Capítulo 21
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Con un movimiento, la luz brillante inundó el salón revelando al dueño de esa voz autoritaria, Se le cortó el aliento cuando sus ojos chocaron con los de él. Esos ojos desalentadores la estaban atravesando como una espada afilada.
Era intimidante, parecía francamente aterrador.
-¿Qué hora es? -cuestionó con una voz profunda y autoritaria. Ojos brillantes, expresión
dura.
Charlotte estaba confundida. Sólo eran las 11 y había salido más tarde muchas veces. Seguramente no estaba molesto por eso.
-Yo..
-¿Qué hora es, Charlotte? -exigió como si estuviera al final de su cuerda.
-11–respondió ella, sabiendo que no debía provocar su ira.
Él, en respuesta, dio un paso hacia ella.
Charlotte giró hacia atrás instintivamente.
Ares se dio cuenta, pero decidió ignorarlo.
-Ahora dime… ¿es una decisión sabia quedarte fuera hasta tan tarde después del ataque y además sin la maldita protección? -exigió mientras caminaba hacia ella con pasos calculadores.
Charlotte continuó retrocediendo en respuesta. -Pero yo… estoy a salvo -respondió.
Su respuesta encendió un brillo en sus ojos. Un destello cruel.
En un instante, se acercó a ella y agarró los brazos de su silla de ruedas, enjaulando a la pobre alma entre sus fuertes brazos. Como resultado, la silla de ruedas chocó contra la pared detrás de ella.
Charlotte retrocedió en estado de shock. El hombre se cernía sobre ella como una sombra siniestra, a punto de tragarla entera en su oscuridad.
-¿Quieres responderme ahora? ¿Pero estás seguro de eso? -la desafió, mirándola a los ojos. Luego su mirada se deslizó hasta su boca-. Realmente sólo recomiendo esta bonita boca tuya que me dispara con descaro sólo si está dispuesta a pagar el precio -su voz se hizo más profunda mientras analizaba sus labios, con demasiada atención de lo que
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-Solo estoy respondiendo tus preguntas -explicó y rodó los ojos mentalmente.
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Él sonrió con picardía y se acercó. Pero la sonrisa se desvaneció con la misma rapidez cuando olió la colonia de Theo en ella. Ella olía como él. Debió estar bastante cerca de ella para que le froten su olor. Se quemó.
-Apestas–gruñó con veneno goteando de su tono.
Ella se sintió ofendida. Pero antes de que pudiera entender algo, ella estaba en sus brazos mientras él la llevaba a alguna parte. Caminó rápidamente en dirección a su habitación.
Chatlotte, bueno, su movimiento repentino la tomó por sorpresa.
-¿A dónde me llevas? Bájame… Ares… bájame -ordenó.
Lástima que Ares no la escuchaba. Su expresión era sombría y tensa. Ojos: furiosos y fríos mirando hacia adelante.
Abrió la puerta de una patada y caminó directamente hacia el baño.
Charlotte estaba perpleja. Su comportamiento le estaba dando escalofríos.
Ares, finalmente, la dejó sobre el frío mármol.
Después de estabilizarse con el apoyo de la pared, Charlotte estiró el cuello para mirarlo.
El hombre la estaba mirando con igual intensidad.
-¿Qué diablos…? -dejó un grito ahogado cuando sintió que el agua fría caía sobre ella.
Aturdida, miró hacia arriba sólo para ver varias gotas de agua disparadas hacia ella. Él había abierto la ducha… sobre ella. La incredulidad estaba escrita en todo su rostro. Ella movió su mirada asombrada hacia él. Su expresión no había cambiado mucho excepto por un brillo de triunfo en sus ojos.
Su mirada se deslizó por su rostro para estudiar lo que había debajo. Su ropa empapada ahora se pegaba a su cuerpo, resaltando sus monturas y baños. No la llamaría voluptuosa ya que tenía mujeres con más curvas que ella, pero tampoco era delgada. Felicitaron su delgada cintura que se ensancha aún más hasta convertirse en caderas anchas. Dicho y hecho, tuvo que admitir que ella poseía una buena figura. ¿¡Cómo es que nunca se dio cuenta de eso!?
Finalmente levantó la mirada para mirarla.
-Báñate y quita este olor asqueroso de tu piel -le ordenó y giró sobre sus talones.
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-Espera un segundo tú…
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Ignorando sus palabras, el hombre salió del baño y le cerró la puerta en la cara.
Charlotte, desconcertada, lo miró fijamente. ¿Qué acaba de suceder?
Ares fue directamente al gimnasio que estaba en el piso de arriba y comenzó a golpear como loco el saco de boxeo.
El tiempo paso y el sudor se deslizó por el centro de sus tonificados abdominales mientras golpeaba repetidamente el saco de boxeo. Había una ira ardiente en sus ojos. Dio un par de pasos hacia atrás con la mirada fija en la bolsa, giró sobre sus talones y giró su pierna hacia ella, enviando la bolsa al suelo.
No estaba satisfecho todavía. Anhelaba más. Más destrucción, más caos.
Él estaba furioso. Estaba enojado consigo mismo por sentir esa sensación de ardor en su corazón cuando olió el aroma de otro hombre en ella. ¿No era el plan? Debería estar feliz de oler el aroma de Theo en ella. Significaba que se estaban acercando. Entonces, ¿por qué tenía ganas de destrozar a Theo por eso? ¿Por qué esta necesidad de destriparlo con sus balas?
Todos estos pensamientos eran jodidamente confusos.
Trajo a Charlotte aquí para que Theo pudiera reunirse. Para que pudieran poner fin a este matrimonio inútil. Entonces, ¿por quée… por qué carajo encuentra intolerable su cercanía?
Esto era una maldita locura.
Todo pasó después de ese maldito beso. Ese beso del infierno. La dulzura de sus labios parece haber posicionado su mente y ahora no era capaz de pensar con claridad. Ese maldito recuerdo se coló en su mente de nuevo, mostrando las imágenes que tanto deseaba olvidar. Sus labios sobre los de él.
Olía a flores en flor y se sentía como jirones de algodón.
Y entonces otra imagen pasó por su mente. Se imaginó esos suaves labios en los de Theo. No se reprimirá como él, chupará ese hermoso par como si su vida dependiera de ello.
Ares apretó los puños y sintió una nueva oleada de ira.
-A la mierda–rechinó Ares y arrojó la botella contra la pared.
Tenía que alejarse y aclarar su mente.
Llamó a sus hombres y les dijo que prepararan el avión. Él se iba.
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Charlotte todavía estaba recuperándose del shock. Se olió a sí misma. Para ella, olía muy bien. ¿Qué le había pasado? ¿Apesta? ¿Charlotte King apesta? La mujer llevaba un perfume caro valorado en mil dólares cuando dijo que apestaba.
Charlotte se sintió ofendida. Como se atreve. Miró las gotas de agua que descendían y frunció el ceño. Apestaba lo suficiente como para que él la arrojara al baño. El hombre no tenía idea, pero había lastimado su ego.
Charlotte exhaló un suspiro en un intento de calmarse.
Se bañó y salió. Mañana ella iba a tener una charla con él. No tenía suficiente energía para subir esas escaleras en este momento.
Sin embargo, a la mañana siguiente se enteró de que el señor ya se había ido a Brasil y no regresaría hasta dentro de tres días. Ella se sintió insatisfecha.
Necesitaba desahogar su ira. La mujer tomó su teléfono y comenzó a presionar las teclas.
Lo que oliste en mí anoche fue el aroma de la confianza. NO APESTO.
Presionó el botón de enviar, dejó el teléfono a un lado y tomó la cuchara para comer. De vez en cuando miraba de reojo su teléfono, pero no llegaba ningún mensaje.
Finalmente, tomó el teléfono y lo comprobó con los ojos entrecerrados. Efectivamente el mensaje fue leído, pero no había respondido.
Ella debe haberlo dejado sin palabras.
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