Capitulo 25
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Él se acercó y en un instante ella se encontró encima de la barandilla del piso. Su mano alrededor de su delicado cuello mientras él estaba entre sus piernas. Sus ojos estaban fijos en ella, observando su expresión mientras lentamente apretaba su mano alrededor de su garganta oscilante.
Charlotte se quedó congelada, todavía aturdida por lo repentino de su acto. Se había movido a la velocidad del rayo, sin permitirle un momento de comprensión y mucho menos actuar.
Ella sintió una punzada de miedo cuando él empujó su cuello hacia atrás, llevándose todo su cuerpo. Miró hacia abajo por el rabillo del ojo y su rostro palideció instantáneamente cuando notó lo alto que estaban del suelo.
Por instinto, su mano se acercó a la de él en un intento de soltarlo. Si la soltara, ella caería como una papa y sus órganos volarían en todas direcciones.
Estaba completamente a su merced.
-Parece que mi indiferencia ha empezado a animarte ahora -comentó, acercando su rostro. Su aliento era una mezcla de menta y cigarro.
Charlotte volvió a centrarse en él, pero no dijo nada en respuesta. Su rostro no revela su miedo. La ansiosa anticipación de su próximo movimiento mantuvo su boca sellada.
-Sólo porque te dejé decir tus tonterías delante de mí has empezado a pensar que tú también puedes desafiarme -añadió sombríamente, doblando su cuello hacia atrás.
Su espalda estaba empezando a tensarse ahora. Miró hacia el cielo n***o, sin estar segura de sí se estaba muriendo.
-Te das cuenta de lo que les sucede a aquellos que se atreven a desafiar a los señores de la mafia, ¿no? -él aumentó la presión, lo suficiente para inducir miedo dentro de ella.
El miedo había aturdido su cerebro. Los demonios de Ares se alimentaban de su miedo. El temblor nervioso de sus labios, el ligero temblor de sus globos oculares, su respiración irregular mientras intentaba actuar con valentía… joder, estaba obteniendo un placer sádico de su vulnerabilidad. Qué embriagador era tenerla a su merced. Podría matarla ahora mismo si quisiera. Terminar con ella de una vez por todas.
-¿Que sucede?
La empujó hacia atrás únicamente para entretenerse. El corazón se le subió a la garganta.
-Se mueren–respondió rápidamente.
Ο
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pusiera la piel de gallina.
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Luchó con todas sus fuerzas para no dejarse llevar por la tentación. Cerró los ojos para equilibrar su respiración.
-No esperaba ninguna recompensa…yo…
-Sshhh…-él la hizo callar, ya no interesado en su explicación.
El cambio en su comportamiento la confundió. Y luego la tomó completamente desprevenida presionando sus labios contra la base de su cuello, haciendo que su corazón se acelerara.
-¿Qué… qué estás haciendo? -ella forzó las palabras.
En respuesta, él comenzó a lanzar besos por su cuello, desatando miles de mariposas en su estómago.
-Recompensándote. Justo lo que querías respiró con voz ronca entre besos.
Ella tragó saliva y sacudió la cabeza.
Él no se detuvo, sino que continuó asaltando su delicada piel con su boca. Su mano sosteniéndola en su lugar.
-No–gritó y apretó los puños. Sus labios provocaban chispas en todos los lugares que tocaban. Estimularon sus entrañas y la dejaron con ganas de más. Tal como lo había imaginado, sus labios se sentían celestialmente bien contra su piel.
-Mientes–le sujetó la nuca con fuerza y la mordió con fuerza justo debajo de la mandíbula. Era su castigo por mentir.
-Aahh -ella luchó y gimió mientras sus dientes se clavaban sin piedad en su delicada piel. Su gemido de dolor le complació. Lamió el bocado antes de chuparlo.
-Sería prudente no mentirme -le advirtió contra el lívido y rojo chupetón que acababa de
darle.
-Cruel -jadeó.
-Intento decir eso otra vez -la desafió antes de clavarle los dientes en la clavícula una vez más. Esta vez más duro que antes.
Ella gimió. Era un sádico cruel por lastimarla así. Pero no podía negar el placer que le provocaba. Durante toda la eternidad había esperado que él la abrazara así.
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*25 Points
Esto fue surrealista. Su momento de la dimensión desconocida donde la realidad y el sueño
coinciden.
-¿Todavía quieres llamarme así? -lamió la marca y luego la chupó mientras se aseguraba de que dejara una marca.
Se inclinó y examinó su obra de arte. Una sonrisa arrogante se cernía sobre sus labios. Su cuello impecable ya era historia.
Charlotte todavía tenía la cabeza inclinada hacia atrás para que él pudiera asaltar su cuello todo el tiempo que quisiera. Tan abierto, tan vulnerable.
Ares odiaba la forma en que su cuerpo reaccionaba ante ella, pero la necesidad era demasiado fuerte para luchar en ese momento. Su inocencia, su sumisión, sus dulces gemidos sin aliento lo atraían como un hechizo. Iba a maldecirla mañana por seducirlo, pero ahora mismo iba a permitirse el lujo de hacerlo.
Ares bajó la cara y comenzó a dejar besos a lo largo de su mandíbula.
-¿Quieres más?
Charlotte se tomó un momento para ordenar sus pensamientos. -Yo, nunca lo pedí–logro decir con firmeza, sin que su voz tartamudeara.
Ares hizo una pausa. Su respuesta lo molestó. ¿¡Ella lo está rechazando!? Su temperamento estalló.
Levantó la cabeza y la miró fijamente a los ojos. Su rostro era una máscara de molestia, pero el de ella estaba en trance. Tenía los ojos con los párpados pesados y el rostro enrojecido.
-Son mis besos o la muerte -ladró. Su mirada llegó a sus labios y se detuvo allí.
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