Capitulo 221
Sira le envió a Celia esos mensajes de intimidación y fanfarronería. Aunque no recibió ninguna respuesta de la otra parte después de treinta minutos, ella se sintió bastante satisfecha. Al menos había logrado su objetivo. En ese momento, su celular sono. Era una llamada de Sara Contestó con fastidio.
Ya le dije que no me contactara a menos que fuera urgente…
¡Directora Núñez, me has metido en un gran problema!-La voz de Sara ya no tenía el respeto de antes, sino un tono de reproche. Me dijiste que al señor Herrera no le importatía si me metía con los Sánchez, ¿no es así? ¿Y qué pasó? ¡Los Fernández ahora me han abandonado! ¡Quieren que mi esposo se divorcie de mil ¡Definitivamente estaba loca cuando creí tus mentiras!
-Señora Fernández, ¿qué quiere decir con eso?
Sira, confundida, se tensó con un mal presentimiento.
–¿Dónde estás ahora? -le preguntó a Sara, nerviosa.
-¿Dónde cree que estoy?! ¡El señor Herrera me buscó ayer! Y, además, ¡ya estoy harta de esconderme por todas las partes! ¡ Arregla ese lio tú sola y no me vuelva a contactar! ¡Qué mala suerte tener que lidiar con una alucinada como tú!
Tras descargar su furia, Sara colgó bruscamente y Sira se quedó pasmada en su lugar. No sabía cuánto tiempo había pasado. Cuando vio a una figura familiar, se puso pálida. César abrió la puerta de la habitación con calma y una mirada sombría.
-Cé… César, ¿por qué estás aquí? -Sira se esforzó por contener su pánico, forzando una sonrisa incómoda.
La mirada de César se posó en el celular que ella intentaba ocultar.
-¿De quién era la llamada? -le preguntó con voz serena.
—De una amiga -respondió ella, bajando la mirada con una sonrisa tensa-. Se enteró de que estaba hospitalizada y me llamó por preocupación.
Dicho esto, alzó la mirada con fingida inocencia.
-César, hace tiempo que no veo a Osqui. Lo extraño mucho. Cuando me den de alta, me gustaría pasar unos días con él, ¿podría?
¡Aún tenía a Óscar como su as bajo la manga! Con el cariño que César le tenía, incluso si estaba enojado con ella ahora, algún día se le pasaría. Después de todo, la había amado tanto en el pasado…
César echó un vistazo al ramo de flores colocado en la mesita de noche, jugueteando con ellas distraídamente con un dedo.
-¿Le enviaste mensajes a Celia? -preguntó, despreocupado.
La sonrisa de Sira se congeló. Apretó instintivamente su celular.
-No… César, ¿por qué preguntas? -mintió, nerviosa.
La mirada de César se volvió sombría, clavándose en la cara de Sira. Por un instante, la mujer frente a él le pareció tan extraña. La conocía desde hacía tanto tiempo, incluso habían sido novios, pero ahora sentía que nunca la había conocido realmente. ¿Era esta su verdadera naturaleza? ¿O algo la había cambiado?
Bajo su escrutinio, su máscara de inocencia casi se resquebrajó. Extendió la mano, intentando tocarlo.
–César, ¿Celia te dijo algo? Sé que nunca le caí bien, pero…
Antes de que pudiera terminar de hablar, César colocó frente a ella el celular de Celia, mostrándole los mensajes. Sira se quedó pasmada y sin palabras, temblando de miedo.
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Capitulo 221
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Al verla desenmascarada, César no pudo evitar reírse con amargura, mientras su mirada se volvía todavía más aterradora.
-¿Siempre le enviabas estos mensajes a mis espaldas? -la interrogó.
-No… no es así…-Sira, demasiado alterada para articular palabras coherentes, se esforzó por calmarse-. César, déjame explicártelo, no fue mi intención.
César la apartó de un empujón. Ella perdió el equilibrio y casi cayó de la cama. Él se limpió meticulosamente la mano con un pañuelo, como si hubiera tocado algo repulsivo.
-Todos dicen que te favorezco, que te consiento. Sí, porque sentía que te debía algo. Te di todo lo que pedías, ¿cierto? ¿Pero qué me diste? Me usaste, me manipulaste, ¡y me convertiste en el villano que destruyó a la familia Sánchez! Sira, ¿siempre me has estado engañado?
Las lágrimas rodaban por las mejillas de Sira, mientras temblaba incontrolablemente.
-César, no es así…
-¡La evidencia está frente a ti y sigues estás mintiendo!
Con un movimiento brusco de su brazo, César aventó el jarrón de flores al suelo. Sira se quedó boquiabierta, sintiendo cómo su corazón perdió un latido en ese instante.
