su medicación y el médico saliera, VÃctor se volvió hacia Celia, que habÃa permanecido en silencio.Â
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Capitulo 382Â
-Si estás tan preocupada por el hijo de tus padres adoptivos, puedo hacer que lo traigan aquÃ.Â
Ella apretó nerviosa de inmediato los dientes. Dejar a Carlos con ellos serÃa una verdadera amenaza. Manteniendo la compostura, lo rechazó:Â
-Muchas gracias, padre, pero no es necesario. Puedo pedirle a mi hermano que se encargue de él.Â
+25 BONUSÂ
Solo entonces VÃctor recordó que ella se habÃa reunido con la familia Rojas. Era hija de Enzo Rojas, el más rico en toda Ficus. Pensando en eso, VÃctor no insistió más y salió a atender una llamada. Solo entonces, Celia suspiró aliviada y César lo notó.Â
-¿Temes que usemos a Carlos para amenazarte? -preguntó con una sonrisa tenue.Â
Ella fue directa.Â
-Ya lo han hecho antes.Â
-¿Cuándo vas a verlo?Â
-Ahora.Â
-Entonces iré conti…Â
-¡Tú no puedes!Â
Al ver que él iba a levantarse, Celia lo empujó de vuelta a la cama. Sin darse cuenta, pisó su pie, perdió el equilibrio y cayó sobre él. César miró a la mujer tumbada sobre su cuerpo y, por un momento, se quedó aturdido. Un calor comenzó a crecer en su pecho.Â
Ella permaneció paralizada unos segundos antes de incorporarse apresuradamente y apartar la cara. Le dijo:Â
—Quédate aquà para descansar. Si te agotas, la familia Herrera me echará la culpa.Â
César apretó los labios y guardó silencio. ParecÃa aún estar saboreando el calor residual de su cuerpo.Â
-Le prometà a tu madre que te acompañarÃa hasta el final del tratamiento. Volveré de todos modos.Â
Sin esperar su respuesta, salió rápidamente de la habitación. César se quedó paralizado un momento y no pudo evitar sonreÃr: ella habÃa dicho que volverÃa.Â