Capítulo 286
De pronto, ella recordó el día en que Sira regresó del extranjero… Hubo un espectáculo de drones y fuegos artificiales que duró dos horas sobre el edificio Era Nueva de la capital, que se volvió tendencia en redes sociales. Todos los comentarios en línea elogiaban lo
increíblemente romántico que César había sido.
Fue ese mismo día cuando Celia supo que la mujer más amada de César había regresado al país. ¿Cómo se sentía ella en ese momento? Sentía envidia… Porque ese romanticismo
nunca había sido para ella…
Una tristeza profunda inundó los ojos de Celia. Nicolás lo notó y arrugó la frente. Justo cuando iba a decir algo, César.y Nicole salieron del ascensor. Al ver que Nicolás se paró frente a la puerta de Celia, la expresión tensa de Nicole se relajó: así que Celia y Nicolás no
vivían juntos… Con razón su jefe no había se enloquecido…
—¿A la familia Herrera siempre le ha gustado demostrar su poder adquisitivo así? preguntó Nicolás después de enjuagarse la boca con agua.
César lo miró, sin inmutarse.
-Señor Gómez, ¿te gusta cepillarte en la entrada ajena?
Nicolás le respondió con calma.
-El administrador llamó a la puerta y me molestó. Solo salí para ver qué había ocurrido.
-¿Te encanta el espectáculo?
—Sí, lo suficiente -Nicolás suspiró―. Soy propietario del apartamento, pero de repente todo el complejo residencial se convirtió en propiedad de los Herrera… Eso es bastante desconcertante.
-Con el tiempo, te acostumbrarás. -Sonrió César.
Cuando Nicolás iba a replicar, Nicole se acercó y le recordó con cortesía:
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-Señor Gómez, debe dejarle a la pareja el espacio, ¿cierto?
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Nicolás guardó silencio, observando a César con serenidad. César también lo miraba fijamente. Sus miradas se encontraron, aparentemente tranquilas pero cargadas de tensión. Al final, Nicolás se encogió de hombros y regresó a su casa.
César retiró la mirada y se detuvo frente a Celia.
-¿Ya desayunaste?
Cuando ella iba a responder, un repartidor de comida salió del ascensor. Iba a hacerle una llamada a Celia, pero al alzar la vista divisó el número de la puerta.
-Disculpe, ¿este es su pedido? -preguntó.
César arrugó el entrecejo. Celia extendió la mano para recibirlo.
-Gracias.
El repartidor se dirigió al ascensor, pero no pudo evitar voltear a mirar, preguntándose si sería un casting para alguna serie. Si no, ¿por qué todos los aquí presentes eran tan atractivos…?
Celia entró con la comida y César la siguió.
-Dijiste que podrías cuidarte. ¿Así es cómo lo haces?
Ella se sentó y comenzó a desenvolver el empaque.
-Quieres decir que, si una persona pide comida a domicilio, ¿no sabe cómo cuidarse bien? Entonces, mucha gente en el mundo no sabe cuidarse le refutó.
—
Pero, al intentar abrir la caja, tiró de la herida en su mano y soltó un quejido de dolor. César se acercó de inmediato y tomó su brazo derecho.
—¡Tu mano aún no se ha recuperado! ¿Por qué no me pediste ayuda? —la reprendió, preocupado.
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—¿Cómo me atrevería a causarte molestias por esas minucias? -Ella lo miró, impasible.
-¡Si te atreves a repetirlo!
-Dije que cómo me atrevería…
Antes de que ella pudiera terminar la frase, César le sujetó la nuca y en un instante selló sus labios con un beso. Ya hacía mucho que deseaba hacerlo, y lo había aguantado hasta ahora.
Celia reaccionó de golpe y lo empujó con la mano izquierda. La lengua de César forzó el paso entre sus labios para profundizar el beso, como si quisiera apropiarse de esa dulzura por
completo.
—¡Jefe!
Al entrar, Nicole vio esta escena. De inmediato, giró de espaldas.
-Es que… tiene una llamada urgente…
Dicho esto, salió rápidamente.
César se separó lentamente de sus labios, con su mirada fija en ellos, ahora hinchados y arrebolados por el beso. El pensamiento de que ella aún le pertenecía lo llenó de una
satisfacción.
Celía se cubrió la boca con el dorso de la mano y apartó la mirada para evitar mirarlo.
-Ya puedes irte.
Él no pudo contener una risa leve y asintió.
-Ve a desayunar.
César le abrió los recipientes de la comida y le alcanzó una cuchara antes de salir con parsimonia.
Celia se tocó los labios con la yema de los dedos y, al darse cuenta de lo que hacía, se los limpió bruscamente, erradicando todo rastro residual de su calor.
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Capitulo 296
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César recibió la llamada en el pasillo. La persona al otro lado de la línea informó que ya habían localizado a la chica de la que Sira le había mencionado…
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