CapÃtulo 368Â
Valeria cerró los ojos con impotencia, apretando la cruz en su mano. César era su bisnieto y Celia era una joven que ella valoraba… SabÃa muy bien el peso de cada uno en su corazón. Tras un largo silencio, no insistió. Su silencio era como un asentimiento tácito. (1Â
***Â
A la mañana siguiente, Ben acompañó a Celia al aeropuerto. El auto se detuvo frente a la entrada principal. Jacob bajó su equipaje y, en ese momento, la ventana trasera se descendió lentamente.Â
-Celia -la llamó Ben y ella se acercó.Â
-¿sÃ?Â
-¿En verdad no quieres que alguien te acompañe a Rivale?Â
-No, de verdad -respondió ella con un suspiro-. Ya no soy una niña.Â
Él lo insistió con seriedad:Â
-Es por tu seguridad. Sira sigue allÃ.Â
-Ya sabe que Celiana está detenida. No se atreverá a causarme problemas por ahora sonrió Celia.Â
Ben asintió y, al final, cedió:Â
-Llámame cuando llegues. Y si surge algún problema que no puedas manejar, acude al tÃo Rodolfo.Â
Al mencionar a Rodolfo, a Celia se le escapó un grito de sorpresa.Â
-¡Ay, no! ¡Se me olvidó por completo el cumpleaños de la señora Juárez!Â
-No te preocupes. Ya saben que viniste a la capital para reunirte con nosotros. Yo me encargaré del regalo de cumpleaños por ti.Â
Celia se rio aliviada.Â
-Mil gracias, Ben. Ya puedes regresar y tengo que irme ya.Â
Se despidió de Ben y, después de ver cómo el auto se alejaba, empujó su equipaje hacia la entrada. De repente, varios guardaespaldas corpulentos bloquearon su camino. Ella, desconcertada, vio a Nicole salir de detrás de ellos.Â
-Señora, el señor Herrera me ha pedido que la lleve a verlo.Â
Celia se dio cuenta de que Nicole habÃa usado el trato “el señor Herrera“, en vez de “el jefe“. Ella se quedó un poco perpleja:Â
-¿Te refieres al padre de César?Â
– SÃ.Â
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+25 BONUSÂ
-Ya he dado por concluidas mis vacaciones y debo regresar a Rivale. Los asuntos de la familia Herrera ya no me conciernen.Â
Dicho esto, intentó seguir avanzando con su equipaje, pero Nicole dio un paso al frente, bloqueándole el paso. Celia no entendÃa su acción, mirándola fijamente.Â
-Perdón. La orden del señor fue llevarla allà de todas maneras -explicó Nicole bajando la voz y acercándose más-. Señora, por favor, hágalo por salvar la vida del jefe.Â
Celia se sorprendió, mirándola en silencio.Â
-Si me niego a ir con ustedes, no me dejarán abandonar la ciudad de todos modos, ¿cierto?Â
Nicole suspiró:Â
-Es que necesito llevar a cabo la tarea.Â
Celia guardó silencio. Finalmente, reprogramó su vuelo en el auto. Al dejar el celular, miró por la ventana. Se dio cuenta de que no se dirigÃan a la casona de los Herrera.Â
-¿Adónde vamos? -preguntó.Â
-A Lago Sereno -respondió Nicole.Â
El coche se detuvo frente a la entrada del edificio. Cuando Celia bajó e intentó tomar su equipaje, un guardaespaldas la detuvo.Â
-Señora, por ahora su equipaje se quedará con nosotros.Â
-¿Qué significa esto? -Celia se volvió hacia Nicole-. Ya estoy aquà con ustedes, ¿incluso van a retener mis cosas?Â
-Señora, hasta que el jefe acepte la quimioterapia, le rogamos que se quede usted en la capital…Â
-¿Quimioterapia?Â
Al oÃr la palabra, una expresión de asombro cruzó por los ojos de Celia.Â
-¿Quién necesita quimioterapia? ¿César?Â
-El jefe me prohibió contárselo, pero ahora no me queda otra opción. Poco después de la cirugÃa por el accidente, él comenzó a toser terriblemente y tener dolor en el pecho. Según los exámenes, usted sufrió un cáncer de pulmón en etapa temprana. Al principio, se negó a operarse, solo tomaba medicamentos para controlarlo. Pero nadie esperaba que su condición empeorara tanto, incluso con metástasis en los ganglios linfáticos.Â
Celia se quedó estupefacta en su lugar. Cáncer de pulmón… Metástasis en los ganglios linfáticos… Eso no podÃa ser… Asà que cuando tosÃa y se cubrÃa con el pañuelo aquel dÃa… ¿Era acaso porque estaba tosiendo sangre?Â
Al ver que Celia permanecÃa en silencio, Nicole continuó:Â
-Él se niega a cooperar en la quimioterapia. El señor Herrera no tuvo más remedio que pedirme que la trajeraÂ
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aquÃ…Â