Capítulo 138
+25 BONUS
Al ver el intenso odio en sus ojos, César sintió un nudo en su pecho que le bloqueaba casi todo el aire, causándole una opresión difícil de sobrellevar. Luego de unos minutos de silencio, la fuerza con la que sujetaba su muñeca finalmente se aflojó.
-Lo siento mucho. No sabía que la ambulancia llegaría tarde.
Resultaba que el señor César Herrera, siempre tan altivo, también sabía cómo explicar sus acciones y disculparse
Pero ya era demasiado tarde.
Los ojos de Celia estaban aterradoramente rojos. Un sabor salado y metálico le subió a la garganta. Sonrió con
sarcasmo.
-Pacientes con dolor torácico y apoplejía tienen prioridad en la reanimación. ¿Cómo es posible que no lo supieras? ¿Un niño que se cayó de la azotea, de poco más de dos metros de altura, no podía esperar unos minutos más la ambulancia? ¿Tenía que competir con un paciente de infarto? ¡Esos minutos eran el tiempo de rescate dorado para mi padre! ¡Y ustedes se lo arrebataron!
Todo su cuerpo temblaba de forma descontrolada. En ese momento, apenas podía respirar, se sentía mareada, como si en cualquier momento fuera a desmayarse.
Sin saber por qué, César sintió un agudo dolor en el corazón al verla así. La envolvió con sus brazos.
-¡Celia! -Intentó calmarla.
-¡Suéltame…!
Ella rechazó tajantemente su contacto. Tan pronto como lo empujó, fue perdiendo gradualmente la conciencia y cayó al suelo. Lo último que resonó en sus oídos fue la voz llena de preocupación de César.
***
A finales de julio, a las cinco de la madrugada, el cielo ya estaba claro afuera de la ventana. Cuando Celia abrió los ojos, lo primero que vio fue el suero colgado frente a su cama.
La decoración familiar de la habitación y el penetrante olor a desinfectante le hicieron entender que estaba en la clínica privada de la familia Herrera.
-Celia, finalmente has despertado – Escuchó la voz baja y ronca de César.
Ella giró la cabeza y lo vio sentado en el sofá junto a la ventana, con las piernas cruzadas, leyendo una revista. Su saco estaba en el respaldo de la silla. Parecía no haber dormido en toda la noche, porque su cara mostraba profundos rastros de cansancio.
En el pasado, si él la hubiera cuidado así, habría muerto de conmoción y alegría. Pero ahora, por más que lo intentara, ya no le importaba.
Justo cuando ella intentó incorporarse, César mostró un poco de impaciencia. Reprimiendo sus fluctuantes emociones, tiró la revista al sofá y la empujó para que volviera a acostarse. Se plantó junto a la cabecera y la miró
desde arriba.
1/3
Capitulo 138
–Por la agitación emocional y la fatiga, te desmayaste. Ahora necesitas descansar.
+25 BONUS
En los tres días posteriores a la muerte de Fabio, ella no había descansado bien. Cuando regresó a Villa Serenidad, ya se sentía exhausta.
Quiero ir al baño. Señor Herrera, ¿no me permite ni ir al baño?-Su tono era hostil.
La expresión de César se suavizó un poco. Intentó ayudarla a sostener el frasco del suero, pero Celia apartó con rabia su mano.
-No te necesito.
Tomó por su cuenta el frasco y fue al baño. Al regresar, incluso actuó como si César no existiera. Colgó el suero ella misma, se subió a la cama y se acostó.
La mirada de César permaneció fija en ella.
-¿Qué quieres desayunar? -le preguntó.
-Nada.
El pecho de César se elevó y descendió con una respiración profunda y las líneas de su cara también se tensaron. Pero, aun así, cedió al final.
-Celia, lamento mucho lo de tu padre. Pero tienes que cuidarte bien. No quiero que te tortures a ti misma.
Celia lo miró sin inmutarse.
—Ahora no quiero verte.
Dicho esto, se dio la vuelta, dándole la espalda.
César guardó silencio. Permaneció de pie unos minutos, luego tomó su saco del sofá.
-Si necesitas algo, llámame.
Celia cerró los ojos sin responderle. César abrió la puerta y se fue. Pero, al oír el sonido de la puerta cerrándose, ella abrió los ojos. En ellos ya no había ni un rastro de agitación.
***
Al enterarse de que Celia estaba hospitalizada, Rosa acudió volando a la clínica a verla. Cuando confirmó que ella estaba bien, y que solo se había desmayado por la fatiga, suspiró aliviada.
-Casi me muero del susto. Ahora solo te tengo a ti y a Carlos. Si a ti te pasara algo malo…
–Mamá, no te preocupes -dijo Celia poniéndole cariñosa la mano sobre su brazo y la consoló con una sonrisa
Valoro mi propia vida.
-Me alegra que sea así. —Sonrió Rosa afectuosa. Liberó su mano y se levantó despacio-. Voy a comprarte el desayuno.
Al ver a Rosa salir, el corazón de Celia se llenó de una mezcla de tristeza y alegría. Era la primera vez que sentía el
2/3
Copitulo 138
+25 BONUS
sincero cuidado y cariño de su madre, aunque ese cariño se basara en la pérdida de su esposo y el estado de coma de su hijo…
Celia permaneció en el hospital durante dos días. Al tercer día, recibió el alta. Completó los trámites, tomó su celular y llamó a su abogado.
Al poco rato, él contestó.
-Buenos días, señora Herrera.
-Por favor, envíele lo antes posible ese acuerdo de divorcio a César Herrera.