Capítulo 250
Por la tarde, una decena de pacientes esperaban la consulta de neurología. Todos habían ido por Nicolás y algunos incluso eran pacientes habituales. Celia se encargaba de tomar notas mientras él revisaba los resultados de los exámenes, evaluando la situación de cada caso y determinando la necesidad y tipo de intervención quirúrgica.
En ese momento, un anciano con debilidad general, de alrededor de sesenta años, fue ingresado en silla de ruedas por sus familiares.
-Doctor Gómez. -Una mujer de mediana edad lo saludó con respeto.
Nicolás reconoció al paciente y a sus familiares.
-Son familiares del señor Ramos, ¿cierto?
—
—Sí, qué buena memoria tiene usted respondió ella, con voz cargada de culpa-. El año pasado mi esposo estuvo hospitalizado en neurología. En ese entonces, el jefe de departamento le pidió que nos programara el tratamiento… Si hubiéramos seguido su recomendación, mi esposo no estaría así
ahora…
La mujer no podía ocultar su arrepentimiento, con sollozos contenidos en su voz. Sus dos hijos adultos la acompañaban. El hijo mayor consolaba a su madre, mientras la hija menor permanecía en silencio, lanzando miradas furtivas a Nicolás.
Celia lo observó. Sin decir palabra, él tomó un oftalmoscopio y se acercó para examinarle sus pupilas.
-Doctor, usted es el especialista más joven de la clínica. En ese entonces, no prestamos suficiente atención a la gravedad de la situación y no seguimos su consejo… ¿Todavía hay posibilidad de que se recupere?
-¿El paciente ha sufrido ataques después del alta?
—Sí, pero siempre tomó con regularidad el medicamento antihipertensivo. Estos días empezó con convulsiones y confusión mental. Luego quedó paralizado…
Nicolás revisó el resultado de MRI cerebrales.
-Es la arterioesclerosis cerebral, una situación muy típica. El año pasado en neurología solo mostraba trombosis. Si hubieran aceptado la cirugía de invasión mínima, no habría llegado a esta situación.
-¡Es mi culpa! Toda mi culpa… La mujer se cubrió la cara, llorando.
–
El joven a su lado preguntó, preocupado:
-¿Entonces mi papá necesita cirugía?
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El se volvió hacia Celia.
Doctora Sánchez, eres también cirujana principal. ¿Qué opinas?
Los familiares la miraron con sorpresa. Aunque ella usaba mascarilla, sus ojos y contorno facial mostraban a una doctora joven. ¿Ya es cirujana principal?
Celia revisó en el computador el historial del paciente del año pasado, contrastándolo con los estudios actuales. Asintió.
-Podremos realizarle una endarterectomía carotidea. Consiste en extirpar la placa aterosclerótica engrosada de la íntima carotidiana para evitar que se desprenda y cause un ACV. Es una cirugía preventiva contra infartos cerebrales.
-Doctor, ¿esta cirugía tiene riesgos? -La mujer parecía que solo quería conversar con Nicolás. Al parecer, no confiaba en una mujer tan joven.
Al cruzarse con la mirada de él, Celia sonrió sin decir nada más. Nicolás mantuvo su expresión mientras les explicaba. (1
-Todas las cirugías conllevan riesgos. Pero si se niega a hacerla, ¿ha considerado las consecuencias de un posible infarto cerebral?
La mujer guardó silencio. Después de pensarlo, aceptó la intervención. La jornada de consultas terminó alrededor de las cuatro de la tarde. Mientras Celia recogía los documentos, una joven apareció en la puerta buscando a Nicolás.
-Doctor Gómez.
Al ver la expresión de admiración en la cara de la joven, ella adivinó de qué se trataba. Se volvió hacia
Nicolás.
-Doctor, me voy.
Nicolás observó cómo su silueta se alejaba. Bajo la mirada de Nicolás, la joven entró y le mostró la pantalla de su celular con timidez.
-Doctor, ¿podría tener su WhatsApp? ¡Para consultarle sobre la cirugía de mi padre!
-Lo siento, no agrego a familiares de pacientes. Cualquier duda puede consultar a su médico tratante. Él la rechazó sin consideración.
–
Al ser rechazada, la joven bajó la mirada mordiéndose los labios y salió corriendo con los ojos enrojecidos. De regreso a la unidad de hospitalización, al pasar por la estación de enfermería, ella oyó por accidente la conversación de dos enfermeras, comentando con envidia:
-El doctor Gómez nunca antes ha llevado a nadie en sus consultas. ¿Por qué eligió a la doctora
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Sánchez? ¿Tendrán alguna relación especial?
—La doctora es la más bella de nuestro departamento. El doctor Gómez es hombre, no un dios. Es normal que se deje cautivar por la belleza, ¿no?
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