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Por que 203

Por que 203

En brazos de César, Celia fue llevada al auto. Ella cerró la puerta con debilidad, aislándose de los ruidos. A través de la ventanilla, alcanzó a ver a Mara revolcándose en el suelo en su patético drama y a Ada pasmada en su lugar. El resto de la gente comentaba, pero Celia ya no podía oír de qué estaban 

hablando. 

César pasó, con ternura, sus dedos por su mejilla, que estaba hinchada. Ella apartó la cara, pero él, como si hubiera anticipado su reacción, la sostuvo con firmeza contra su pecho. 

-¿Por qué no regresaste a casa? -le preguntó. 

Ella lucía agotada. 

-¿Tengo una casa? 

-La casa en Villa Serenidad es tu hogar, ¿no? 

Mientras hablaba, él le quitó los accesorios baratos para el cabello y los arrojó por la ventana. 

-Hasta las perlas eran de plástico. Me pregunto cuánto fue la dote para que Mara aceptara vender a su nieta. -Bromeó, con sarcasmo. 

Celia apretó los puños y permaneció en silencio. Él le tomó la barbilla, obligándola a mirarlo. 

-¿Sabes qué? Te estás volviendo cada vez más problemática. 

-Yo nunca le pedí que se preocupara por mí —le refutó ella, impasible. 

César entrecerró los ojos. 

-Si no quieres que me preocupe, ¿quién debería hacerlo? ¿Ese tal Alfredo Suárez? 

Cuando ella intentó liberarse de su abrazo, él usó aún más fuerza, manteniéndola inmovilizada entre sus brazos. Le habían aplicado a Celia un maquillaje simple, pero le dotaba de un encanto especial, de una mezcla de pureza y seducción. Incluso, ese vestido nupcial de pésimo gusto no ocultó ni un poco su belleza. 

Al pensar que ese maldito con babas casi se convirtió en su esposo, César se molestó al instante. ¡ La desaparición de esa acería no era suficiente castigo! 

*** 

Tan pronto como llegaron a casa, César la llevó al baño. Sin mediar palabra, procedió a quitarle el vestido. Ella cayó sentada en la bañera, cubriéndose y temblando. 

-¡No me toques! -gritó, aterrorizada. 

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Capitulo 203 

El apretó los labios. Tras un largo momento, desvió la mirada. 

Cámbiate de ropa. No te haré nada —dijo. 

+25 BONUS 

Solo después de que él se fue, logró calmarse. Aunque la había ayudado, no podía confiar en él. De hecho, ya no confiaba en nadie. 

*** 

Dos días después, la acería fue clausurada. La familia de Ada sufrió pérdidas de varios millones. Al enterarse de que su hija había ofendido a César, el padre de ella fue tres veces en persona a la oficina de César para pedirle perdón, pero fue rechazado en todas las ocasiones. 

Mara y la pareja Sánchez también querían hablar con Celia, pero los guardaespaldas los echaron del barrio antes de que pudieran acercarse a la entrada. 

El cuerpo de Rosa fue cremado en el tanatorio. Aunque César había ofrecido organizarle un funeral, ella lo rechazó, porque no le parecía necesario. Solo la enterró junto a la tumba de Fabio, nada más. Todo el proceso fue simple, pero solitario. 

César se quedó con ella en el cementerio un rato. Cuando recibió una llamada de Nicole, le pidió que lo esperara en Villa Serenidad. Celia le echó un vistazo, con las palabras atascadas en su garganta. Para ser honesta, ella no entendía para qué él se quedó aquí acompañándola. ¿Sentía lástima porque ella había perdido a sus padres? ¿O era solo un arrepentimiento tardío?, ¿un sentimiento de culpa? 

César colgó la llamada y captó su mirada. 

-¿Querías decir algo? 

Ella desvió la vista. 

-Nadale respondió con frialdad. 

Él la observó un momento más, antes de darse la vuelta. 

-Vámonos. 

Celía lo siguió en silencio. Salieron del cementerio y subieron al auto. 

De vuelta a Villa Serenidad, él recibió otra llamada de trabajo. Dejó que Celia que subiera. Como ella tampoco tenía intención de esperarlo, entró al ascensor. Al llegar a su piso, se encontró con Sira esperando frente a la puerta. Al oír el sonido, se volteó con una sonrisa radiante. 

-¡César! 

Cuando se dio cuenta de que era Celia, la sonrisa se desvaneció. 

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Capitulo 203 

+25 BONUS 

-Ah, Celia. 

-Si quieres ver a César, está abajo dijo, indiferente. 

Dicho esto, pasó junto a ella e ingresó la contraseña. Cuando estaba a punto de entrar, las palabras de 

Sira la detuvieron. 

-Lo siento mucho por lo de tu mamá. Es quehice todo lo posible. 

Celia se detuvo y se dio la vuelta para mirarla. 

-¿Qué quieres decir con eso? 

Sira parpadeó, sorprendida. ¿César aún no se lo había dicho? Pensándolo mejor, dejó escapar una sonrisa. Mostraba inocencia, pero ocultaba una clara satisfacción. 

—Lo siento muchoPrimero perdiste a tu papá y ahora a tu mamá. La verdad, no fue mi intención mencionar a tu hermano frente a ella, pero ella me provocó. 

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