Capítulo 183
César se detuvo, giró para mirar a Celia detrás de él. Su mirada se clavó en su cara nerviosa.
-¿Qué pasa?
Ella tartamudeó:
-¿Qué quieres para el desayuno?
-¿Tú me lo prepararás? -preguntó él, con una mirada sorprendida.
Ella soltó un “hum“, sin quitarle los ojos de encima, temerosa de que desviara la mirada. Su expresión nerviosa a César le parecía tan encantadora. A él también le gustaba más ese estado de ella.
-No tengo prisa -César se inclinó hacia ella, susurrándole al oído-. Dejaré la comida para esta noche.
Antes de que Celia pudiera reaccionar, él se fue con satisfacción. En el momento en que la puerta se cerró, Margarita volvió en sí. Entendió que casi cometió un error y se sintió culpable.
-Señora, no sabía que eran… anticonceptivos. Tras tantos años, aún no han tenido hijos. ¿Es porque usted ha estado tomando pastillas…? -preguntó con una expresión de dificultad.
-No.–Celia recuperó la caja. Al principio, quería tirar la basura por la mañana, pero no esperaba que Margarita
la viera-. Lo nuestro no es asunto suyo.
Por suerte, César no había visto qué era esa caja.
-Espero que pueda guardar el secreto, ¿podría?
Rara vez Celia le pedía algo a Margarita, pero esa era la primera vez que lo hacía. Margarita podía ver lo grave que era este asunto. Aún necesitaba ese trabajo y sabía bien qué debía decir y qué no.
-Claro, no se lo diré al señor. —Prometió.
***
Sira fue a la casona a ver a su hijo. Compró varios regalos para las niñeras que lo cuidaban. También le llevó uno a Marina, pero ella no lo aceptó. Las otras niñeras, al ver la generosidad de ella, fueron amables. Respondían honestamente a lo que ella les preguntaba.
-¿Ayer… la esposa de César vino? -preguntó Sira de casualidad.
-¿Se refiere a la señora Herrera? Sí, vino. La abuela y la señora la llamaron -respondió una de las niñeras sonriendo,
-¿Para qué la llamaron?
Otra niñera negó con la cabeza.
-No lo sé.
-Parece que fue porque la joven señora está embarazada. La niñera más joven estaba muy interesada en el
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Capitulo 183
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chisme-. Total, ila familia Herrera ha recibido dos buenas noticias!
La cara de Sira se ensombreció al instante. ¿Cella estaba embarazada…? Las otras niñeras también estaban interesadas en ese tema.
¿De qué tratan?
-La señorita Rocío se va a casar con el señor Rojas, ¿no? Esa ya es una. Y el embarazo de la joven señora es la otra!
Al enterarse del embarazo de Celia, Sira ya no pudo ofr lo que decían las niñeras. Se iba a divorciar de César y se iría de la capital, ¿no era así? ¿Y esa zorra dijo que ya no le importaba el título de señora Herrera? ¡Qué hipócrita más despreciable!
Pensativa, fue al patio. Tomó su celular y llamó a Alfredo para contarle sobre el embarazo de Celia. El también se sorprendió. Tras un silencio, le preguntó con voz grave:
-¿Quieres lastimarla y al bebé?
-Si ella tiene a ese hijo, ¿cómo voy a casarme con César?-Sira bajó la voz con disgusto. Miró a su alrededor con cautela y añadió-: Si tú la hubieras seducido antes, ¿estaría yo en esta situación tan vergonzosa? ¡No olvides que estamos en el mismo bando!
Alfredo apretó los dientes. Guardó silencio durante un buen tiempo.
-Déjame pensarlo.
Al terminar de decir eso, colgó la llamada. Sira supo que, cuando la cosa se trataba de Celia, Alfredo siempre dudaba en ayudar. ¿De verdad se había enamorado de esa maldita? ¡Qué ridículo! Si era ese caso, tendría que hacer que otra persona efectuara ese plan.
Antes de marcharse con satisfacción, Sira confirmó que no había nadie alrededor. Pero no notó una figura parada detrás de una columna. Esa persona, de principio a fin, tenía una expresión de incredulidad, incapaz de creer lo que había oído y visto. Era como si algo de confianza en su interior se hubiera derrumbado. 1
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