Capítulo 37
Capítulo 37
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Tras las tajantes respuestas de Sira y Felipe, el asistente de Leo se enfureció todavía más, creyendo que Celia había mentido.
-Doctora Sánchez, ¿y dijo que fue decisión del director Fernández? Si ni siquiera asume las responsabilidades básicas, ¡no merece portar una bata médica!
Sira bajó la mirada y dejó escapar una sonrisa de satisfacción. Luego, fingió educar al joven con paciencia.
-No te alteres tanto. ¿Quizá tuvo un imprevisto y por eso faltó a las cirugías?
Pero el joven no se dejó convencer.
-¡No hay excusas, nada es más importante que las vidas!
Felipe miró a Celia con una expresión llena de indignación.
-Doctora Sánchez, esto es culpa suya. Les informaré a los directivos de lo sucedido. Prepárese para asumir las consecuencias.
Celia relajó los puños apretados, se mordió el labio y sonrió con desprecio.
-Es completamente una trampa. Han invertido la verdad.
Al intercambiar miradas con Sira, Felipe se sintió algo nervioso.
-Celia, deja de negarlo. Asume tu error y punto.
Ella giró para enfrentarlo. Sus ojos indiferentes lo hicieron sentir culpable, pero él no se atrevió a apartar la vista.
-Como el traslado repentino me pareció sospechoso, grabé nuestra conversación.
Felipe enseguida palideció
-¿Gra… grabaste?
Síra, recordando su propia experiencia, no creyó que Celia tenía las grabaciones. El traslado era provisional, ¿por qué Celía tomaría ciertas precauciones?
-Si tienes grabaciones, muéstralas. No amenaces a Felipe con eso -dijo Sira con desprecio.
Felipe se alivió un poco con el apoyo de Sira. No obstante, lo que pasó a continuación la hizo quedarse inmóvil.
“Emergencias necesita refuerzos y tú has tenido bastante tiempo libre últimamente. ¿Con qué derecho protestas?”
“En los últimos tres días debí asistir a seis cirugías, ¡y me han sustituido en todas! Nuestro departamento tiene escasez de personal. Con estos cambios arbitrarios, ¿cómo pretenden que los demás médicos mantengan horarios normales para descansar?”
“Eso no debe preocuparte …”
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Capítulo 37
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El celular de Celia reproducía la conversación con Felipe en la oficina. 1
Todos en la sala de descanso guardaron silencio, mientras Sira se sentía nerviosa y apretaba con fuerza los puños: ¡había caído de nuevo en la trampa de esa maldita zorra! ¡Esta vez ella de veras había grabado!
Felipe quedó estupefacto por el cambio de situación.
-Celia, ¿por qué…? -balbuceó.
–
-Desde su primera decisión de transferirme, empecé a sospecharlo le dijo Celia mientras guardaba cuidadosa su celular en el bolsillo. Levantó la vista, y las siguientes palabras revelaron sin piedad alguna la intención oculta de Felipe-. Quiere competir por ser director en la próxima elección, ¿cierto? Por eso, la ayudaste a ganar el apoyo del señor Herrera, ¿no es así?
Todos entendieron perfectamente a quién se referiría Celia con el pronombre. Sira se esforzó por calmarse.
-Celia, ¡no me difames! No tengo ninguna relación con el doctor Fernández. ¡No me arrastre en ese asunto!
Felipe sudaba. ¿Acaso Celia había escuchado sus conversiones con Sira en el pabellón?
Celia le sonrió a Felipe al notar su silencio.
-Parece que he acertado… Sin embargo, su plan ha sido un error. Ya no me importa si pierdo este trabajo, tampoco me interesa el poder del señor Herrera detrás de ustedes. En cuanto a mi puesto… Todos pueden ganarlo con méritos. También espero que los directivos puedan encontrar a un buen candidato lo antes posible. 1
“Después de todo, solo les quedaban dos meses para hacerlo”, pensó ella.
Dicho esto, abandonó la sala de descanso sin rastro de la previa sonrisa. Felipe se paró allí muy avergonzado bajo las miradas de burla y, se escabulló del lugar.
Sira lo siguió. En el pasillo, su mirada se tornó feroz.
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