Capítulo 289
Por otro lado, la enfermera de la clínica privada, como de costumbre, llevó la comida a Sira. Abrió la compuerta para entregar los alimentos y gritó a la persona acostada en la cama:
-¡Hora de comer!
Sin embargo, la persona en la cama no se movió y no respondió. La enfermera la llamó un par de veces más. Al ver que esta no le daba ninguna respuesta, su expresión cambió un poco y rápidamente abrió la cerradura con la llave. Si le pasaba algo malo, ¡ella asumiría la responsabilidad!
Al acercarse a la cama, en el momento en que extendió la mano hacia Sira, esta última repentinamente le clavó una jeringa que tenía en la mano en su cuello, inyectándole el
medicamento.
Las pupilas de la enfermera se contrajeron drásticamente.
-Tú…
Antes de que pudiera terminar la frase, perdió el conocimiento y cayó al suelo desmayada.
Sira rápidamente se bajó de la cama y, tambaleándose, se acercó para cerrar la puerta. Jadeaba profundamente, pateó la jeringa usada hacia un rincón y luego intercambió la ropa
con la enfermera.
Después de hacer todo esto, hizo un gran esfuerzo para cargar a la enfermera y colocarla en la cama, haciéndola pasar por ella misma. Al mirar su mano derecha que temblaba involuntariamente al hacer fuerza, sus ojos se llenaron de resentimiento e impotencia.
De todos modos, ¡tendría que escapar de aquí!
***
Al mediodía, Celia participó en dos cirugías, pero solo como asistente. Las cirugías no terminaron hasta las dos y media de la tarde. El cirujano principal fue Darío Gutiérrez, un
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maestro veterano de la clínica, quien no había realizado cirugías durante muchos años. Era la primera vez que Celia lo veía de frente.
El paciente de esta vez era un niño de ocho años con una infección de parásitos en el cerebro. Si no fuera por este caso bastante complicado, él probablemente no habría
intervenido.
-He oído que eres estudiante de Antonio, ¿cierto? Has llegado a ser cirujana principal a una
edad tan joven. Eso demuestra que tienes mucho potencial.
Aunque Darío había dejado de operar hace muchos años y se había retirado antes de tiempo,
aún estaba bastante al tanto de los asuntos de la clínica.
Celia bajó la mirada y sonrió.
-De pequeña ya me interesaban estas cosas. Cuando jugaba a la casita, siempre interpretaba el papel de doctora. Nunca pensé que finalmente elegiría estudiar medicina.
-Eso demuestra que tienes talento natural. -Darío se volvió para mirarla—. Después de todo, no hay muchas cirujanas principales. Antonio encontró una joya.
Celia sonrió con cortesía.
-¿Qué pasó con tu mano? -preguntó Darío porque finalmente notó el vendaje en la mano de Celia. Durante la cirugía, ella había usado los guantes puestos y el vendaje no se veía.
Ella mantuvo la sonrisa, tocando el vendaje.
-Es solo una pequeña herida. Nada grave —le respondió.
Darío no preguntó más. Después de intercambiar algunas palabras con ella, se fue.
Al regresar a la oficina, Aurora, quien se había enterado del regreso de Darío, mostró una admiración intensa hacia este cirujano veterano. Dylan, que comía un plátano a un lado, nunca había conocido a Darío. Le preguntó curioso:
-¿Es realmente tan fuerte?
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Aurora lo miró con reproche.
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-Joven, no sabes nada de sus éxitos. ¡Su conocimiento en patologías cerebrales está a la par del maestro Antonio Gómez en el ámbito médico de nuestro país! Si no fuera porque es una persona sin muchas ambiciones, ya sería el director del hospital. ¡Hasta tu querido doctor Nicolás Gómez tendría que mostrarle mucho respeto!
Dylan se atragantó.
-¿Qué es eso de “mi querido doctor Nicolás Gómez”? ¿Qué tiene que ver conmigo…?
-Te gusta tanto alardear de él frente a mí, ¿no es así?
-Oye, no, ¿te atreverías a decir eso delante de Nicolás?
—No, no me atrevo. No me conviene provocarlo, pero igual te lo digo.
Los dos se enzarzaron en su dinámica habitual de réplicas y contrarréplicas. Celia suspiró sonriendo con impotencia. De repente, sonó su celular. Era un número desconocido.
Vaciló un momento y salió al pasillo para responder. Al otro lado, una voz familiar le dijo:
—Celia, soy yo.
-¿Ana? -Celia se sorprendió.
—Sí, guardé el número que me diste. Me dijiste que te contactara cuando tomara la decisión… Y ya lo decidí…
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