Capítulo 108
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-Señora, no se preocupe -dijo el guardaespaldas con tono calmado-. El señor Herrera solo quiere trasladarlo
a un entorno médico mejor. Ya ha coordinado todo con nuestra clínica privada.
Al ver la inquietud en los ojos de Rosa, añadió rápidamente:
-Y, además, todos los gastos correrán por su cuenta.
Rosa quedó atónita. Los gastos médicos de las clínicas privadas comunes ya eran más caros que los de las públicas, ni mencionar los de la clínica de la familia Herrera.
Ese lugar había sido fundado por la propia Valeria cuando creó la empresa El Valle Dispositivos Médicos. Cada máquina, o, mejor dicho, cada instrumento que usaba, era lo más avanzado del mundo. Era tan exclusiva que era la única clínica privada en todo el país que contaba con acreditación de máxima categoría. Tenía todo lo que las instituciones públicas no tenían.
Por eso, todos los millonarios, celebridades e incluso las figuras políticas solo confiaban en esta. Con una simple llamada, tendrían el servicio personal de los médicos de más alta acreditación. Rosa parpadeó aturdida, como si acabara de despertar de un sueño, y luego miró a Celia con esperanza.
-Celia… ¿es verdad?
Celia guardó silencio, sin entender qué juego estaba tramando César. Él mismo le había dicho que odiaba la avaricia de su familia. ¿Y ahora los ayudaba? El guardaespaldas, percibiendo su recelo, de inmediato aclaró:
-No se preocupe, señora. Su hijo tendrá cuidado las veinticuatro horas. La condición y el tratamiento de nuestra clínica serán definitivamente mejores que aquí.
Rosa le tomó la mano a Celia, emocionada.
-Mi niña, si César tiene esta voluntad de ayudarnos… ¿por qué no aceptamos su amabilidad? Tal vez en su clínica Carlos tenga más posibilidades de despertar.
Celia no soportó arruinar su esperanza.
-Está bien. -Cedió al fin.
Los guardaespaldas llevaron a cabo los trámites con éxito muy rápidamente, porque la clínica les había brindado un acceso prioritario. Al ver la escena, dos enfermeras de neurocirugía no podían disimular su curiosidad.
-Dijeron que Celia era la amante que se interpuso entre Sira y el señor Herrera, ¿no es así? ¿Por qué entonces él la trata incluso mejor que a su novia oficial?
-¿Y qué? Las amantes siempre ganan, ¿no? Solo hay que ser desvergonzada -susurró la otra, maliciosa.
***
La noticia del traslado de Carlos a la clínica de los Herrera se filtró rápidamente en los grupos de chat. Cuando Sira la leyó, su humor se tornó lúgubre. A sus pies, Óscar sollozaba en silencio: seguía arrodillado sobre vidrios rotos, con las rodillas entumecidas y sangrantes. Pero ni siquiera se atrevió a llorar en voz alta.
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Capítulo 108
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-¡Maldita zorra! -vociferó Sira, arrojando su celular contra la pared.
Su hijo estaba temblando de dolor, pero ella no sintió ninguna lástima… Al contrario, sus lágrimas le daban asco.
-¡Inútil! -Le escupió, dándole una patada-. Ni siquiera lograste que César se quedara contigo. ¿¡Y aun así te atreves a quejarte del dolor!? (1
El niño cayó hacia atrás, con trozos de cristal clavándosele aún más por todas las partes. Pero, ya no lloró. Esperaba ver preocupación en los ojos de su madre. No obstante, solo encontró desprecio…
A pesar de todo esto, intentó agradarla.
-Mamá… —le rogó tirando suavemente del borde de su falda-. No te enojes. Haré que el tío César me quiera.
Solo entonces Sira sonrió. Se agachó a mirarlo en los ojos, acariciando su mejilla pálida.
-Eso es, mi buen niño. Pero, querido Osqui, en cuanto a las heridas de tus rodillas…
-Fue… un accidente —murmuró él, con voz quebrada.
-Muy bien.
Al día siguiente, Nicole entró en la oficina de César con un archivo en sus manos. Golpeó suavemente la puerta.
-Jefe.
César cerró la carpeta que revisaba.
-Adelante.
-Aquí está el informe sobre Paco Rivera —dijo, colocándolo sobre el escritorio-. Ah, y… el señor Suárez lo contactó.