Capítulo 115
Capítulo 115
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Al día siguiente, Celia salió de la habitación y vio a Margarita tirando la cena del día anterior.
—¿Por qué nadie cenó ayer? Hace tanto calor estos días y las comidas ya no se pueden comer. ¡Qué desperdicio! Celia apretó los labios. Ella había preparado esa cena personalmente. Incluso le había enviado un mensaje a César para informarle, pero él no volvió a casa durante toda la noche. “Al parecer, lo de ayer realmente lo enfureció“, pensó ella.
-Buenos días, señora. -Margarita la vio y la saludó, señalando los platos-. La comida…
Celia forzó una sonrisa con amargura.
-Era para él. Pensé que regresaría a casa.
El señor debía estar muy ocupado ayer. -Margarita sonrió de pronto-. ¿Por qué no le llevas el desayuno? i Antes siempre le preparabas el desayuno!
Celia aceptó la propuesta. Le preparó algo sencillo, lo empacó con cuidado y se fue a la oficina de César con la comida. Después del incidente de ayer, la recepción ya la reconocía, por eso nadie la detuvo.
-Buenos días, señorita. ¿Viene a visitar al señor Herrera? -le preguntó la recepcionista con amabilidad.
Celia dejó la lonchera sobre el mostrador.
-¿Podría dárselo… a Nicole?
La recepcionista parpadeó algo confundida, pero asintió con una sonrisa amable. Cuando Celia se fue, el paquete llegó a manos de Nicole, quien se quedó un poco perpleja ante la situación. ¿La señorita Sánchez le había traído comida? Pronto lo entendió: debía ser para César.
Pero, su acción le resultó bastante extraña. ¿Celia había cambiado de opinión? Con la comida, entró en la oficina de César. Él estaba de pie frente al ventanal, en una llamada importante. Cuando colgó, ella tocó la puerta.
-Jefe.
-Dime.
-La señorita Sánchez le envió el desayuno.
Su mirada se posó en la lonchera.
“Anoche la cena… hoy el desayuno…“, pensó él, confundido.
Eran acciones que ella solía hacer en el pasado, pero al mismo tiempo, algo había cambiado por completo… Sabía que solo lo hacía por Carlos.
–Déjalo ahí -ordenó con cara impasible.
Nicole dejó la lonchera en la mesa e iba a salir cuando una vocecilla llegó del pasillo. 1
-¡Tío César!
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Capítulo 115
Óscar entró corriendo, seguido de cerca por Sira.
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La primera reacción de César no era alegría. Se quedó inmóvil, mirando cómo el niño se le acercaba corriendo.
-Tus rodillas están heridas, ¿no? ¿Por qué corres así? -le preguntó a Óscar.
-¡Ya no me duele y ahora puedo caminar!
Sira cargaba su mochila.
-El médico dijo que no fue nada grave, ¿no? Además, está emocionado por la visita al parque de diversiones – explicó.
Óscar tomó la mano de César con emoción.
-¡Me lo prometiste!
César no quiso decepcionarlo.
-Bien.
Al dejar la mochila, Sira vio la lonchera en la mesa. Obviamente, no era comida para llevar.
Lo abrió disimuladamente y vio la masa frita con jamón. ¿Acaso… fue Celia? Conteniendo su rabia, le sonrió a César con falsa dulzura. 1
-César, Osqui aún no ha desayunado. Vi esta comida en la lonchera. Como no te gustan estas cosas, ¿puede comérselas él?
Conocía todos los gustos de César tras esa relación que había durado más de diez años. En su interior, Nicole ya le puso los ojos en blanco. “¡Vaya zorra descarada! “, maldijo sin piedad. César, que jugaba con Óscar, le respondió recostado despreocupadamente en el sofá.
-La comida callejera no es nutritiva para un niño, ¿no?
Sira no sabía cómo debería reaccionar ante esta respuesta… Tras varios segundos, tomó la lonchera.
-Entonces… la tiraré al basurero.
-Es el desayuno de Nicole.
Nicole se quedó sin palabras… Pero, al percibir la mirada de Sira, tomó la lonchera sin pensarlo dos veces.
-Sí, es mí desayuno. Si quieres comer masa frita con jamón, ¡cocínala tú!
Dicho esto, salió sin darle oportunidad de réplica. Sira apretó los puños. ¿Esa maldita perra se creía superior al ser la asistenta personal de César? Cuando se convirtiera en la señora Herrera, ¡la haría pagar por su actitud!
***
Celia llegó a la clínica privada de los Herrera, pero, como esperaba, los guardias la detuvieron frente a la habitación de Carlos.
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Capítulo 115
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—Señora, no nos haga esto. Son órdenes del señor. No tenemos más opciones que obedecerlo le dijo el guardaespaldas con dificultad.
-¿Lo están cuidando bien?
El guardaespaldas se sorprendió un poco, pero de inmediato lo confirmó.
-Por supuesto. El señor asignó enfermeras especializadas para cuidarlo. No se preocupe.
Celia bajó la mirada y guardó silencio. Ella podía aguantar un poco más. Solo faltaban cuarenta días. (1)
Una vez divorciada, y al no ser hija biológica de los Sánchez, César no tendría más excusas para amenazar a su familia. En ese momento, recordó a Rosa…
Dudó antes de sacar su celular del bolsillo. Al final, decidió enviarle un mensaje para tranquilizarla, informándole que Carlos estaba muy bien. De pronto, recibió varias fotos en el grupo de chat de su clínica. Eran unas fotos de Sira, Óscar y César jugando juntos en el parque de diversiones…