Capítulo 100
Celia mostró una fugaz sorpresa, mirándolo, confundida.
-¿Qué significas con todo esto?
-Literalmente, es lo que escuchaste.
Ella apretó instintivamente las manos. ¿Cuándo este hombre se había convertido en un tipo amable? Siempre había despreciado a la familia Sánchez, ¿no es así? ¿Por qué de repente actuaba así? ¿O simplemente quería controlar a Carlos para usarlo en su contra en el futuro?
Mientras dudaba, él notó su atuendo sencillo. Con ternura, le dijo:
-Sube al auto. Te llevaré a comprar ropa.
Antes de que Celia respondiera, Nicole le abrió la puerta y luego tomó su caja.
-Señorita, por favor.
Ella no se movió, tenía una expresión indiferente.
Si tienes algo que decirme, dilo ya. No hace falta dar tantos rodeos.
César dejó de juguetear con su reloj y alzó la vista.
-Papá regresó. Cenaremos en la casona esta noche.
Ahora ella entendía.
El padre de César, debido a su trabajo, rara vez estaba en casa. Pero cada vez que regresaba, toda la familia se reunía para una cena familiar. 1
Celia relajó las manos y subió al auto sin decir nada más.
***
César la llevó a Prosperidad Internacional, el centro comercial más grande entre las propiedades de la familia Herrera. Antes, ella también había visitado este lugar con él, pero siempre como su “asistente”.
Al verlos, dos vendedoras se les acercaron rápidamente y una saludó a César.
-Señor Herrera, bienvenido.
Luego, sus miradas se posaron en Celia con curiosidad.
-Elíjanle algunos conjuntos-les ordenó César.
-Entendido, señor Herrera-le dijo una vendedora y luego la guio al área privada-. Señorita, por aquí, por favor.
En poco tiempo, le presentaron más de treinta diseños nuevos en la tienda. Cada uno valorado miles de dólares. Celia eligió sín entusiasmo un vestido de espalda descubierta.
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Capítulo 100
+25 BONUS
Afuera del probador, César esperaba en el sofá con las piernas cruzadas, revisando su reloj de vez en cuando.
Nicole temía que pronto se agotara su paciencia y le preguntó:
-¿Quiere que le diga a la señorita que se apure?
Antes de que César le respondiera, escucharon los elogios de las vendedoras.
-Vaya, ¡qué hermosa!
Obvio que es la novia del señor Herrera. Si no es así, ¿cómo es posible que la acompañe a hacer compras en persona?
-Tienes razón. Es muy hermosa. Pero… parece una muñeca a punto de romperse, casi no tiene el brillo de la vitalidad en sus ojos.
César alzó la vista y vio a la mujer que contaba una belleza indescriptiblemente atractiva: su cabello denso cubría toda su espalda, mientras el vestido rojo resaltaba mucho más su piel de porcelana. La luz iluminó cada curva de su cuerpo, acentuando su único estilo elegante.
Él guardó silencio, pero mantenía su mirada en ella. Ella, incómoda bajo su mirada, rompió el silencio. 1 —Señor Herrera, ya estoy lista.
Él asintió levemente, observando su cuello desnudo.
—Aún te falta algo —comentó.
Con un gesto, una vendedora le trajo un collar de perlas que había sobre la mesa.
César se levantó y se le acercó. Antes de que ella reaccionara, él ya estaba frente a ella con una postura como si estuviera abrazándola. Luego, sus dedos se deslizaron por su cuello: jél le puso el collar de perlas! Ella contuvo el aliento y su cuerpo se tensó por su contacto.
Para los espectadores, parecía una escena armónica que pasaba entre una pareja muy enamorada. 7
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