Capitulo 253Â
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Celia soltó una risa burlona, indiferente.Â
-Cuando me difamaban antes, nunca lo vi tan preocupado.Â
Nicole se sentÃa un poco avergonzada por su jefe…Â
-Es solo una chica joven. Dile al señor que no haga tanto alboroto. Con darle una lección esÂ
suficiente.Â
Ella se iba a ir, cuando Nicole le preguntó:Â
-El jefe me pidió que le pregunte: ¿qué le gustarÃa cenar esta noche?Â
Ella se detuvo en seco, pero respondió con calma:Â
Comida a domicilio.Â
***Â
César hizo que eliminaran las publicaciones relacionadas en tendencia y luego aclaró los rumores. Pronto recibió el mensaje de Nicole. HabÃa planeado reservar una habitación en el mejor restaurante, pero esas palabras “comida a domicilio” le causaron incomodidad.Â
SabÃa que la convivencia de Celia con él era solo una cesión temporal. Durante esos dÃas, aunque ella se habÃa comportado como un erizo, él habÃa estado intentando compensarla. No obstante, por más que hiciera, se mantenÃa a la defensiva y él no podÃa quejarse. Se loÂ
merecÃa.Â
En ese momento, recibió una foto de un número desconocido. La imagen, tomada en el pasillo de la clÃnica, mostraba a Nicolás y Celia. En la cual, él se inclinaba hacia ella. Ambos vestÃan de blanco y, desde ese ángulo, aunque la mirada no era tan Ãntima, los dos parecÃan una pareja, como hechos el uno para el otro.Â
La expresión de César se ensombreció al instante. En el pasado no habÃa considerado a Alfredo como su rival, pero, por primera vez, sentÃa que otro hombre a su lado le resultabaÂ
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molesto… A las siete de la tarde, ella regresó a su apartamento para recoger material de estudio. El equipo del doctor Adler llegarÃa pronto y necesitaba preparar su presentación con anticipación. Bajaba con su bolso cuando se encontró con Nicolás fuera del edificio, quien acababa de regresar del trabajo.Â
Al ver la comida en sus manos, ella le preguntó, sorprendida:Â
-¿Alguien como tú también pide comida a domicilio?Â
Era maniático de la limpieza, ¿no?Â
-Si no como esto, ¿cocinarás para mÃ? —Él le refutó.Â
Ella se quedó sin palabras.Â
-Doctor, tu broma no es divertida.Â
—Tú me preguntaste y yo te respondÃ. ¿Cómo eso se convierte en broma? —Se mantuvo conÂ
seriedad.Â
Celia se atragantó con las palabras… ¿Era asà la lógica de los genios…?Â
De pronto, el celular de Nicolás sonó. Lo revisó y luego lo guardó en el bolsillo sin contestar. Ella asumió que él no la atendió porque ella estaba presente.Â
-Asà que me voy, doctor. -Le sonrió.Â
Nicolás no la detuvo. Cuando se alejó, revisó el historial de las llamadas perdidas. Era una llamada de Alfredo. Al devolver la llamada, este le preguntó curioso:Â
-Hombre, ¿por qué no contestaste?Â
-Estaba ocupado, no la escuché. ¿Qué pasó?Â
Él, sentado en su auto, lo habÃa estado observando desde hacÃa rato. Su campo visual coincidÃa con la escena frente a Nicolás. Tras un silencio de varios segundos, dijo:Â
-¿Por qué no salimos a beber algo esta noche? Hace mucho que no conversamos.Â
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Nicolás aceptó la invitación.Â
-EnvÃame la dirección.Â
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Al regresar a Montaña Dorada, en la sala de estar, Celia vio a Nicole saliendo del estudio.Â
-Señora, ¿regresa tan tarde?Â
-Tuve unos asuntos que me demoraron.Â
Dicho esto, pasó junto a ella. Intentó advertirle algo, pero una figura apareció justo en la entrada del estudio. Esos dÃas, César habÃa reducido mucho su consumo, pero encendió un cigarrillo. Con cara sombrÃa, usó otro para calmarse, exhalando una nube de humo hacia elÂ
techo.Â
—¿Fuiste a tu apartamento? —preguntó él.Â
Ella clavó la mirada en su cara, impasible.Â
-Fui por cosas que necesito. ¿Y qué? —le replicó.Â
Él permaneció en silencio, con los músculos de la mandÃbula tensionados. Su mirada era sombrÃa y un poco siniestra. Ella intuyó que algo andaba mal. Al volverse hacia Nicole, descubrió que esta ya habÃa desaparecido. Retrocedió nerviosa. Ese gesto, sin querer, le causó a César un dolor agudo en el corazón. Su silueta se fundÃa con las sombras en elÂ
rincón, ocultando todos sus sentimientos.Â
-Celia, dime. ¿Qué quieres que haga?Â
Ella se detuvo, apretando los puños.Â
-No necesitas hacer nada. Entre nosotros… ya no hay vuelta atrás.Â
Tras decirlo, inhaló y pasó frente a él. No sabÃa si era su imaginación, pero al cruzarse con su figura en la penumbra, vio a un César más desolado y abatido que nunca, como si enÂ
cualquier momento fuera a desmoronarse. 1Â
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Celia mordió su labio, desviando la mirada. ¿Él también podÃa sentir dolor en el corazón?Â
¡Lástima que este dolor aún no fuera suficiente! Después de que cerró la puerta, César se quedó pensativo, incluso olvidó el cigarrillo entre sus dedos. La ceniza cayó sobre su mano,Â
pero no reaccionó.Â
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