Al escuchar esto, Rosa se interpuso frente a Celia protegiéndola, enrojecida y con las venas del cuello marcadas.
-¡Ni se te ocurra lastimar a mi hija!
Celia, sorprendida, se quedó paralizada, mirándola. Era la primera vez que experimentaba la sensación de ser protegida por su madre. Era tan maravillosa y cálida…
ay
-Mamá…
-Por mi falta de capacidad, no pude proteger a Carlos. Pero pase lo que pase, no puedo quedarme de brazos cruzados cuando mi hija está en peligro.
Rosa parecía haber tomado una decisión. Aunque tuviera que enfrentarse a la familia Sánchez arriesgando todo lo que tenía, protegería a Celia. En el pasado, ella también había sufrido tantas injusticias, pero había optado por quedarse de brazos cruzados, yendo contra su voluntad. ¡Pero esta vez, actuaría según su conciencia!
– Rosa, ya no tienes ni la fuerza para protegerte, ¿y aun así piensas en esa hija adoptiva? —dijo Ada con los brazos cruzados, mostrando su maldad sin ningún pudor-. Ya hablé con mi pariente. Celia se casará con él. Además, mamá ya aceptó la dote. En esta decisión tú no tienes voz.
Rosa temblaba de rabia.
-¡Eso… eso es ilegal! —gritó con la cara enrojecida.
—Mamá, tranquila.
Celia, manteniendo la calma, le acarició la espalda para calmarla. Miró a Ada sin moverse, sonriendo con
frialdad.
-¿Quieres que me case con tu pariente? Si la bigamia fuera legal, no me importaría.
Ada no lo esperó. Se sorprendió un momento, luego le refutó con desprecio:
-Celia, Fabio siempre decía que te habías casado, pero en todos estos años ni siquiera nos hemos enterado de tu boda. Todos saben ese carácter presumido de Fabio. Si de verdad te hubieras casado con un buen hombre, ¡ya lo habría dicho a todo el mundo!
Todos en la familia Sánchez conocían el carácter competitivo de él. Si no fuera para demostrar que tenía más potencial que Paco, su hermano, nunca se habría independizado de la familia. Pero por más que se esforzó, al final no pudo superarlo, quien se había casado con una esposa de alta sociedad.
-¿Cómo es posible que esa maldita de Celia tenga un buen esposo? Incluso si ya se casó, podemos hacer que ese tipo se divorcie de ella. Mientras ella aún pueda tener hijos, eso ya es suficiente. Una mujer divorciada no es un problema grave. Como máximo, les exigiré un poco menos en la dote.
Celia apretó los puños. Ya sabía desde antes que la familia Sánchez era despreciable, pero nunca había llegado a estar en ese nivel de bajeza.
-Celia, más te vale ser obediente y ven conmigo a conocer a tu futuro esposo –dijo Ada con una sonrisa maliciosa. Luego, indicó a los hombres parados detrás de ella que se la llevaran.
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Capítulo 166
Rosa enseguida la abrazó con fuerza.
-¡No se atrevan a tocarla!
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Cuando esos hombres intentaban separarlas, un auto de lujo se estacionó fuera del patio. Alfredo bajó del auto con sus guardaespaldas. Al verlo, Rosa sintió esperanza.
-¡Alfredo! -Lo llamó con mucha prisa.
-¿Quién diablos eres tú? -Preguntó Ada con desagrado.
Alfredo le echó un vistazo, luego se dirigió hacia Celia.
-Quién soy, no es de su incumbencia.
Los guardaespaldas de Alfredo hicieron que los ayudantes de Ada retrocedieran. Mientras, Alfredo se paró al lado de ella.
-¿Estás bien? —le preguntó, preocupado.
-¿Cómo sabías que estaba aquí? -Ella negó con la cabeza y lo miró.
Él sonrió con suavidad.
-Me enteré de que tú y tu mamá estaban en problemas. Vine a ver qué desgraciado sin ojos se atrevía a intimidarlas.
La expresión de Ada y de Mara se tornó sombría.
—¡Te atreviste a insultarnos! ¿Sabes qué? ¡Mi padre es el director del Grupo Viento Otoñal!
-Es solo una empresa que ni siquiera está entre las cincuenta más importantes. ¿Cómo se te ocurre presumirlo? -Alfredo no le dio importancia.
Ada se atragantó. Al observarlo bien, notó que vestía ropa de marca, llevaba guardaespaldas y su auto era un Mercedes de alto valor. La verdad era que, la empresa de su padre no estaba entre las cincuenta más importantes … Su familia solo era relativamente adinerada en su ciudad natal, pero en la capital, ni siquiera calificaba como familia adinerada.
-Pues, disculpe, señor. Todo ha sido un malentendido. Celia es mi sobrina. ¿Podría saber qué relación tiene usted con ella? -De inmediato cambió a una actitud más cortés. Después de todo, estaban en la capital.
Sabía que, sin conocer los antecedentes de la otra parte, debería actuar con una mejor actitud, para no ofender a alguien importante por error.
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