Capítulo 114
Capítulo 114
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Como una marioneta sin voluntad propia, Celia se sentó sobre sus piernas y comenzó a desabotonar la camisa de César con movimientos mecánicos. Cuando llegó al cinturón, sus manos se detuvieron en seco. El aire acondicionado estaba tan bajo que el frío le calaba los huesos, haciéndola temblar. César, inmóvil, estaba apoyado en el sofá. 1
-¿Por qué te detienes? -preguntó con voz ronca.
Ella suspiró hondo.
“Celia, considéralo como una mordedura de un perro loco…“, pensó ella. Sus dedos se acercaron a la hebilla de metal… Pero, antes de abrirla, él le agarró la muñeca y la tiró hacia sí. Tomada por sorpresa, ella cayó hacía adelante. Justo cuando iba a protestar, su boca se encontró con la de él en un beso violento, sin espacio para ningún rechazo.
–Mmm… –Dejó escapar unos gemidos de protesta.
A medida que el beso se profundizaba, el asco en su interior crecía. Comenzó a forcejear. César le inmovilizó las manos y la aplastó contra el sofá, enredándose más en ella. En un acto desesperado, Celia lo mordió con fuerza. Al instante, el sabor a sangre llenó su boca. Él se separó bruscamente, con una expresión aterradora. Ella se puso nerviosa ante su reacción. “Mierda…“, maldijo en su corazón.
-Es que… aún no estaba preparada…
Él le agarró la barbilla, obligándola a mirarlo.
-Hazlo como antes. ¿Ah!
te resulta tan difícil?
¿Difícil? ¡Claro que lo era! En el pasado, ella era tan ingenua y estúpida, incapaz de ver la realidad. ¡Creía que podía derretir su corazón como un iceberg, sabiendo que él no la amaba! Al final, terminó convertida en un espectáculo patético, que era también gracioso… ¡Ella era la víctima aquí…!
Al pensar en lo que había pasado, las olas de sentimientos la inundaron al instante. Las lágrimas brotaron de sus ojos sin control, cayendo sobre los nudillos de él. Eran tan delicadas como las perlas rotas. César se tensó al contacto, como si las lágrimas lo quemaran. Celia miró esa cara impasible y la pregunta escapó de su boca antes de que pudiera pensarlo dos veces.
-¿Me amas?
Las cejas de César se tensaron, pero le respondió rápidamente como si la pregunta no fuera nada importante para él.
-El título de “señora Herrera” siempre te pertenece, siempre y cuando seas obediente.
Su evasiva no la sorprendió. Ella rio con amargura. Podría ser su esposa… pero nunca el amor de su vida.
-Si obedezco… ¿dejarás de usar a Carlos contra mí?
-¿Y tú qué crees?
Bueno. Al menos tenía su respuesta. Ninguna ilusión quedaba tras todo eso. Soportaría el asco un poco más. Era
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Capítulo 114
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el último favor que le debía a los Sánchez. Al tomar la decisión, las manos de Celia volvieron al cinturón. Pero él la apartó con brusquedad.
-Sal de aquí -le ordenó en tono innegociable.
Ella se levantó en silencio. Al llegar a la puerta, se volvió.
-Por favor, no castigues a mi familia por mi culpa.
César no le respondió. Cuando ella se fue, sus ojos se llenaron de un brillo peligroso, mientras su mirada se volvía afilada y siniestra. Al entrar en la oficina, Nicole vio al instante el hilo de sangre en sus labios y también esa expresión aterradora de su jefe. “Parece que la muy terca no lo complació“, pensó.
-Jefe, Perla insultó públicamente a la señorita Sánchez. ¿Qué haremos con ella? -le preguntó.
Él se limpió la sangre con el pulgar y se recostó en el sillón.
-¿Necesitas preguntarme para tomar la decisión? Haz lo que consideres.
-Entendido.
Nicole envió un mensaje al grupo de empleados para informar a Perla sobre el despido, y ordenó que se presentara al Departamento de Recursos Humanos para procesar los trámites relevantes. Perla corrió furiosa a su oficina por una explicación.
-Nicole, ¡no entiendo por qué me despiden!
Todos los empleados fuera de la oficina les dirigieron las miradas, murmurando. Nicole tomó un sorbo de su café instantáneo.
-Es orden del jefe.
-¿El jefe? -El cuerpo de Perla casi perdió el equilibrio por el impacto-. No, no podía ser… ¿Pero… quién diablos es esa mujer?
-Eso no te importa. Lo que te importa ahora es que ya estás despedida.
Perla intentó remediar la situación con sus contactos.
-¡Conozco a la señorita Núñez! ¡Ella me contrató! También estás al tanto de la relación entre ella y el jefe, ¿ cierto? Si hablo con ella…
Nicole dejó la taza y la interrumpió.
-Perla, eso no cambiará nada. Si quieres quejarte, habla directamente con el jefe.
Perla palideció y salió derrotada ante la actitud dura de Nicole.
***
Apenas llegó a casa, Celia recibió la llamada de Rosa.
-Celia… ¿qué dijo César? -le preguntó a Celia con cautela.
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Capitulo 114
Ella ingresó la contraseña para abrir la puerta. Descalza, pisó la alfombra. Se mordió el labio antes de responderle.
-Nada. Le preguntaré más tarde.
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-Bien… Cariño, no seas tan testaruda. A veces hay que ceder un poco y todo saldrá mejor. La terquedad solo te traerá sufrimiento.
Celia no respondió a ese “consejo” sincero de Rosa. Colgó después de una breve charla. Solo quedaban cuarenta días… En cuanto a la cesión… Bueno, no la mataría. (8)