Capítulo 171
Cuando César apareció en la puerta, Óscar se calmó un poco: su pequeño cuerpo delgado estaba bajo las sábanas, acurrucándose; su carita estaba pálida, como si le tuviera mucho miedo a que alguien se acercara.
-Cariño, mira, el tío César vino a verte. -Sira extendió la mano para acariciar su cabeza, pero él la esquivó. En cambio, se lanzó a los brazos de César.
La expresión de Sira se tensó ante esa reacción. De inmediato, mostró una sonrisa de impotencia.
-Osqui tiene una reacción de estrés. No deja que nadie se le acerque, ni los guardaespaldas, ni yo -le explicó.
César se paró junto a la cama. No se movió, dejando que Óscar lo abrazara, aunque se sintió un poco confundido. El niño solo lo abrazaba, sin decir nada. Después de un rato, César tomó sus pequeños hombros con suavidad. Se inclinó para quedar a su altura y lo consoló.
-No tengas miedo. Ya estoy aquí, ¿no?
El niño pareció salir de su trance y asintió, pero sus ojos reflejaban una profunda confusión. Entonces, Sira se acercó a su lado.
-César, desde lo de la caída, él rechaza mucho que la gente se le acerque. Ya ni siquiera se viene a mí. Pero, para mi sorpresa, aún depende tanto de ti como antes —dijo ella con una sonrisa.
Él se enderezó con calma y le hizo una pregunta:
-Tú eres su mamá. Debería ser más unido a ti, ¿no?
Ella sintió un vuelco en el corazón. Apretó en silencio los puños, pero puso una expresión de aflicción. – Tampoco lo entiendo… Quizás él me guarda rencor. Si ese día no hubiera estado con él, tal vez no habría pasado algo así…
César guardó silencio, mirando a Óscar, quien se sentó en la cama. El niño apretaba nervioso las sábanas, pero su expresión era mecánica. Estaba muy callado y su cara, antes gordita, se había puesto más delgada, que la de un niño saludable.
No obstante, al mirar a Sira, ella estaba impecable y llena de energía. Con sus recursos, era imposible que hubiera dejado a su propio hijo en tal situación. Él no pudo evitar sospechar cómo diablos estaba cuidando a su hijo…
La mirada de César la puso un poco nerviosa. Temía que descubriera algo, así que enseguida aparentó culpabilidad.
César, la verdad es que he estado muy ocupada estos días y descuidé a Osqui. Si él estuviera a tu lado, podría superarlo, ¿no?
Tras un largo silencio, él habló:
-Sira, ¿fue la pareja Sánchez quien lo empujó por la azotea?-le preguntó.
Había enviado a Nicole a investigarlo. Las cámaras de seguridad se habían dañado, por casualidad, y Nicole no había encontrado a ninguna persona más en presencia. Solo un empleado de la cafetería sirvió como testigo,
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diciendo que había sido la pareja quien empujó al niño.
-¿Por qué me haces esa pregunta ridícula?
La expresión de ella se tensó al instante, pero fue reemplazada por la tristeza fingida.
-¿Sospechas que estamos mintiendo? -le preguntó con “incredulidad“.
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No se atrevía a hacer más preguntas irrelevantes, ni siquiera a dudar un instante, porque cualquier expresión profundizaría su sospecha. Pero él no respondió. Extendió la mano para acariciar la cabeza de Óscar, y luego su tono se suavizó un poco.
-¿Podrías decirme qué ocurrió aquel día?
Al recordar lo sucedido ese día, la carita del niño perdió todo el color. Miró a su mamá. Apretó con fuerza el dobladillo de su pijama, esquivó la mirada antes de responder con voz baja.
-Sí… ellos me empujaron.
Sira se sintió complacida al escucharlo. Menos mal, su pequeño maldito no la defraudaba. Su actuación siempre la hacía sentirse satisfecha.
César no preguntó nada más. Ordenó a los guardaespaldas que entraran a empacar sus cosas.
Cuando llevó a Óscar a la casona, Sira los siguió todo el tiempo. Si la familia Herrera lo aceptaba, era también un
buen comienzo.
Sin embargo, al parecer, se hizo demasiadas ilusiones. Ni Valeria ni Marta salieron a recibir a Óscar. Solo estaban la ama de llaves, Marina, y dos nanas. Al verlos, Marina se les acercó a saludarlos con cortesía.
-Señor, puede confiarme al niño.
La expresión de Sira cambió. Cuando César le indicó a Óscar que fuera con Marina, ella lo agarró.
-César, ¿no serán la señora Herrera y tú quienes cuidarán a Osqui? ¿Cómo es que…?
Marta había aceptado que su hijo viviera en la casona y ella pensó que sería Marta quien lo cuidaría… ¡Pero resultó que sería solo una sirvienta!
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