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Por que 20

Por que 20

Capítulo 20 

Al revisar el bolso de Celia, Sira encontró su pulsera de diamantes. Todos los presentes contuvieron la respiración y miraron a Celia con incredulidad

-¡Nunca imaginé que Celia fuera una persona así

-Dios, ¡no vale la pena confiar en ella

-¿Cómo puede ser médica una persona con esa moral

-¿Está tan desesperada por el dinero que robó la pulsera

Las acusaciones la entristecieron profundamente y ella palideció. Pero, poco a poco, recuperó la compostura. Ahora estaba extremadamente calmada

Entendió que Sira habia metido la pulsera en su bolso intencionadamente. De lo contrario, no habría estado tan segura. ¿Y por qué la incriminaba una y otra vez? ¿Era por César? Pero su matrimonio con él no era público¿Por qué ella podía saberlo

-Celia, por mucho que te gustara mi pulsera, no podías robármela a escondidas -la cuestionó Sira con fingida decepción-. Aunque no es muy costosa, es mi favorita. ¡Simplemente no debiste hacerlo

Celia podía escuchar claramente cada palabra de los murmullos, regaños y acusaciones. Apretó con desesperación los puños y su mirada se tornó indiferente y dura

César notó su expresión. Sin saber por qué, se sintió nervioso. Les ordenó a todos en un tono intimidante

-Ya pueden salir de aquí

Al ver que intentaba disolver a la multitud, Sira lo miró, incrédula

-César… 

-Aseguran que yo robé su pulsera, ¿cierto? -habló Celia

La expresión de César se volvió más seria al escuchar esas palabras. Celia, ignorándolo, se dirigió hacia Sira, quien se quedó un poco sorprendida. Luego, ¡le dio una fuerte cachetada

Todos los presentes se quedaron atónitos

Los de la Clínica Central sabían que César era el respaldo de Sira. ¿¡Cómo se atrevía a golpear a Sira frente 

a él!? 

Alfredo también estaba estupefacto, sin esperar que Celia fuera una mujer con tanto carácter. ¡Justo de su 

gusto

César no esperaba que ella hiciera eso. Agarró su muñeca y la controló

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-¡Qué haces

Ella se soltó bruscamente con los ojos enrojecidos

-¿Qué estoy haciendo? La palabra robarnunca tendrá ni la más mínima relación conmigo

Miró a Sira, quien se cubría la mejilla con una mano, y le dijo con una sonrisa aterradora

-Si me atrevi a golpearte frente al señor Herrera, ¿crees que me rebajaría a robarte? Si la quisiera, simplemente podría arrebatártela. ¿Por qué debería hacerlo a escondidas

Después de una breve pausa, continuó:

-Llevabas esa pulsera puesta todo el tiempo y dijiste que te la había robado. Dime, ¿cómo pude lograrlo frente a tu nariz? ¿No sentiste nada cuando te la quité? ¿O es que la piel de tu mano es tan dura como la 

de tu cara

-Pues-Sira titubeó, no esperaba que Celia lograra invertir la situación. Palideció un poco por los 

nervios

Para los presentes, las palabras de Celia parecían razonables. Una pulsera era algo que uno siempre llevaba puesto. Era poco probable que ella la hubiera robado sin que Sira se diera cuenta

César le dirigió una mirada sombría a Sira, quien se apresuró a explicarse, conteniendo el pánico en sus 

ojos

-No es así. No llevaba puesta la pulsera, así que… 

Al ver que empezaba a contradecirse, Celia la presionó más

-Dijiste que era tu pulsera favorita, la que el señor Herrera te regaló. Si no la llevabas puesta, ¿cómo yo 

iba a saber siquiera que existía

Mientras hablaba, agarró la mano de Sira; todavía sostenía la pulsera

-¿O acaso la sacaste para presumirmela? Cuando la guardaste en el bolsillo, ¿la vi en este momento? ¿Y luego la robé

-¡Ya basta! -César la detuvo sosteniendo su muñeca. ¿Quieres seguir causando un escándalo frente

todos

Celia lo miró, incapaz de creer lo que había llegado a sus oídos, sintiendo una gran desesperación.

-Solo estoy limpiando mi nombre. ¿Y dijiste que estoy causando problemas

-¿Limpiar tu nombre? -César se burló-. Sira encontró la pulsera en tu bolso. ¿Cómo limpiarás tu nombre 

ante ese hecho

Sus palabras habían dado una conclusión. La sangre de Celia hirvió de furia y frustración. Con voz 

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entrecortada, se defendió

-Lo sabes muy bien, que nunca… 

-Solo creo en las pruebas

Sus palabras le quitaron la última posibilidad de justificarse, frustrando por completo su corazón

Sira tomó la mano de César con fingida amabilidad

-César, dejémoslo aquíSeguro que ella no lo hizo con mala intención. Ahora que ya recuperé la pulsera

no la culpo

Su falsa generosidad le ganó el elogio de los presentes. Mientras que Celia, por más que intentara explicarse, solo quedaba como una mentirosa patética, porque la pulsera salió de su bolso. A la vista de 

todos, nadie le creería… 

Con una risa amarga, Celia tragó todo el dolor

-Parece que hoy no hay forma de evitar que me culpen. Bueno, es un día de mala suerte para . Lo consideraré como si me hubiera mordido una perra rabiosa

Clavó una mirada profunda, cargada de decepción y desprecio, en Sira y César. Luego, se dio la vuelta y se 

marchó

César dudó por un malestar repentino. Justo cuando iba a seguirla, Sira lo detuvo

-Basta ya. No la presiones más

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