Capítulo 208
Celia guardó silencio por um momento antes de asentir.
-Lléveme, por favor.
El mesero la condujo al segundo piso del restaurante. Alfredo se sentó junto a la ventana y, desde su ángulo, podía verla claramente. Después de que el mesero se retiró con su propina, él la miró, manteniendo una sonrisa amable, como siempre.
-¿Te gustaría beber algo? El té de este lugar es bastante bueno, podrías probarlo.
Gracias, pero no quiero -respondió y se sentó frente a él con una actitud más distante que antes. No tomaré nada.
El bajó la mirada.
—Sé que me guardas rencor, pero, de todos modos, debo decírtelo. Celia, lo siento. También le fallé a tu mamá.
Ella alzó la vista para mirarlo, sintiendo una mezcla de sentimientos.
-Todo eso ya pasó -dijo esas palabras, con calma
Pretendía que ya no le importaba, pero él sabía que, en el fondo, su herida aún no había sanado.
-Celia, déjame contarte una historia.
Dicho esto, Alfredo apretó la taza que tenía en las manos, usando las letras A y B para referirse a dos compañeros de armas que pasaron penurias juntos. No eran hermanos de sangre, pero su vínculo era más fuerte que el de la familia.
A provenía de una familia influyente, pero nunca menospreció a B. En los ojos de B, A no tenía los aires arrogantes de un joven adinerado. Por el contrario, era una persona cortés, valiente y responsable. Pronto, se convirtieron en confidentes; se lo compartían todo y A se transformó en la persona en quien B más confiaba.
Día tras día, la hermana menor de B se enamoró en secreto de A y ese sentimiento era mutuo. Sin embargo, ella sentía inquietud debido a su elevado estatus social. No obstante, A le prometió que convencería a su familia para que la aceptaran.
B fue testigo de su amor durante cinco años. Y, después, la joven quedó embarazada. Todos pensaron que A, tras regresar a la capital, volvería pronto para cumplir su promesa. Pero su partida fue seguida por el silencio. Sin ninguna respuesta, la joven dio a luz sola a una niña. Como era una hija ilegítima, la familia no la aceptó. B no podía creer que su mejor amigo hubiera abandonado a su hermana, así que la llevó consigo a la capital para buscar a A.
Llegaron a la casa de A, pero el padre los echó insultándolos. B guardó ese resentimiento. Intentó por todos los medios ver a A solo para preguntarle su parecer, nada más.
By su hermana se quedaron a vivir en la capital. Para mantener a la niña en un lugar desconocido, los hermanos dependían el uno del otro, luchando por ganarse la vida.
Hasta que un día, A celebró en la capital una boda espléndida, casándose con la hija de un magnate empresarial del sur. Al enterarse de eso, la joven, traicionada, cayó en una profunda depresión. Lloraba constantemente y su salud se debilitaba día a
día.
Por su hermana, B logró interceptar el auto de A en la calle. Exigió saber por qué había traicionado a su hermana. La respuesta de A fue que necesitaba una esposa que pudiera apoyarlo dentro de su familia, en vez de una a la que su familia tuviera que
mantener.
La respuesta destrozó por completo las esperanzas de B y lo decepcionó. Se dio cuenta de que él nunca había visto el verdadero lado de A, tampoco lo había conocido tanto como él mismo pensaba.
Desde el momento de su nacimiento, la barrera de clase ya existió entre ellos. A no le importaba ser amigo de B, ni amar a su hermana, porque sabía que los intereses siempre pesarían más que los amigos o los amantes.
Captulo 208
+25 BONUS
Al final, Brompió toda la amistad con A. Cuando él y su hermana estaban a punto de rendirse en la capital, encontraron a un benefactor. Todo el éxito posterior de los hermanos se debió a la ayuda de esta persona. Aunque Blogró estabilizarse y echar raíces en la capital, A nunca reconoció el linaje de la niña. Hasta la muerte de B, A nunca fue a verla.
Al concluir la historia, Alfredo se rio con amargura y un toque de autodesprecio.
Lástima que A también tuvo una vida corta. No llegó a los cuarenta. Quizás ese fue su castigo.
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