Capítulo 16
Margarita le respondió con una sonrisa elogiando a César.
-Es el señor quien está cocinando. ¡No sabía que también es bueno en la cocina! Señora, tiene mucha suerte de tener un esposo así.
La mirada de Celia se centró en la espalda de César en la cocina, sintiendo una mezcla de sentimientos
complicados.
En realidad, fue Rocío Herrera, la prima de César, quien le contó que él sabía cocinar. Como los otros miembros de la familia, a Rocío tampoco le caía bien Celia. Además, ella estaba al tanto de la relación pasada entre César y Sira.
En los días en que Celia acababa de unirse a la familia Herrera, Rocío siempre la comparaba con Sira, enfatizándole el profundo amor de César hacia ella.
César nunca había cocinado para Celia, pero estaba a punto de aprenderlo por su amor, Sira…
Por eso, ella nunca esperó que César algún día le preparara el desayuno en persona. Ahora se sentía tan amargada por sus acciones. La había tratado con tanta indiferencia e ignorancia en sus años de matrimonio, ¿por qué de repente cambió su actitud? ¿Acaso quería dejarle a ella, su supuesta esposa, algo como una buena impresión o la última ilusión antes del divorcio?
-¿Te has levantado? -la saludó César mientras colocaba dos platos en la mesa. Era lasaña.
Colocó uno de los dos platos frente a ella, y luego se sentó a la mesa.
-Preparé algo más sencillo. Son dulces, que deben gustarte.
Margarita movió la silla para que ella se sentara, mirando aturdida el desayuno sobre la mesa. De hecho, no le gustaba la comida dulce, pero César nunca le había prestado atención. Bueno, era mejor olvidarlo. Tarde o temprano, se divorciarán.
-Muchas gracias -le agradeció muy cortésmente.
César entrecerró los ojos por su cortesía, mirándola fijamente.
Margarita habló a un lado con una sonrisa.
-Señora, el señor la ha cuidado muy bien.
Celia no sabía cómo debía reaccionar. ¿En serio que él la había cuidado muy bien? Este supuesto cuidado
César comía elegantemente su desayuno con el tenedor, mientras hablaba.
-Mi esposa siempre está tan ocupada. Como su esposo, debo darle más atención.
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Ella se quedó sin palabras.
Margarita, al escuchar las palabras de César, le lanzó una mirada de admiración, considerándolo un esposo considerado y responsable que rara vez existía en el mundo.
Después de que Margarita se fue a trabajar, los dos se quedaron a solas. Ella no pensó mucho en las palabras de César, porque él siempre mantenía una actitud caballerosa y nunca la había maltratado cuando Margarita estaba presente.
Sin embargo, Celia sabía que, él lo hacía solo porque Margarita era la única persona que estaba al tanto de su matrimonio. Además, con el estilo perfeccionista de César, no permitiría que nadie viera sus problemas matrimoniales.
En realidad, ocultar el matrimonio le facilitaba más ventajas a César. Si de verdad se casaba con Sira en el futuro, Óscar sería su hijastro sin problemas, y el público tampoco consideraría que Sira fuera la amante que rompió su previo matrimonio… Al recordar eso, la amargura la inundó de nuevo.
Después de un largo silencio, César se limpió la boca con la servilleta mientras le decía:
-La semana que viene se celebrará una conferencia sobre el estudio clínico de cirugía robótica. Asiste a
la actividad con Sira.
Celia no podía creerlo y lo miró con incredulidad.
-Yo, ¿con Sira?
Este evento era una de las principales conferencias médicas en el país. La mayoría de los médicos a nivel de jefes de sesiones relacionadas participarían en la actividad. (1)
Aunque Sira también era directora, no tenía las calificaciones para ser competente. Si no fuera por la ayuda de César, no habría obtenido la oportunidad de asumir el cargo en la Clínica Central.
Sin embargo, sabiendo la importancia de esa conferencia, ¿le estaba pidiendo que ella asistiera a la actividad junto con Sira? ¿Tenía tanta prisa por promoverla?
Él levantó la cabeza y la miró.
-¿Cómo? ¿No quieres hacerlo?
-Mejor que alguien más se encargue de eso.
Ella no lo rechazó directamente, pero también mostró su actitud reticente.
La cara de César se oscureció de inmediato.
-Sé que no te cae bien, pero esta vez no tendrás más opción que obedecerme.
Celia tomó aire, y al final le hizo la pregunta:
Capitulo 16
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-Quieres promoverla, ¿cierto?
Él guardó silencio por un buen rato, pero no lo negó.
-Sí, ¿y qué?
¿Y qué…? Era cierto que ya no le importaba.
César se dio cuenta de su palidez. Dudó, y suavizó su tono.
-No te preocupes. No te reemplazará.
“Ni en cuanto al título de la señora Herrera…“, pensó él, pero no le parecía necesario decírselo.
Sin embargo, Celia no recibió esa información que César había ocultado.
“¿Sira no me reemplazará? Debería solo referirse al de cirujana principal…“, pensó ella.
Dejó a un lado el tenedor y le sonrió con resignación.
-No te preocupes. Pronto le cederé el espacio.
Pronto se trasladaría y se alejaría de aquí. Renunciaría al título de “señora Herrera“, y el estatus no le importaría.
Ella se levantó y regresó al dormitorio, mientras César fijaba su mirada en su espalda, con los dedos tecleando ligeramente en la mesa y una expresión sombría.
Se había dado cuenta de los cambios en Celia, pero eran tan intencionados y evidentes… Sin embargo, al recordar que ella aún necesitaba de su ayuda, descartó por completo la idea que le había venido a la mente. Decidió no pensar demasiado…
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