Capítulo 170
Capítulo 170
Celia guardó silencio, dejando su mirada en él durante un rato. Luego le dijo, con tono sereno:
-¿Qué quieres comer? Voy a preparártelo.
César entrecerró los ojos, mirándola. Su mirada se posó en la delicada cara de Celia, sin revelar emoción alguna. Su docilidad parecía una sumisión deliberada, poco sincera.
Su expresión permaneció tranquila; pero, bajo esa calma, se ocultaba una presencia intensa. No la desenmascaró. Con un leve movimiento, la atrajo hacia sí y la levantó con facilidad en brazos.
-Puedo comer algo más primero.
Celia se quedó sin palabras… En la habitación, un ambiente íntimo se apoderó del espacio. La cortina dejaba pasar una raya de luz, iluminando un pequeño rincón de la estancia. 1
César la abrazaba, dándole sensaciones cada vez más apasionadas, como si intentara arrastrarla poco a poco hacia el abismo, haciéndola perder la noción de todo. Ella clavó las uñas en su hombro y cuello, mirando indiferente el techo blanco. Su cuerpo recibía todo lo que él le daba, pero su corazón ya no sentía ninguna emoción. Era una sensación muy particular, como si su cuerpo y su corazón se hubieran separado.
El tiempo pasaba tan lento, que le pareció un siglo. Celia se sintió mareada y aturdida durante todo el proceso de ese encuentro apasionado. César la rodeó con sus brazos por detrás. Después de un largo rato, rompió el silencio.
–Dame lo que me preparabas antes para el almuerzo -ordenó.
Ella parpadeó, aturdida.
-Ya no recuerdo tus gustos. -La voz de Celia sonaba áspera.
Después de todo, nunca llegó a conocerlo por completo. Antes, siempre le preparaba las tres comidas al día con diferentes recetas. Pero, se enteraba de los comentarios sobre cada una a través de la boca de Margarita.
Él guardó silencio. Un buen rato después, acarició su piel con ternura.
-No soy exigente con la comida —dijo.
Celía se levantó de la cama, se vistió y salió de la habitación. Fue a la cocina y le preparó algo simple. César, con una bata, fue a la cocina. No se acercó demasiado, sino que se apoyó en la pared para observarla. En su mente, había recuerdos de antes, cuando ella se ocupaba de prepararle comida. En ese entonces, ella solía colocar platos sabrosos frente a él, con una sonrisa encantadora, diciendo con dulzura:
-¡Amor, mira! ¡Es un plato nuevo que aprendi!
Y en aquel tiempo, ¿qué decía él?
-No quiero comer; déjalo ahí; no hagas más platos así en el futuro.
Quedó aturdida por un momento, sintiendo una opresión en su pecho. No pudo evitar apretar los puños: ¿desde cuándo comenzó a importarle el pasado…?
1/2
Capitulo 170
+25 BONUS
Cuando se quedó pensativo, sonó su celular. Celia también lo oyó. Al voltearse, vio a César, un poco avergonzado, yendo a la sala de estar con el celular en su mano. Por esa cara, ella podía intuir de quién era la llamada.
Él se detuvo frente al ventanal, luego presionó el botón de contestar.
-Dime.
-¡César! ¡Osqui se cayó y se lastimó!
La voz de Sira se escuchaba entrecortada por sollozos, fingiendo total preocupación. Al escucharlo, su expresión se oscureció.
-Ya envié a mi gente a recogerlo. ¿Por qué se cayó?
-Quizás le tiene miedo a los lugares desconocidos. Se resistió mucho y, al forcejear, se cayó. Ya tenía el trauma de la caída anterior. Por más que lo calmaba, no dejó de llorar…
César escuchó en silencio los sollozos. No sabía por qué, pero sentía irritación. Volvió la mirada hacia Celia. Ella, sin querer, encontró su mirada y luego la desvió como si nada hubiera pasado. Total, ya no le importaba de quién era la llamada. Él retiró la mirada y murmuró un “hum” antes de responder. 1
-Voy para allá.
Al terminar de hablar, colgó y se fue a la cocina. Antes de que pudiera hablar, Celia apagó el fuego. Se volteó hacia él y le preguntó:
-Supongo que no te quedarás a comer, ¿no?
-Regresaré más tarde.
Ella asintió con serenidad.
-Está bien.
César la observó un buen rato, luego giró y regresó a la habitación a cambiarse. Después de que se fue, Celia miró el almuerzo ya preparado. Sin mostrar ninguna emoción especial, lo sirvió en un plato con calma. ¡Ella nunca desperdiciaría la comida! ¡Disfrutaría de esa comida sola!
Cuando César llegó al hospital, los guardaespaldas estaban parados afuera de la habitación con expresiones incómodas. El niño no los dejaba acercarse. Si lo intentaban, él lloraba desconsoladamente.
Today’s Bonus Offer
GET IT NOW
x
2/2