Por que 169

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Capitulo 169 

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Capítulo 169 

César le preguntó con cierto disgusto. 

-¿Te sientes molesta porque interrumpí tu cita con Alfredo? 

Ella ni siquiera lo miró. 

-¿A ti te alegra que yo interrumpiera tus momentos con Sira? 

Apenas terminó la frase, él la volteó bruscamente. Le sujetó la mandíbula con sus dedos, forzándola a mirarlo a los ojos. 

-Celia, escucha, aún no estamos divorciados. 

-Entonces, ¿cuándo lo estaremos? 

-¿Tienes afán? 

Sí, mucho —ella respondió sin dudarlo. Parecía desesperada por irse. 1 

La fuerza en la mano de César aumentó. Su mirada, clavada en su cara, llevaba una temperatura ardiente: la respuesta de Celia no era la que quería escuchar. Tras un silencio incómodo, dijo: 

-Pero yo no tengo prisa. 

El corazón de Celia se encogió al escucharlo. 

-¿Me estás tomando el pelo? 

Él soltó una risa burlona, sin responderle nada. Ella permaneció aturdida por unos segundos. Entonces, recordó algo y, con una mirada indiferente, enfrentó la de César. 

-En cuanto a lo de hoy… ¿fue tu obra para presionarme? -Sospechó. 

La sonrisa de César desapareció y sus ojos se volvieron fríos. 

-¿Crees que yo lo planeé? 

-Si no fueras tú, ¿por qué habrías aparecido en la casa de mi mamá? 

En el pasado, cuando los Sánchez se metían en problemas, nunca había aparecido. La noche anterior la había amenazado, y ese día, Mara y Ada aparecieron. Había demasiada coincidencia. 

-Señorita Sánchez, es un malentendido. No fue… -Nicole intentó explicarle. 

-¡Basta ya! -La interrumpió César con voz grave, apretando con fuerza a la mujer contra su pecho. Emanaba un aura distante e intimidante- Ya que piensas así… Si no hago lo que me acusas, será una injusticia, ¿no? 

La soltó y enseguida le ordenó a Nicole que contactara a los Sánchez. Celia lo agarró de la chaqueta, incrédula. 

-¡César! ¿¡Qué demonios vas a hacer!?–Le preguntó. 

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Capitulo 169 

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César dijo, entre dientes: 

-Hacer lo que tú crees. 

Nicole estaba a punto de marcar el número, cuando Celia, con los ojos enrojecidos, lo tomó del brazo para impedirlo. 

-Lo siento, César. ¡No debería haber sospechado de ti! ¡Te pido disculpas! -Se apresuró a disculparse. 1 

César la miró. Con la respiración agitada, la mano de Celia que agarraba su camisa ya temblaba. Al final, tomó la decisión con dificultad. 

-Haré todo lo que quieras que yo haga… 

César suavizó un poco su tono. 

-¿Todo? 

Ella, sumida ante la preocupación, asintió. César dejó escapar una leve sonrisa y la atrajo hacia su pecho, apoyando la barbilla en la parte superior de su cabeza. Para cualquiera que los viera, era un abrazo íntimo. 

-En unos días, el doctor Adler vendrá al país para un intercambio académico. ¿Te gustaría asistir? -propuso César con gusto. 

Celia se sorprendió. Su mentor le había hablado sobre el doctor Adler. Era un famoso experto en neurocirugía de la República de Montelva. En el campo de la cirugía, muchos académicos destacados lo consideraban el “Padre de la Craneotomía“. Incluso tenía licencia médica en la República de Heridia. 

Era una figura que incluso su mentor elogiaba y, en el mundo médico, no muchos tenían la oportunidad de verlo en persona. Pero, para alguien del estatus de César, sumado al prestigio de Valeria, una entrevista con Adler no sería nada difícil. Celia tuvo que admitir que él sabía cómo manipularla… 

-¿Me dejarías asistir? -Dudó ella. 

Él dejó escapar una sonrisa casi imperceptible. Luego, controló esa sensación de alegría y se puso serio. 

-Depende de tu comportamiento estos días–le respondió. 

Celia apretó los puños y guardó silencio. Solo le quedaban veinte días. En ese momento, ella debería usar cualquier medio para hacerlo firmar el acuerdo. Antes de eso, no le parecía necesario romper con César. Después de pensarlo, aceptó su oferta. 4 

-Ya lo sé. 

Al regresar a Villa Serenidad, Celia entró en la casa siguiendo a César. Margarita estaba limpiando. Al verlos regresar juntos, se enderezó y los saludó, respetuosa: 

-Señor, señora, buenas tardes. 

César se quitó la chaqueta y la colgó en su brazo. De pronto, se detuvo. Cella se chocó contra su espalda. Tomada por sorpresa, casi perdió el equilibrio. 

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