Ares abrió la puerta y salió sin decir palabra. Le indicó a su conductor que ayudara a Charlotte a salir antes de dirigirse hacia la pequeña cabaña de enfrente. No dejó que la decepción ahogara su espíritu. Le ofreció una sonrisa al conductor que la ayudó a subir a su silla de ruedas.
-¿Sabes por casualidad quién me llevó al coche? -Charlott preguntó al anciano.
-El señor lo hizo -respondió el conductor.
-Oh–asistió y se volvió hacia la cabaña.
El asombro brilló en sus expresivos ojos mientras contemplaba la hermosa cabaña que se encontraba frente a ella.
Un camino de piedra conducía a la entrada de la cabaña. Flanqueada de verde, no era demasiado grande ni dos pequeñas. Flores y árboles de colores rodeaban la cabaña, dándole un aspecto tranquilo y sereno. Intrigada e impresionada, se abrió paso hacia la puerta entreabierta. El conductor se apresuró a abrirle la pequeña puerta de roble. Ella entró.
-Wow -exclamó mientras contemplaba el interior de la casa con sus ojos marrones.
Había un pequeño hogar tallado en la pared frente a una pequeña disposición de sillas y mesa de madera. Un lugar perfecto para tomar el té y charlar en el invierno nevado. Notó varios artefactos antiguos esparcidos por las paredes, lo que aumentaba su atractivo estético. Su pequeño tamaño daba una sensación íntima y acogedora. Ubicado a kilómetros de distancia del alboroto de la ciudad, este lugar era perfecto para parejas en luna de miel.
A lo lejos había unas escaleras que conducían hacia arriba. Tenía curiosidad por saber qué había arriba. Sólo había una habitación en la planta baja. Supuso que el resto estaba arriba.
-Ares debe estar arriba -murmuro mientras se dirigía hacia la única habitación de este
piso.
La habitación era mucho más sencilla que las que tenía en Alemania e Italia. Pero no menos bella. Cortinas de seda blanca colgaban sobre los grandes ventanales en un estilo decorativo. Algunos cuadros estaban esparcidos por las paredes junto con pequeñas lámparas elegantes. En el centro había una cama con dosel y una mesita de noche al lado. En lugar de un armario, sólo había un armario. Había una pequeña puerta que conducía al baño y la otra se abría a la terraza que aún no había explorado.
En general, la habitación parecía sacada de un cuento de hadas y ella estaba asombrada.
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<Capitulo 9
El conductor se fue después de traer su maleta.
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Después de darse un largo baño relajante, salió de su habitación. Justo a tiempo para ver a Ares bajando las escaleras. También se había puesto una camiseta negra, pantalón gris y chaqueta. Iba a alguna parte. La combinación de colores resalta el raro tono de sus ojos. Sin dedicarle una mirada, pasó junto a ella hacia la puerta principal.
-Déjame prepararte algo antes de que te vayas.
Ares dejó de caminar y miró por encima del hombro. -No es necesario -respondió fríamente y salió por la puerta.
Charlotte suspiró exasperada. No podía entender por qué la había traído aquí si ni siquiera quería hablar.
Chralotte acababa de terminar su comida cuando escuchó un golpe en la puerta. La mujer había renunciado a su silla de ruedas. Impulsó sus piernas inestables hacia la puerta y la
abrió.
Una mujer pequeña y regordeta le sonrió alegremente. La mujer parecía tener unos cincuenta años. Tenía un rostro amable y una sonrisa amistosa. Pero sus ojos tenían un toque de
autoridad en ellos.
-¿Es usted la señora King? Soy Cecilia -dijo pasando junto a ella, entró en la casa sin pedir
permiso.
Charlotte la miró confundida. La mujer se volvió hacia ella
-Soy el ama de llaves. El señor King me llamó y me contó sobre su llegada. Estoy aquí para servirle -explicó la mujer. Su voz era un poco ronca, como si tuviera dolor de garganta.
-Me alegro de tenerte aquí. Debo decir que has hecho un excelente trabajo cuidando la casa -agradeció Charlott sus esfuerzos.
La sonrisa de la mujer se hizo más amplia. -Lo intento -respondió Cecilia mientras evaluaba a Charlotte con un dejo de agradecimiento.
La confusión cruzó su rostro cuando vio a Charlotte moverse apoyándose en la pared. -¿Se encuentra bien, señora King? -preguntó Cecilia, un poco preocupada.
-Sí, no te preocupes por mí. La cocina necesita estar abastecida. ¿Puedes conseguir la compra y otras cosas en el mercado? -pregunto Charlotte haciendo caso omiso de su preocupación.
La mujer tarareó.
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< Capitulo 9
Charlotte se sentó en su antiguo asiento.
-¿Debería traerte té, tal vez café? -preguntó Cecilia.
-Si un té de manzanilla con miel, por favor. -Le sonrió Charlotte.
+25 Points
Cecilia no pudo evitar sonreír cálidamente a la joven sentada frente a ella. La chica parecía ser una bola de fuego que irradiaba positividad y optimismo. No pudo evitar preguntarse, ¿ cómo diablos el Sr. King logró cortejarla con su personalidad fría y sus ojos escupidores? ¡El señor King era realmente un demonio con suerte!
En un abrir y cerrar de ojos pasaron tres días.
En los que Charlotte logro acostumbra su cuerpo a la diferencia del cambio de horario. Salió del baño después de una ducha, cuando Cecilia abrió la puerta y entró con un montón de sabanas y ropa en las caderas.
Charlotte se sorprendió por su repentina entrada.
-Estoy lavando la ropa. Tráeme tu ropa sucia.
Charlotte asintió y regresó al baño. Regresó unos momentos después y le dio la ropa.
La ropa se resbaló de la mano de Cecilia y cayó al suelo. Cecilia soltó una maldición y se agachó para coger la ropa.
Charlotte también intentó ayudar y cogió una de las chaquetas de Ares. Lo enderezó y frunció el ceño cuando olió un olor desconocido en su chaqueta.
La mujer presionó la nariz contra la chaqueta y respiró profundamente. No era su habitual aroma embriagador, sino suave y afrutado. Era un aroma femenino. Y como si todo el mundo estuviera conspirando, su mirada encontró un fino mechón de cabello que sobresalía de la solapa. Arrancó el hilo y lo miró con los ojos entrecerrados.
Era el cabello de una mujer.
Ella habría adivinado que era el cabello de una de sus socias de negocios, pero, hasta donde ella sabía, Ares no tenía ninguna compañera de negocios. E incluso si tuviera una, no era el tipo de persona que permitía que la gente lo tocara, y mucho menos lo abrazara.
Otra posibilidad cruzó por su mente y sintió que el suelo caía debajo de ella.
¿¡La está engañando!? El mero pensamiento la llenó de amargura. Sintió que la rabia se arremolinaba dentro de ella como un violento tornado.
Podía perdonar cualquier cosa menos una infidelidad. Nunca un engañó.
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< Capitulo 9
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Reprimiendo su creciente ira, le devolvió la chaqueta a Cecilia y se novio en su silla de ruedas hacia su cama.
Pensó en confrontar a Ares por esto, pero decidió no hacerlo. Si él le estaba ocultando algo, ella lo atraparía con las manos en la masa.
N
Ross U.
Hola mis preciosas reinas..
¿¡De quien creen que es este cabello!? Jajaj, alguien esta jugando con fuego… Al parecer no importa cuanto Charlott ame a Ares, ella jamas perdonara y no tolerara una traición…, que sera de Ares cuando ella lo descubra..?
Las leo en la sección de comentarios ….
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