Capítulo 167
Alfredo rodeó con mucha naturalidad el hombro de Celia.
-Entonces, ¿qué crees tú?
Celia se sorprendió un poco por esa acción, pero no se apartó. Cuando Mara iba a decir algo, Ada la interrumpió.
-¡Ay, Rosa! ¿Por qué no nos dijiste que Celia ya tenía novio? ¡Nos hiciste malinterpretar la situación!
Rosa se rio por su falsedad, sin explicar la relación entre Celia y Alfredo.
-¿No se los dije? Es que nunca me creyeron.
-Somos familia, ¿no? No hables así…
Mientras hablaba, Ada se acercó a Rosa e intentó tomar su mano; pero, ella la rechazó con disgusto.
-No finjan amabilidad. Todavía recuerdo cómo vendieron a mi hija.
Ada y Mara se callaron al instante. No esperaban que, después de más de veinte años, Rosa aún recordara ese incidente.
Ada, sabiendo que ya no era un momento adecuado para seguir causándoles problemas, no insistió más y se fueron con cualquier excusa. Pero Celia sabía que ellas no se darían por vencidas con facilidad. Luego, después de que se marcharon, Alfredo soltó a Celia.
—Lo siento, Celi. Fue una emergencia. No me vas a echar en cara el haberme aprovechado, ¿cierto?
Ella no esperaba que Alfredo se explicara así. No pudo evitar reírse de su seriedad.
—No.
-Alfredo, muchas gracias. -Rosa lo miró, con aún mayor preferencia en sus ojos. Incluso pensó que fuera su
yerno.
-Señora, no hay por qué. Siempre considero los asuntos de ustedes como los míos. -Él le sonrió.
Celía se quedó algo aturdida, sin saber qué decir en ese momento, Rosa entendió el mensaje detrás de las palabras de Alfredo y sus ojos brillaron con alegría.
***
Cuando Nicole le informó a César sobre la visita malintencionada de Mara, él estaba concentrado en revisar un documento, Recostado en su silla, se masajeaba la cabeza adolorida mientras leía.
Al principio no mostró reacción, hasta que Nicole mencionó que Alfredo había intervenido para ayudarlas. Entonces, detuvo su movimiento y levantó la mirada.
-¿Ahora Alfredo está en la casa de los Sánchez? -preguntó con una expresión sombría.
-Supongo que sí ―ella tartamudeó, mordiendo levemente su labio, luego continuó con mucha cautela—. Mara y su familia siempre han querido la propiedad de Fabio. Creo que usted también está al tanto de eso…
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Capítulo 167
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-¿Crees que fui yo quien las mandó?
-No… jefe… -Negó Nicole. Incluso si de verdad lo sospechara, no se atrevería a decirlo. ¡Aún necesitaba su salario!
César dejó el contrato sobre el escritorio y se levantó para irse. Nicole se apresuró a seguir sus pasos.
-Entonces, ¿va a ir a la casa de los Sánchez? -preguntó ella con prudencia, pero él no le respondió.
Al llegar frente al ascensor, se encontró con Sira, que salía en ese momento. Ella se encontró con su mirada sombría y enseguida se puso una sonrisa.
-César, ¿vas a salir?
Él no relajó la tensión en su cara, pero le respondió:
-Sí. ¿Para qué viniste?
—Llevaron a Osqui hace ratos, pero me preocupaba que, si no estabas a su lado, tu mamá y la abuela no lo aceptaran por ser mi hijo… —Sira bajó la mirada, explicando con fingida preocupación—. No tengo otras intenciones. Solo temo que el niño las moleste.
-No lo harán. Ya hablé con mi mamá. -César suavizó su tono.
Ella lo miró, con expectativa en los ojos.
-¿Tu mamá de veras lo aceptará?
-Osqui solo estará ahí por un tiempo, para su recuperación. ¿Por qué no?
Ella se mordió su labio y tragó las palabras.
-Ya organicé todo lo de Osqui. No sufrirá ninguna injusticia. Quédate tranquila. -César se abrochó los botones de sus puños y sonrió levemente-. Tengo asuntos que atender. Me voy. 1
Dicho esto, pasó junto a ella y entró al ascensor. La sonrisa de Sira se congeló cuando se cerraron las puertas del ascensor. Sus manos, a los lados, se apretaron. Ella sabía a dónde iba César. ¡Pero no esperaba que le prestara cada vez más atención a esa maldita zorra!