Capítulo 29
Sira se quedó un poco tiesa ante esas palabras. ¿Qué demonios quiso decir esa maldita? ¿Cómo se atrevía
a burlarse de ella?
Al escuchar ruidos en el pasillo, Sira dejó el celular donde estaba y se apartó. Entraron a la oficina César y Nicole. Él la miró de reojo y frunció el ceño.
-¿Ya te dieron de alta del hospital?
-Sí, el médico dijo que no era nada grave. Con unos días de reposo estaré bien -le respondió mientras se le acercaba. Al ver que él iba a revisar su celular, cambió abruptamente de tema-. Hace mucho que Osqui no te ve. ¿Por qué no almorzamos juntos?
Él no revisó el historial de llamadas, solo echó un vistazo al grupo de chat de la empresa.
-Claro -asintió brevemente,
Ella casi brincaba de la alegría.
Mientras tanto, poco después de la llamada, Celia se reunió con Alfredo en un restaurante. Al ver que ya la esperaba en la mesa, apuró el paso.
-Perdón por hacerte esperar, ¿llegaste hace mucho?
-No, solo unos minutos, no te preocupes -le dijo él dejando la taza de café. Le pasó el video de vigilancia recuperado-. Por suerte, el que borró los archivos era un novato. De lo contrario, habría tardado mucho
más tiempo en recuperarlos.
Celia revisó los vídeos en su celular y levantó la vista para agradecerle.
-Mil gracias. Oye, ¿cuánto costó tu chaqueta? Déjame pagártela.
César habría tirado la prenda que Alfredo le prestó, lo que le daba mucha pena. Alfredo, como si lo hubiera adivinado, arqueó una ceja.
-No te preocupes, era solo ropa. La verdad pensé que no me ibas a llamar para pedir ayuda. Me da gusto que sí, por lo menos, cumplo con lo que me pidió el tío Antonio.
Celia también sonrió.
-En cuanto me confirmen el traslado, iré a visitarlo.
-¿Traslado? -preguntó, confundido.
Antes de que ella pudiera responderle, una voz conocida la interrumpió.
-Osqui, ¡no corras tan rápido!
1/2
La sonrisa de Celia se congeló. Al voltear, vio a Óscar corriendo alegremente, seguido por Sira y César, que entraban al restaurante. ¡Justo el mismo donde estaban ellos!
Sira llevaba un vestido morado de diseñador, tacones de aguja y un maquillaje impecable. Caminaba junto a César, como si fueran la pareja perfecta.
A Celia se le encogió el corazón. Seis años enteros y nunca pudo aparecer en público junto a él de esa manera… Y a Sira le bastaron seis meses… Tal vez, esos seis años sí habían sido una pérdida de tiempo
para él…
En ese momento, César también desvió la mirada hacia la mesa junto a la ventana. Al verlos, frenó en
seco, descontento.
Sira notó su reacción. Una chispa de malicia brilló en sus ojos antes de tomar su brazo con dulzura.
-Mira, ¡es Celia con el señor Suárez! ¿Están en una cita? ¿Debemos ir a saludarlos? -le dijo a él.
Las miradas de Celia y César se encontraron. Ese último apartó los ojos como si ella fuera solo una
desconocida. Le respondió a Sira con calma.
-Primero, comamos.
Sira, radiante, le lanzó a Celia una mirada cargada de triunfo antes de seguirlo.
Celia se quedó sin palabras.
-Mira, no quiero ser metiche, pero… ¿Qué relación tienes con César?
Alfredo llevaba mucho tiempo con la duda. Como observador neutral, había notado algo raro entre ellos.
Ella bajó la vista.
-No tenemos nada…
Él percibió su incomodidad, así que no insistió.
Al despedirse, frente al restaurante, Celia lo detuvo.
-Alfredo, necesito otro favor. Luego te invito la cena para agradecerte.
Él ni siquiera le pidió más detalles y aceptó. 2
-Claro, con gusto.
Poco después de que él se fuera, le llegó un mensaje de César.
“Ven al estacionamiento.”