Capítulo 133
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En el instante en que Oscar se cayó de la azotea, tanto los transcúntes como los clientes de la cafetería se
asustaron.
-¡El niño…! ¡Un niño se cayó del segundo piso!
Mientras los transeuntes llamaban a los servicios de emergencia y se acercaban estupefactos a revisar el estado del niño, Sira salió corriendo de la cafetería como una loca.
-¡Mi hijo! -lo llamó histéricamente.
Irrumpió enloquecida entre la multitud, abrazó a Óscar y lloró desconsolada.
-Lo siento… mi hijo, no pude protegerte…
Cuando Fabio y Rosa bajaron corriendo, Sira, con los ojos enrojecidos, los acusó enfurecida.
-¡Son ellos! ¡Ellos tiraron a mi hijo de la azotea!
Los transeúntes de inmediato los culparon.
-¡Qué tipos tan malvados! ¡Incluso lastimaron a un niño de manera tan cruel!
-¡Son unas completas bestias!
Frente a la indignación de la gente alrededor, Fabio, exasperado, les gritó:
-¡Qué disparate es ese! ¡Ella misma fue quien tiró al niño!
-¡Exacto! Fue ella misma quien lo empujó. ¡Esto no tiene nada que ver con nosotros! -se justificó Rosa.
Pero la tragedia ya había ocurrido y ahora el niño yacía inconsciente en el suelo. Como no había ningún testigo en el segundo piso, nadie sabía con certeza quién estaba mintiendo.
Abrazando a Óscar con fuerza, Sira parecía fuera de sí.
-¡Es mi hijo! ¿Cómo podría hacerle daño? Sé que, por su hija, quieren alejarme de César. ¡Me iré si quieren! Pero, ¡mi hijo es totalmente inocente! ¡Mi hijo! Dios, ¡que no le pase nada malo! ¿Ya llegó la ambulancia? ¡¡La ambulancia!!
El llanto desesperado y la angustia de Sira conmovieron a muchos de los presentes. Después de todo, poca gente creería que una madre lastimaría a su propio hijo.
En un santiamén, las acusaciones de la multitud se volvieron hacia la pareja Sánchez. Incluso alguien les lanzó el café que le quedaba en la taza.
Rosa con agilidad protegió a Fabio y recibió el impacto, quedando toda manchada de café. Al ver a su esposa en tal estado y escuchar los comentarios malintencionados de la gente, Fabio intentó refutarlos, pero de pronto sintió una opresión en el pecho, seguida de un impactante zumbido en los oídos. Un dolor agudo en el pecho le impedía respirar, le faltaba el aire.
Rosa, sin importar su propia situación desaliñada, al notar el estado tan lamentable de Fabio, lo sostuvo.
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Capítulo 133
-¡Fabio! lo llamó con extrema preocupación.
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Cuando César llegó, tras recibir la llamada urgente, se encontró con esta escena caótica y desastrosa. Su mirada se posó primero en Fabio, que yacía en brazos de Rosa.
–¡César! -lo llamó Sira, llorando en pánico. ¡Osqui va a morir!
César de inmediato miró al niño en sus brazos.
-¿Qué ocurrió?
-¡Ellos lo tiraron por la azotea! Es mi culpa, no debí haberlo traído…
Sira, con lágrimas de preocupación rodando por su rostro, parecía sinceramente angustiada.
César apretó con fuerza los dientes. 1
La ambulancia que llamaron los transeúntes no pudo llegar debido al atasco del tráfico. Otra ambulancia que pasaba por la zona llegó al lugar, pero ya llevaba un paciente y solo tenía espacio para una persona más. El médico planeó priorizar al paciente en estado crítico.
Sira agarró del brazo a César, suplicante.
-¡César, salva primero a Osqui! ¡No puedo perder a mi hijo!
Rosa, viendo que Fabio se estaba muriendo, gritó desesperada:
-¡César! ¡Fabio es tu suegro! Tiene un infarto, ¡necesita reanimación ahora mismo!
-¡Ustedes empujaron a mi hijo de la azotea! ¿Y ahora quieren quitarle la oportunidad de sobrevivir? — Sira los acusó desesperada a gritos.
-¿¡Hace unos minutos este tipo estaba completamente bien y ahora tiene un infarto!? ¡Nadie va a creer su mentira! -comentó uno de los transeúntes.
-¡Claro! El niño es inocente. Según veo, deben salvar primero al niño.
-¡Sí! ¡Primero al niño!
Viendo que casi la mitad de la gente apoyaba esta idea, Rosa quedó paralizada, pálida.
César guardó silencio por unos segundos y luego miró al médico.
-¿Cuándo llegará la otra ambulancia? -le preguntó.
-No tardará mucho…
César contestó con un leve gesto de cabeza.
-Salven al niño primero.
Rosa perdió toda la esperanza. El personal médico se acercó a toda prisa y se llevó al niño. Sira, preocupada de que César se quedara, lo tomó del brazo.
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Capitulo 133
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-César, ven con nosotros. Total, la otra ambulancia llegará pronto. ¡Tengo miedo de estar sola…!–Le suplicó.
entre sollozos,
César aceptó sin reparos.
Después de que la ambulancia se fue, Rosa, al ver cómo las pupilas de su esposo se dilataban y sus movimientos se hacían cada vez más lentos, suplicó llorando a los transeuntes que la ayudaran.
Pero la multitud que observaba seguía sin tenderles una mano, incluso comenzaron a dispersarse poco a poco, hasta que Fabio dejó de moverse en sus brazos.
-¡Fabio! ¡Fabio! -Rosa rompió en un llanto desgarrador.
Ese día, su mundo se derrumbó.