Capítulo 10
Celia se mordió el labio. Si no lo recordaba mal, César estaba al tanto de la tensión entre ella y su familia.
En uno de esos años, en la fiesta de cumpleaños de Valeria, Fabio y Rosa también asistieron al banquete. Fabio se emborrachó aquella noche y soltó algunas cosas inapropiadas. Celia todavía recordaba las caras largas de los Herrera. 1
Bajo tales circunstancias, ella se le acercó a Fabio para detenerlo, pero recibió un empujón. La copa de vino que sostenía se rompió cuando ella cayó al suelo, y los vidrios cortaron su mano.
En ese momento, no culpó a su padre, pensando que él solo estaba borracho y que fue solo un accidente. Sin embargo, tenía quejas sobre César porque se quedó de brazos cruzados, mirándola indiferente durante todo el proceso, sin preocuparse por ella. No obstante, ¿ahora este tipo empezó a prestarle
atención? 1
Celia ocultó la decepción en sus ojos y le respondió:
-Creo que es evidente.
Él se burló de ella.
-Qué inútil.
Celia apretó los puños con fuerza y guardó silencio con la cara pálida.
-Eres mi esposa y permitiste que te pegaran. ¿No crees que eres inútil? -dijo César, terminando el vino
de un solo trago.
Sonaba como un consejo con cariño de esposo a esposa. Parecía estar diciendo que, ella era su esposa, por eso no debería haber sufrido esa injusticia. Sin embargo, él no sabía que ella había sufrido todas estas injusticias por su culpa.
César se levantó sin prisa y se paró frente a ella.
-Ya estoy en casa. ¿Por qué me buscaste y qué quieres decirme?
Celia se quedó algo aturdida. ¿Él regresó a casa tan temprano por la llamada que ella le hizo?
Trató de reprimir las irritadas ilusiones que iban a resurgir en su corazón, y habló tras unos segundos de
silencio.
-Carlos está detenido en la comisaría. Quiero que me ayudes a conseguir un equipo de abogados.
Ella sabía que César valoraba mucho su reputación y que no sería fácil conseguir su ayuda en ese tipo de asuntos. Por lo tanto, no le pidió que sacara a Carlos de la comisaría, sino que le propuso que le ayudara a Carlos a encontrar abogados para negociar una solución. Ya era una petición muy razonable.
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Capitulo 10
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+15 BONUS
César la examinó con la mirada.
-¿Quieres que te ayude?
-Si -añadió Celia, preocupándose de que él no aceptara su propuesta-. Esta será la última vez que te pido ayuda. Aceptaré cualquier condición que pongas, incluso el divorcio.
Una sombra pasó rápidamente por los ojos de César. Cuando iba a hablar, una llamada lo interrumpió.
Celia vio por el rabillo del ojo el nombre saltando en la pantalla: era Sira.
César no evitó su presencia y contestó la llamada.
-Dime, ¿qué pasó? 2
Habló en un tono completamente diferente al que usaba con ella.
-César, Osqui está enfermo y quiere verte… No sé qué más puedo hacer. ¿Podrías venir a verlo?
-De acuerdo. Voy para allá.
Dicho esto, colgó la llamada.
Celia se tensó al ver que iba a marcharse y le gritó con prisa:
-Señor Herrera, podría considerar mis condiciones…
-Dejémoslo para otro día.
Al terminar de hablar, se fue.
El apartamento volvió al silencio previo. Celia sintió un constante dolor sordo en el pecho: ella le pidió ayuda en persona, pero él se fue sin mirar atrás por solo una llamada de Sira. 1
***
Cuando César llegó a la casa de Sira, Óscar ya estaba dormido tras tomar la medicina. En sus sueños, su pequeña mano tomó instintivamente la de él.
Sira entró en la habitación con una sopa y le agradeció.
-Mil gracias por venir a estas altas horas de la noche. Es que Osqui te adora muchísimo… Pues… ¿Por qué no descansas aquí esta noche?
“A él le gusta tanto el niño… Se quedará por él“, pensó ella.
César confirmó con mucho cuidado que Óscar ya estaba dormido, luego retiró muy suavemente su mano. Mirando a Sira, le dijo:
-Voy a contratar a una niñera para que cuide a Óscar.
Capitulo 10
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Sira se puso un poco nerviosa.
-No, César, no quería decir eso.
Él se levantó y le explicó con calma:
-Ya tienes un hijo y vives sola con él. No es apropiado que me quede aquí con frecuencia. Ahora que la fiebre de Óscar ha bajado, puedes ir a descansar ya.
Al terminar de hablar, César se fue sin quedarse ni un segundo más.
Sira agarró con fuerza el tazón que tenía en las manos y miró al niño en la cama, culpándolo.
-¡Qué inútil eres!
Con eso, cerró la puerta de un golpe.
En la cama, el niño no estaba realmente dormido. Abrió lentamente los ojos enrojecidos y se acurrucó en la manta, sintiéndose muy triste. 2
Había hecho lo que su madre le dijo: se había bañado con agua fría para enfermarse, solo para conseguir que César se quedara a cuidarlo. No obstante, parecía que su mamá no estaba contenta con lo que había
hecho. 2