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Capítulo 131
Capítulo 131
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Celia intentó con todas sus fuerzas liberar su mano, pero no pudo. Después de esfuerzos en vano, terminó por reírse con ironía.
-César, ¿acaso no fuiste tú quien me pidió que mantuviera la distancia contigo para que nadie malinterpretara nuestra relación? ¿Qué pasa? ¿Incluso olvidaste tus propias palabras?
César tragó saliva. Era cierto que le había dicho eso. Él pensó que a ella tampoco eso le importaba…
Sin darse cuenta, la mano de César que sujetaba su muñeca se aflojó un poco.
-Qué buena memoria tienes.
-Sí, tengo buena memoria para algunas cosas. Tú ya las olvidaste, pero yo nunca podré.
Celia se soltó de una vez con fuerza, insinuando algo con esas palabras.
De hecho, lo había puesto a prueba numerosas veces, pero la respuesta de César siempre era el silencio. Ese período también había sido una verdadera pesadilla para él. El olvido podía ser el mejor resultado…
Con una sonrisa indiferente, Celia le sonrió.
-Está bien que sigamos como antes, cada uno por su lado. En cuanto a lo de hoy, agradezco que me hayas ayudado, pero era tu deber. Por lo tanto no te debo nada.
Sin esperar su respuesta, ella se fue sin volver la vista atrás. César se quedó parado en el jardín, con una sombra de remordimiento pasando fugazmente por sus ojos.
***
Fabio y Rosa regresaron cansados a casa de la clínica. En el camino, todos los vecinos los miraban con expresión extraña y cuchicheaban a sus espaldas.
Rosa conocía muy bien ese ambiente. Siempre que surgía algún rumor en alguna familia, la gente actuaba de esa
manera.
-Oye, Fabio, ¿han regresado de la clínica? Me enteré de que su hija es la amante de un hombre rico… ¿es eso cierto? -preguntó el dueño de un puesto callejero.
Él siempre fue un hombre directo y abierto, también era amante de los chismes. Al ver a la pareja, les hizo la pregunta sin dudarlo dos veces.
Al oír eso, tanto Fabio como Rosa se descompusieron.
—¡Qué disparate es ese! ¿Quién anda diciendo esas mentiras? ¡Mi hija no tiene nada que ver con la palabra ” amante“!
-Pero los rumores no surgen de la nada. Siempre dices que tu hija ya está casada, y en todo este tiempo nunca hemos visto a tu yerno por aquí, ¿cierto?
-Exacto. Donde hay humo, hay fuego. Si eso no es verdad, ¿cómo se habrían extendido tanto los rumores?
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Capítulo 131
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Fabio quedó sin palabras por la impotencia, así como la frustración de tener argumentos pero no poder usarlos
defenderse. Rosa lo tomó del brazo y, tras echar una mirada de advertencia a los presentes, declaró con
para firmeza:
–Es normal que los yernos que no visiten a sus suegros. ¿Acaso el yerno de Pedro ha venido a verlo? Además, al casarse, la joven pareja tiene su propia vida, no con nosotros, sus padres. ¿Qué importa si viene a visitarnos o no? Es nuestro yerno y punto, no un hijo adoptivo.
Las palabras de Rosa lograron enmudecer a los demás. Aprovechando la oportunidad, les advirtió con serenidad:
-Si vuelven a difamar a mi hija, ¡los haré pagar! ¡No me importa incluso si me consideran una loca!
Después de que la pareja se fue, la multitud curiosa también se dispersó con rapidez.
Al llegar a casa, Fabio estaba muy disgustado. Sentado en el sofá, parecía haber envejecido por la preocupación.
Rosa sacó de la nevera las frutas que había preparado del día anterior y las colocó sobre la mesa. -Fabio, son solo rumores. No les hagas caso a esas tonterías.
-¿Cómo puedo evitarlo? -Fabio ya estaba al borde de un colapso mental—. Una desgracia nunca viene sola. Desde que Carlos tuvo el accidente, ¡nada nos ha salido bien!
Rosa tragó con tristeza sus palabras. Desde el accidente de Carlos, aunque la familia Herrera había cubierto todos los gastos médicos, los negocios de Fabio iban de mal en peor y solo acumulaban pérdidas.
Anteriormente, Fabio pensaba que, el matrimonio de Celia con César era un honor para los Sánchez. Por eso, cuando se enteró de que ella quería divorciarse, fue el que más se opuso.
Esperaba que la familia Sánchez pudiera volver a lo más alto con la ayuda de los Herrera, y que su único hijo pudiera seguir una carrera política y convertirse en funcionario. Pero ahora, con su hijo tendido en esa fría cama del pabellón del hospital, finalmente entendió que había fracasado como padre. Ya no anhelaba una brillante carrera para su hijo, solo quería que despertara y se recuperara.
De repente, vibró su celular y una notificación saltó en la pantalla.
“Si quieres saber quién empezó el rumor de que tu hija es una amante, ven pronto a este lugar“.