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Por que 379

Por que 379

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En el momento en que César pronunció esas palabras, Ben se quedó bastante sorprendido. Había que admitir que este tipo era entoncesUn completo sinvergüenza. Antes de que Ben pudiera responderle, César adoptó de inmediato un tono completamente serio. 

-Ha sido solo una broma. En mi estado actual, tan enfermo, presentarme ante mi suegra con las manos vacías me da vergüenza. Lo dejamos para otro día. 

Ben dijo con una sonrisa forzada: 

-No tienes que preparar ningún regalo. A mi mamá no le falta nada. ¿Acaso usted se está echando atrás? 

Cuanto más inusual era la actitud de César, menos dispuesto estaba Ben a darle lo que quería. 

-Si insiste en que yo la vea, no me queda más que aceptar su invitación. 

Ben se quedó sin palabrasCelia sonrió levemente y desvió la mirada antes de hablar con Ben: 

-Vámonos. Mamá nos está esperando. 

Ben no dijo nada más y se fue con Celia, mientras César los seguía de cerca sin prisa. Tomaron el ascensor hasta la planta doce y se dirigieron juntos a la suite. Jacob se quedó fuera de la habitación, dejándoles el espacio para 

pasar. 

Nieve acababa de tomar su medicación y estaba recostada descansando en la cama. Pero no estaba ociosa ni mucho menos. Estaba cosiendo a mano la ropa de su muñeca. Dos empleadas la acompañaban junto a la cama. Al oír el movimiento fuera de la habitación, una de las sirvientas se acercó a la puerta. Al 

saludó sonriendo: 

-Joven señor, señorita. 

The maither a Ben y a Celia, los 

Celia le respondió con una sonrisa y entró en la habitación con Ben. Él se acercó a la cama y miró el vestido de muñequita en las manos de Nieve. 

—Mamá, ¿mira a quién he traído? 

Nieve alzó la vista de inmediato y dejó a un lado su labor de costura. 

-¿Mi niña? 

— 

-Mamá Celia se sentó al borde de la cama y tomó sus manos-. Necesitas más descanso. ¿Por qué aún estás cosiendo ropa paratu niña? 

Iba a decir la muñeca, pero al recordar que Nieve había considerado aquella muñequita como su sostén emocional durante tantos años, decidió seguir llamándola así. 

-¿A mi hija le gustará? -preguntó Nieve, acariciando el vestido de princesa aún no terminado con evidente cariño en sus ojos. 

Celia asintió. 

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Capitulo 379 

+25 BONUS 

-Todo lo que hagas a mano le encantará a tu hija. 

La respuesta hizo que Nieve se riera muy feliz. Fue entonces cuando notó la presencia de César. Tal vez porque vio que, bajo su abrigo, él llevaba la misma pijama de paciente que ella, lo miró durante un largo rato. 

Ben iba a presentarlo brevemente, pero se detuvo al ver que Nieve mostraba simpatía en sus ojos, como si viera a un pobre desafortunado. 

-¿Tú también estás enfermo? Ellos dicen que aquí hay mucha gente como yo, y todos los enfermos usan esta 

ropa. 

Celia miró a César. En el estado mental actual de Nieve, probablemente no podría comprender algo como el 

cáncer… 

-Yo no estoy enfermo. Estoy jugando un juego con ellos -sonrió César. 

-¿De qué se trata? -preguntó la señora Rojas, curiosa. 

-A las casitas. 

—A las casitas—murmuró Nieve, y de pronto se alegró—. ¡A mi niñita le encanta jugar a eso! ¿Por qué no lo jugamos juntos? 

Ben dudó en aceptarlo. Los médicos decían que ella necesitaba más descanso y que no debería emocionarse. Se inclinó para persuadirla con paciencia: 

-Mamá, mejor descansa ahora. Te acompaño a jugar el otro día, ¿qué te parece? 

-Pero quiero jugar con mi niña-respondió ella, desanimada. 

Ante esta expresión de Nieve, Ben ya no podía insistir más. Y, antes de que Celia pudiera consolarla, César dio un paso al frente. Se agachó junto a la cama para estar a su altura y le habló: 

-Claro que sí. Pero primero necesitamos decidir los roles. Yo interpreto a su yerno, el esposo de su niña cuando sea grande. ¿Qué tal te parece? 

Celia no lo esperó y se quedó sorprendida en su lugar. Ben se rio exasperado y bajó la voz, murmurándole a César: 

-César Herrera, eres un sinvergüenza. 

¡Inclusive engañó a una paciente con trastornos mentales! No obstante, apenas terminó de hablar, Nieve aceptó la decisión de inmediato. 

-¡Muy bien! Eres bastante guapo. ¡Puedes ser el esposo de mi niña! 

César sonrió con suavidad: 

-Entonces, de ahora en adelante, yo seré el esposo de su niña, ¿de acuerdo? 

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