Capitulo 336Â
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CapÃtulo 336Â
-Eso no es asunto tuyo. ¡Solo yo puedo ser la hija de la familia Rojas!Â
Dicho esto, Celiana colgó la llamada sin dar mayor importancia a las palabras de Sira. ¡El resultado de las pruebas confirmó que era una Rojas legÃtima! ¿Por qué deberÃa importarle a quién se parecÃa esa mujer?Â
Sira, al ver que Celiana era incluso más engreÃda que ella, soltó una risa de exasperación.Â
“Qué idiota tan descerebrada”, pensó ella.Â
Antes, ella habÃa convencido a Celiana para que suplantara a Celia como la “salvadora” de César. No obstante, más tarde, esta última se proclamó heredera de los Rojas. Desde entonces, Sira no pudo evitar albergar sospechas. ¿Por qué habÃa tanta coincidencia?Â
Pero, mientras no fuera Celia, que esta estúpida fuera la heredera de los Rojas no le traÃa ningún problema. Estaba segura de que Celiana acabarÃa volviendo a buscarla.Â
***Â
Al dÃa siguiente, Celia, sentada en el sofá de la sala de espera de un bufete de abogados, vio cómo su abogadoÂ
entraba con su maletÃn.Â
-Señora Herrera, mil disculpas por hacerla esperar.Â
-Está bien, César no firmó los documentos. Quiero iniciar el divorcio unilateralmente -dijo Celia, deslizando un fajo de billetes en un sobre la mesa-. Puedo pagarle más.Â
El abogado pareció algo avergonzado.Â
-Pues… señora Herrera, necesito aclarar algo con usted hoy. Lamentablemente, ya no podré llevar su caso deÂ
divorcio.Â
Ella entrecerró los ojos, confundida.Â
-¿Por qué?Â
-Mire, no solo yo, sino que todos los abogados en la capital, nadie se atreverá a aceptar el caso contra el señorÂ
Herrera.Â
Mientras hablaba, el abogado devolvió el dinero a Celia.Â
-Le reembolsaré el anticipo que me dio. Creo que necesita buscar a otro abogado… o mantenerse separada del señor Herrera por dos años.Â
Celia miró el dinero.Â
-¿César lo contactó?Â
El abogado titubeó, pero su expresión ya lo decÃa todo. Ella no insistió. Recogió el dinero de la mesa y se fue.Â
Al salir del bufete, Celia contactó a otro abogado especializado en divorcios. Como era de esperar, al oÃr el nombre “César Herrera”, la otra parte inmediatamente se excusó.Â
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Capitulo 336Â
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Mientras bajaba las escaleras, un Mercedes-Benz se detuvo junto a la acera. De él bajó un hombre que no habÃa visto desde hacÃa mucho tiempo: Alfredo. LucÃa mucho más delgado y habÃa perdido su antiguo brillo.Â
El Instituto de Investigación del Sueño estaba cerca del bufete, a solo unos cientos de metros. Cuando vio a Celia, una expresión de sorpresa cruzó su cara. Se detuvo frente a ella.Â
-¿Cuándo regresaste a la capital?Â
-Solo estaré aquà por unos dÃas -respondió ella.Â
-Vale… -Alfredo anhelaba seguir conversando con ella, pero sabÃa que ya no tenÃa derecho a intervenir en sus asuntos. Justo cuando se disponÃa a irse, Celia habló de repente.Â
—Aquel dÃa, en la suite privada, cuando casi me violaron y tú apareciste… ¿Eso también era parte de tu plan?Â
Era una pregunta que siempre habÃa querido hacerle.Â
Alfredo se detuvo en seco. Tras un largo silencio, le respondió:Â
-Esos hombres en el palco no eran de los mÃos.Â
-¿Qué significa?Â
Él se volvió para mirarla, lleno de pesar.Â
-El número de la suite que le di a Sira era el correcto y la gente en esa suite la habÃa colocado yo. Mi plan era aparecer cuando te causaran problemas para ayudarte. Pero no esperaba que Sira actuara sin mi permiso y cambiara de suite. Esos hombres fueron contratados por ella.Â
Al ver que ella no ella le respondÃa, él continuó:Â
-Sé que no me crees. Pero no tengo motivo para mentirte otra vez. Lamento mucho lo que te hice. Fue una pelea entre César y yo, pero te arrastré a este lÃo. Si no hubiera elegido colaborar con Sira, si todo esto no hubiera pasado… aún serÃamos buenos amigos, ¿cierto?Â
Celia retiró la mirada, con una actitud distante.Â
-Qué lástima…Â
Él sonrió con amargura. Sus ojos se llenaron de una tristeza profunda.Â
-SÃ… una verdadera lástima.Â
***Â
Mientras tanto, en la ClÃnica Central de Rivale, Nicolás, antes de tomar sus dÃas libres, le entregó todas sus citas médicas de los próximos dos dÃas a Dylan. Este último lo miró con escepticismo.Â
-¿Acaso vas a buscar a Celia…?Â
Nicolás lo miró de reojo, sin inmutarse.Â
-Tengo asistencia perfecta año tras año. ¿Qué tiene de malo tomarme unos dÃas de vacaciones?Â
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-Está bien, está bien. Como tú digas-resopló Dylan.Â
Nicolás se quité la bata y salió de su consultorio. En el pasillo, vio a Iván apoyado en su bastón, acercándose a la estación de enfermerÃa, preguntando a las enfermeras:Â
-¿Está la doctora Sánchez?Â
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