+25 BONUSÂ
En el momento en que César pronunció esas palabras, Ben se quedó bastante sorprendido. HabÃa que admitir que este tipo era entonces… Un completo sinvergüenza. Antes de que Ben pudiera responderle, César adoptó de inmediato un tono completamente serio.Â
-Ha sido solo una broma. En mi estado actual, tan enfermo, presentarme ante mi suegra con las manos vacÃas me da vergüenza. Lo dejamos para otro dÃa.Â
Ben dijo con una sonrisa forzada:Â
-No tienes que preparar ningún regalo. A mi mamá no le falta nada. ¿Acaso usted se está echando atrás?Â
Cuanto más inusual era la actitud de César, menos dispuesto estaba Ben a darle lo que querÃa.Â
-Si insiste en que yo la vea, no me queda más que aceptar su invitación.Â
Ben se quedó sin palabras… Celia sonrió levemente y desvió la mirada antes de hablar con Ben:Â
-Vámonos. Mamá nos está esperando.Â
Ben no dijo nada más y se fue con Celia, mientras César los seguÃa de cerca sin prisa. Tomaron el ascensor hasta la planta doce y se dirigieron juntos a la suite. Jacob se quedó fuera de la habitación, dejándoles el espacio paraÂ
pasar.Â
Nieve acababa de tomar su medicación y estaba recostada descansando en la cama. Pero no estaba ociosa ni mucho menos. Estaba cosiendo a mano la ropa de su muñeca. Dos empleadas la acompañaban junto a la cama. Al oÃr el movimiento fuera de la habitación, una de las sirvientas se acercó a la puerta. AlÂ
saludó sonriendo:Â
-Joven señor, señorita.Â
The maither a Ben y a Celia, losÂ
Celia le respondió con una sonrisa y entró en la habitación con Ben. Él se acercó a la cama y miró el vestido de muñequita en las manos de Nieve.Â
—Mamá, ¿mira a quién he traÃdo?Â
Nieve alzó la vista de inmediato y dejó a un lado su labor de costura.Â
-¿Mi niña?Â
—Â
-Mamá Celia se sentó al borde de la cama y tomó sus manos-. Necesitas más descanso. ¿Por qué aún estás cosiendo ropa para… tu niña?Â
Iba a decir la “muñeca“, pero al recordar que Nieve habÃa considerado aquella muñequita como su sostén emocional durante tantos años, decidió seguir llamándola asÃ.Â
-¿A mi hija le gustará? -preguntó Nieve, acariciando el vestido de princesa aún no terminado con evidente cariño en sus ojos.Â
Celia asintió.Â
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Capitulo 379Â
+25 BONUSÂ
-Todo lo que hagas a mano le encantará a tu hija.Â
La respuesta hizo que Nieve se riera muy feliz. Fue entonces cuando notó la presencia de César. Tal vez porque vio que, bajo su abrigo, él llevaba la misma pijama de paciente que ella, lo miró durante un largo rato.Â
Ben iba a presentarlo brevemente, pero se detuvo al ver que Nieve mostraba simpatÃa en sus ojos, como si viera a un pobre desafortunado.Â
-¿Tú también estás enfermo? Ellos dicen que aquà hay mucha gente como yo, y todos los enfermos usan estaÂ
ropa.Â
Celia miró a César. En el estado mental actual de Nieve, probablemente no podrÃa comprender algo como elÂ
cáncer…Â
-Yo no estoy enfermo. Estoy jugando un juego con ellos -sonrió César.Â
-¿De qué se trata? -preguntó la señora Rojas, curiosa.Â
-A las casitas.Â
—A las casitas… —murmuró Nieve, y de pronto se alegró—. ¡A mi niñita le encanta jugar a eso! ¿Por qué no lo jugamos juntos?Â
Ben dudó en aceptarlo. Los médicos decÃan que ella necesitaba más descanso y que no deberÃa emocionarse. Se inclinó para persuadirla con paciencia:Â
-Mamá, mejor descansa ahora. Te acompaño a jugar el otro dÃa, ¿qué te parece?Â
-Pero quiero jugar con mi niña… -respondió ella, desanimada.Â
Ante esta expresión de Nieve, Ben ya no podÃa insistir más. Y, antes de que Celia pudiera consolarla, César dio un paso al frente. Se agachó junto a la cama para estar a su altura y le habló:Â
-Claro que sÃ. Pero primero necesitamos decidir los roles. Yo interpreto a su yerno, el esposo de su niña cuando sea grande. ¿Qué tal te parece?Â
Celia no lo esperó y se quedó sorprendida en su lugar. Ben se rio exasperado y bajó la voz, murmurándole a César:Â
-César Herrera, eres un sinvergüenza.Â
¡Inclusive engañó a una paciente con trastornos mentales! No obstante, apenas terminó de hablar, Nieve aceptó la decisión de inmediato.Â
-¡Muy bien! Eres bastante guapo. ¡Puedes ser el esposo de mi niña!Â
César sonrió con suavidad:Â
-Entonces, de ahora en adelante, yo seré el esposo de su niña, ¿de acuerdo?Â