CapÃtulo 373Â
Celia pareció helarse. Un zumbido en sus oÃdos sonaba tan real que por un momento creyó estar alucinando. Él habÃa acabado de decir que se habÃa enamorado de ella hacÃa mucho tiempo…Â
-Ah, ¿sÃ? -murmuró ella, clavando la vista en un parche de luz en la pared-. Dices que te enamoraste de mà hace tiempo, pero ¿no fuiste tú quien me obligó a aguantar las humillaciones de Sira? ¿No fuiste tú quien no confió en mà y quien me empujó hacia la indiferencia? 1Â
Él guardó silencio. Con una calma impasible, ella continuó:Â
-No hubo un solo momento en que estuvieras de mi lado. Incluso si vacilaste, en tu corazón siempre favoreciste a Sira.Â
-La favorecà porque creÃa que le habÃa fallado. Después de que ella regresó al paÃs, lo que sentà por ella ya no era lo mismo que antes. Y creÃa que fue tu aparición lo que hizo que no pudiera guardar lealtad a esos sentimientos del pasado. No era que en serio quisiera ignorarte. Solo me resentÃa por haberla traicionado, y por eso sentÃa que debÃa mantenerte a distancia.Â
Celia se quedó aturdida por un momento, sin responder. En el pasado, él nunca le habÃa contado lo que pensaba, y ella nunca habÃa llegado a conocer sus verdaderos pensamientos.Â
-Lo admito, en cierto modo cambié mis sentimientos. Pero, después de perder mis recuerdos sobre el secuestro, Sira simplemente apareció en el momento en que más la necesitaba.Â
Tras una breve pausa, él continuó:Â
-Antes del bachillerato, habÃa estudiado en una secundaria privada por fuera del paÃs. Debido a mi identidad, los compañeros y profesores siempre se me acercaban con segundas intenciones, asà que llegué a despreciar las relaciones sociales.Â
Él tosió un par de veces antes de seguir narrando:Â
-Más tarde, mi mamá me trajo de vuelta al paÃs, ocultando mis antecedentes familiares y matriculándome en un bachillerato público, para que pudiera integrarme mejor a las relaciones. Precisamente porque era callado y solitario, mis compañeros me aislaron aún más. En ese entonces, solo Sira se me acercó.Â
Celia no lo miró y permaneció en silencio, apretando los labios. Después de ser rescatada del secuestro, nunca más volvió a ver a César, asà que no supo nada de lo que le ocurrió después. No lo reconoció de nuevo hasta que estaba en su primer año de universidad.Â
Celia -César la abrazó con más fuerza-. No fue hasta ahora que entendà por qué sentà la palpitación la primera vez que te vi. Y no fue solo por tu apariencia, sino porque ya te conocÃa desde antes. Lamentablemente, se me fueron los recuerdos. Pero, al verte de nuevo, no pude evitar sentirme atraÃdo por ti.Â
Él se rio con amargura y de repente le preguntó:Â
-Dime, ¿esto cuenta como destino?Â
Celia cerró los ojos, fingiendo estar dormida. César no recibió su respuesta. SabÃa perfectamente que ella solo fingÃa dormir. Si decÃa que no sentÃa ninguna decepción, serÃa una mentira. Pero, tampoco podÃa culparla…Â
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CapÃtulo 373Â
+25 BONUSÂ
A la mañana siguiente, Celia se despertó sobresaltada. ¡Se habÃa dormido después de fingirlo! Miró hacia el hombre a su lado y se incorporó de golpe. ¡Él aún estaba allÃ! César no se habÃa despertado. Por el contrario, dormÃa tan profundamente que incluso su respiración era apenas audible.Â
-¡César! -Ella lo empujó suavemente.Â
No hubo respuesta. Su corazón se estremeció. De inmediato extendió la mano para tantear su aliento. Por suerteÂ
… aún estaba vivo.Â
Un poco molesto, él abrió los ojos y justo vio el movimiento de ella al retirar la mano.Â
-¿Por qué me miras asÃ? ¿Pensaste que habÃa muerto?Â
Ella apartó la cara para evitar mirarlo.Â
-Si encuentras un cadáver a tu lado al despertar, ¿no sentirás miedo?Â
César se incorporó.Â
-Si no he hecho nada malo, ¿por qué deberÃa sentir miedo?Â
Ella guardó silencio. En ese momento, se escucharon unos sonidos apresurados desde fuera de la habitación. César abrió la puerta y varias figuras se precipitaron torpemente al interior: LÃa iba a la cabeza, mientras Nicole y dos enfermeras parecÃan incómodas. Nicole forzó una sonrisa y los saludó:Â
-Jefe, señora… Ya están ustedes despiertos…Â
César lanzó una mirada a LÃa y luego se dirigió a Nicole:Â
—Ella es una joven que se comporta aún bastante infantil, pero ¿tú tampoco entiendes de modales?Â
Nicole solo pudo mostrarle una sonrisa avergonzada… ¡Fue LÃa quien insistió en que ella la acompañara! LÃa primero lanzó una mirada elocuente a Celia y luego le refutó:Â
César, ¡no debes culparnos! Es que no te quedaste en tu propia habitación…Â