Capítulo 204
Al escuchar esas palabras, la sangre de Cella casi se congeló. Al ver la expresión de satisfacción de Sira, por fin lo comprendió: la muerte de Rosa había sido su obra. Todo tenía sentido…
César no le había dejado ir a la comisaría, tampoco le había contado los detalles de la caída de su madre. Todo era por Sira… Ella apretó con fuerza los puños y sus ojos se humedecieron al instante.
Se le acercó y se detuvo frente a ella.
-La verdad, en ese momento no quería que muriera. Lástima que escuchó cosas que no debía. Es culpa de su mala suerte -dijo esas palabras, en tono desafiante.
Celia temblaba de la ira, con sus emociones a punto de estallar.
-¿¡Por qué demonios hiciste esto!?
-Ya te dije que fue un accidente, ¿no? -No mostraba el más mínimo remordimiento-. Fue culpa de su mala suerte.
-¿Y lo de mi hermano? ¿Y lo de mi papá? ¿También fueron “accidentes“? –le preguntó Celia, agarrándola bruscamente de la muñeca. Sí, César te permite hacer lo que quieras y te protege, y ¿así te crees con derecho a actuar con tal impunidad? ¿De verdad crees que él podrá protegerte toda la vida?
—Sí, ¿y qué? —Ella la empujó, con arrogancia—. Aunque no pueda protegerme toda la vida, mientras se trate de mis asuntos, él nunca se quedará de brazos cruzados. Esta vez tampoco será la excepción.
Se le acercó todavía más, antes de continuar:
-No haces más que decir que te alejarás de él, ¿pero lo has hecho? Siempre supe que no podrías renunciar al título de señora Herrera, ¿no? Ya que insistes en competir conmigo, ¿por qué debería ser amable?
Ella se estremeció y su cara perdió todo el color.
-¡¿Así que por eso atacaste a ellos?!
-Porque son las personas que más te importan, ¿no es así? —replicó, con crueldad—. Aunque no puedo dañarte a ti, ¿crees que tampoco puedo hacerlo a tu familia? Esta vez también fuiste tú quien me obligó. ¡Nunca deberías haberte acercado a Óscar!
Celia quedó aturdida. ¿Todo eso fue porque esa vez ella se había acercado a Óscar y había descubierto las heridas en sus piernas? ¿ Sira había tomado acciones por miedo de que su secreto se revelara? Al pensarlo, Celia soltó una risa.
-Si César llegara a ver ese lado tuyo, la cosa será interesante, ¿cierto?
Sira se tensó, pero luego recuperó la compostura y dijo, llena de seguridad: -Él me ama tanto que, incluso si descubre el verdadero yo, seguirá amándome.
Su tono se volvió todavía más desafiante.
En cambio, tú… perdiste a toda tu familia. Solo tienes a un hermano en estado vegetativo, que no se sabe cuánto aguantará… Hizo un sonido de desprecio y puso una mano en el hombro de Celia-. Dicen que hace días por fin habías sentido el amor familiar… Pero, ya no queda nada. Qué patética… Si Carlos también muriera, seguro sufrirías más, ¿cierto?
Sira intentaba enfurecerla; preferiblemente, volverla loca. La familia Herrera nunca aceptaría a una demente. Celia la miró, impasible. Cuando una persona está enfurecida furia, produce gritos desgarradores. En ese momento, la puerta del ascensor se abrió. Sira se giró y, al ver a César, cambió al instante su expresión.
César. Lo saludó.
Al verla, él arrugó la frente. Su mirada se dirigió hacia Celia. Ella parecía perder toda vitalidad, sumido en una quietud mortal.
Capitulo 204
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Con la presencia de Sira, él comprendió al instante lo que había pasado y se ensombreció.
-¿Qué haces aquí?-le preguntó con cara sombría.
Ella se quedó pasmada. Era la primera vez que percibía el enfado de César dirigido hacia ella. Apretó los puños e intentó justificarse con cautela.
César… en cuanto a lo de la mamá de Celia… no fue mi intención. Vine a disculparme con Celia…
Antes de que él pudiera decir algo, Celia giró y entró a la casa. Él apretó ligeramente los dientes y se detuvo frente a Sira.
No deberías haber hablado con ella.
-De verdad vine a disculparme. De lo contrario, mi conciencia me castigará el resto de mi vida.
-¿Por qué no lo haces en un momento adecuado? -Se masajeó el entrecejo adolorido, exasperado por la estupidez de Sira. Ella permaneció inmóvil, varios segundos, bajando la mirada y mordiéndose el labio inferior. ¡Le importaban sus sentimientos! Celia salió de la casa de nuevo y caminó hacia ellos. En ese momento, no pensaba en nada especial, porque el odio la había consumido. César intuyó el peligro y dio un brusco empujón a Sira hacia un lado. Al siguiente segundo, el cuchillo en la mano de Celia se clavó en el abdomen de César. Al ver esto, Sira palideció y retrocedió aterrorizada.
Cuando él sintió el dolor, se quedó pálido. Agarró la mano con la que Celia sostenía el cuchillo, sujetándola con fuerza. Sus ojos se enrojecieron por el agudo dolor.
-Celia…
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